Capítulo 6

1230 Words
Mi pequeña Romina está mostrándome sus dibujos. Hay uno en especial, en el salimos yo, ella, Dylan, Isabel, Mauricio y Karina . Dice que somos su familia. La ama. Cuando terminamos de ver los dibujos vamos en busca de Dylan y Mauricio que están en las caballerizas. Nos ensillan a Alba que es mi yegua de color blanco con n***o, es preciosa. Nos subimos y salimos a cabalgar por el campo. Llegamos a un rio, bajamos de Alba y la dejamos amarrada en un árbol para que descanse y pueda alimentarse. Nos quitamos la ropa y quedamos en trajes de baño. Nos tomamos unas fotos para recordar este día. Dejo el celular con la ropa y nos lanzamos al rio a bañarnos, Romina trae un flotador para que no se ahogue. Pasamos toda la tarde en aquel lugar, cuando está atardeciendo nos vamos. Le pasamos a Alba a uno de los trabajadores y nosotras entramos a la casa para irnos a bañar y cambiar de ropa para cenar. Ya listas, bajamos a la cocina donde están todos sentados para cenar. Cuando terminamos, me despido y subo a mi cuarto. Abro los ventanales y salgo al balcón. Prendo el celular que utilizaba en España y comienzan a llegarme todos los mensajes, son muchísimos, también las llamadas perdidas y notificaciones. Entre ellos hay de las chicas, mi abuela, mi padre, hermanos y de él. Como no iba a tener tantos, si llegué a Chile hace dos semanas en las cuales mantuve apagado el celular porque me quería desconectar de todo. Comienzo a leer cada mensaje. Inicio con los de mis amigas. “¿Cómo la estas pasando? Esperamos que bien”, “Te extrañamos”, “Nuestro jefe nos preguntó por ti”, “Amiga, Leandro nos amenazó. Dijo que si no decíamos a donde estabas nos despedía”, “estamos desempleadas”. Eso eran algunos de sus mensajes. Me siento culpable porque las despidió. Mis hermanos me enviaron mensajes preguntado donde estaba, que era lo que había hecho y que nuestro padre perdono a la zorra. – Es un imbécil por perdonarla – susurro molesto por su decisión. También hay uno de Alessandro que me recuerda que en una semana es su boda y que cuenta con mi presencia. Los de Leandro los elimino sin verlos. No quiero más mensajes desagradables, tuve demasiado con saber la decisión de mi padre. Vuelvo a apagar el celular y me voy a dormir. Mañana iré a visitar a unas personas que no veo desde hace años. + + Estoy camino a la cafetería de la ciudad de la comuna. Cuando llego estaciono fuera de esta. Entro a la Cafetería y voy directo a la caja, donde están mis dos amigas desde la infancia. -          Buenos días, ¿qué se le ofrece? – pregunta Antonella. No me reconocieron. -          Buenos días, quiero un Capuchino y un trozo de pastel de Pompadour. – pido con una sonrisa. -          Okey, tome asiento, enseguida le traemos su pedido. – se dirige a la cocina. Y regresa con el pedido, lo deja encima de la mesa. -          Gracias Anto – le digo quitándome los lentes. -          ¡Ale! – dice emocionada al reconocerme. -          Si, ¿Cómo han estado? – me levanto a abrazarlas cuando llega Belén. -          Bien, bien, y tú ¿Cómo has estado? – preguntan. -          Bien, gracias. -          ¿Cuándo llegaste? – pregunta Belén mientras se sientan junto a mí. -          Hace un par de días. Seguimos hablando hasta que comenzaron a llegar más clientes. Quedamos en salir a la noche a una fiesta y me voy. Paso todo lo que resta de día viendo cómo está el funcionamiento del fundo. Y cuando se comienza a oscurecer regreso a la casa para alistarme. Voy camino a casa de mis amigas para que vayamos. Dejo el auto en su casa y nos vamos caminando, ya que la fiesta queda cerca. Cuando llegamos comenzamos a pasar por entre medio de las personas hacia la barra. Pedimos de beber y nos vamos a sentar. Después de unos cuantos tragos a Belén le da ganas de ir a bailar. Vamos las tres y comenzamos a movernos. Cuando comienza la tercera canción siento unas manos en mi cintura, sonrío al sentir cálida la sensación que me causan esas manos. Giro para ver a la persona y me llevo una gran sorpresa al verlo. Quedo en shock. -          Tanto tiempo Ale – dice con una sonrisa. -          Creo que te has confundido de persona – le digo seria cuando me recupero. -          No lo creo – me atrae a su cuerpo – sigues oliendo tan delicioso como te recordaba – dice con su cabeza en mi cuello. -          Estas confundido – repito – yo no soy ella, ¿Cómo dijiste que se llamaba? – repite mi ex nombre – eso, yo no soy Ale – miento – mi nombre es Alondra. -          No mientas – reprende. -          No lo hago – digo seria. Después de casi media hora negando ser ella, se da por vencido y me deja sola. Las siguientes horas, seguimos bebiendo y bailando. No sé cómo fue que llegue a casa, solo sé que estoy en mi cama con la ropa de la noche anterior. Veo la hora y son las dos de la tarde. Voy a bañarme y salgo de casa para ir a visitar a los niños de la casa de hogar que construimos con mamá para ayudar a los niños con problemas económicos – sociales. -          Hola pequeños. – los saludo desde la entrada. -          ¡Tía Alon! – grita emocionado Cristian. Es un niño que fue quitados a sus padres por ser drogadictos. Nunca quisieron luchar para que les regresaran al pequeño. -          Mi pequeño Cris – lo abrazo - ¿Cómo te has portado? – le pregunto. -          Bien tía, estoy en el equipo de futbol, el entrenador me ha enseñado diferentes trucos. – cuenta. -          Que bien. – lo felicito. Caminamos hacia la sala donde están los demás, cuando me ven corren. Los únicos que se quedan sentados, son los niños que no me conocen porque llegaron en estos últimos meses. Cris me presenta a una pequeña de dos años que es su hermanita. También fue quitada a sus padres por lo mismo. Me dedico toda la tarde a conocer a los niños nuevos y a jugar con todos. En la tarde mande a comprar golosinas y pasteles para compartir con los niños. Ya de noche regreso a casa. Isabel está en la cocina preparando la cena mientras los demás están viendo caricaturas con Romy. La voy a ayudar a poner la mesa. -          ¿Cómo estuvo tu día? Mi niña – pregunta. -          Interesante. Fui al hogar a visitar a los pequeños. – contesto – han llegado muchos estos últimos años - le comento. -          Si, así como va se hará pequeño – comenta. -          Si, deberé manda a ampliar las instalaciones. -          Lo más seguro. + + Estoy bajando las maletas a la sala. Hoy tengo mi vuelo, puesto que, mañana es la boda de mi hermano. Isa y Romy están en la puerta viendo como subimos las maletas al coche. Mauricio nos ira a dejar al aeropuerto. Antes de subirme al auto corro escaleras arriba para abrazarlas y darles un beso. Las extrañare muchísimo.  
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