Un trato?

1423 Words
Mi té se enfriaba, Davyd hacía unos sonidos un tanto desconocidos para mí. Luego de unos segundos eternos de silencio y un rayo que a demás de asustarme con su estruendo, termino por iluminar toda la sala,  le pregunté impaciente: —¿Estás ahí? —     ¿Podemos hacer un trato? _ me pidió como de un salto. Respire aliviada al escucharlo, no sé en qué estado se encuentra, ni que tipo de drogas consumía o traía encima. —¿De qué tipo? ¿Qué tipo de trato? _ me apresuré en responder. —M mm, yo le cuento mi vida luego usted me cuenta la suya... —¡Qué atrevimiento! ¿Quién le dice que yo quiero hablarle de mi vida o con cualquier otra persona? Ese muchacho logra sacarme de mis casillas, como se atreve, tomo un sorbo largo de mi té ya frío. —     ¿Qué la vez de mal? Si usted no me conoce, ¿yo hasta podría ser su hija o no? Nos contamos todo y nos ayudamos mutuamente. Luego corto el llamado telefónico y usted nunca sabrá quién soy...     “Es una locura!” Pensé. “Una locura!” Pero... el muchacho tenía razón: ¿qué mal habría? Una charla por teléfono, en la mitad de la noche, yo estoy sola... No tenía con quién hablar. Y para ser sincera ni sabía si mi esposo regresaría a casa. Salió tan molesto conmigo. Que tal vez hasta se quedó en la casa de su hermano. Él siempre se va para allá cuando tenemos problemas matrimoniales. —Sí, está bien _ le respondí como si ya nada me importará. —Acepto el trato. Primero tú. E ninguno juzgará al otro, ¿entiendes?   —Me parece perfecto._ Davyd suspiro hondo, muy hondo, hizo una pausa de unos pocos segundos y empezó a hablar.—Mi nombre es Davyd con “y”... —Ya lo sé. —     Pues, entonces déjame continuar, hablaré de mi madre _siguió._ Ella se llama Marlene, es bonita, muy hermosa diría yo. Se viste en la última moda, es muy vanidosa. Jamás observé a mi madre sin maquillaje o despeinada, ni un solo friz o mechón fuera de lugar. Se parece a esas modelos de las portadas de revista como Vogue o Gucci...   Ella se recibió en la facultad, nada más que no trabaja, no ejerce su profesión, Pablo manifiesta que ella no tiene por qué trabajar, que él es suficiente hombre como para mantener a mujer e hijo. Mi madre da vueltas al rededor de ella misma el día todo:va al gimnasio, hace las compras, va a clubes, peluquería, manicura, pedicura, yoga, meditación y más. Un día yo hasta le pregunté: Marlene, ¿no te gustaría trabajar en lo que te gusta, o en tu profesión ya formada? La madre de Juan trabaja es genial, ella es cirujana.   —Perdona muchacho¿Quién es Pablo?   —     Ah, Pablo es mi padre. ¿Puedo continuar? —Sí, perdona, siga. —     Marlene me mira, contesta asombrada y con miedo como si le hablara de limpiar inodoros, me dio mucha risa. ¿Trabajar? Cómo así, trabajar? _ Solo me quedo responderle y contenerme la risa, porque si me riera en su cara me dejaría hablando solo, así que insistí: —Pues, trabajar Marlene hasta me hace creer que viniste de otra dimensión o planeta...   Le pido un momento para prepararme otra taza de té caliente, él acepta rogando que no le cuelgue. Era obvio que no iba a colgar, por más que intenté, me hace bien hablarle o más bien escucharlo, regrese con mi té lo más rápido que pude, la noche se había puesto un tanto más fresca, me puse unas calcetas y me envolví en la manta.   Al coger nuevamente el teléfono, Davyd emitía unos sonidos un tanto extraños con la boca, hasta que escucho mi voz y continúo...   Me contó que su madre le explicó, que fue su padre quien no permitió que ella trabajara, que su madre hizo muchos intentos años atrás, antes de que él naciera obvió, pero que luego fue más complicado, que contrato empleada más una niñera, y que si la casa o Davyd precisaban de cuidados o si algo estaba fuera de lugar o su madre cansada, su  padre se molestaba como perro con rabia...   Entonces lo interrumpí.   —Oye muchacho¿Aún siguen teniendo las dos empleadas? Pasaron más de años... Ya eres suficientemente grande ¿no lo crees? ¿Podría empezar a trabajar, no le gustaría?   —¿Por? Y para quién? _ Fue lo único que me respondió Marlene, abriendo los ojos grandes, esos ojos verdes con rímel caro y muy bien delineados. Luego agrego de que eso era un chiste, y que mi padre jamás le permitiría, aunque yo sé bien que ella  jamás lo intento.   Davyd me contó que en ese momento su madre solo lo miro, tomo las llaves de su Mercedes de arriba de la mesa y se fue a la lucha, bueno, quiso decir, se fue a la fiesta de una amiga  en uno de esos restaurantes-club, dejándolo solo con las dos empleadas. Que además ya era costumbre que hiciera eso para dar como terminada una conversación, él estaba en casa solo, la mayor parte del tiempo...   —     Sabe Verónica, extraño muchísimo a mi abuela Renata, ella vivió algunos años con nosotros cuando enviudó. Mi abuela era genial, le gustaba contarme historias, algunas las inventaba a último momento era muy buena relatando, le gustaba hacerme compañía, me preparaba desayunos y panqueques con formas y miel, mucha miel. Después que ella falleció, me sentí cada vez más solo. —     ¿Y qué hay de tu padre?   —     ¿Mi padre? ¡Mi padre es un famoso empresario ¿Sabes?, pero se cree que no sirve, que vive en la vagancia! Se despierta a las cinco de la mañana, a las seis ya está calentando el motor del auto en el garaje...   —¿Y tú? ¿Y tu madre que hacen?   —     ¿Yo? Últimamente, casi no duermo por los efectos de ya sabes. Y cuánto a Marlene, ella  también se despierta a las cinco, para sus clases con el personal trainer. ¡Está loca!, se armó un gimnasio en una de las habitaciones de la casa y se pasa la mañana entera haciendo ejercicios.   Lo escuchaba detenidamente, hablaba con normalidad, quería desahogar sus penas, casi que no se nota que está bajo efectos de alguna sustancia química.   —     Cuando regreso de la escuela, mi madre ya se está yendo, con sus tacos aguja, cartera de cuero y su mini vestido ajustado, con ese perfume que dura el día entero adentro de la casa, ni dice adiós, cierra la puerta y se va a almorzar con sus amigas luego hacer compras. Los siete días de la semana hace lo mismo, ¡no sé cómo no se aborrece! —     Creo que eso es lo que toda mujer desea.   —¿Si? Pero ella insiste en que no es igual todos los días, que van a lugares nuevos, tiendas o shopping nuevos que abren, ella y sus amigas están ahí, derrochando tarjetas y efectivo. ¡No te das una idea de lo que anda ese auto Mercedes! Mi padre expresa que ella gasta más combustible que si fuera uno de los vendedores de su empresa. No obstante  mi madre se enfada y le responde:Lo que sucede es que no lo soy. Entonces mi padre cierra la boca.   —     ¿Tu padre no se enfada?   —No del todo, mi padre es un hombre muy tranquilo, hace cualquier cosa para no discutir, no tiene paciencia para discusión. Yo soy como él, tampoco me gusta eso. Mi madre hace todo muy largo, exagerado, sin embargo, mi padre luego le responde:ya Marlene no tienes que seguir. Ya me quedo claro. Aunque ella insista en discutir.   —! Vaya! Es un hombre de buen carácter.   —     La verdad es que no lo sé, creo que es algo bueno... Solo sé que mi madre sigue en vano su reclamó, mi padre enseguida enciende su laptop y cierra el hocico. Jamás vi o escuché mis padres pelearse, nunca una discusión fea, con gritos y esas cosas.   —     Hay padres que pelean mucho Davyd, mis padres peleaban cada día, no recuerdo un solo día que no me despertara con sus gritos.   Por un momento dije la verdad, y me hizo bien contarle eso, hacía mucho no pensaba en mis padres, recuerdo muchos momentos con ellos, pero por algo recordé que discutían mucho.
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