La charla con Davyd, empezó a mover cosas de mi pasado que hacía años había olvidado. Le puse mucha atención a lo que dijo a continuación...
—Tengo compañeros de la escuela que los padres pelean muy feo, hay algunos que cuentan que hasta se lanzan cosas, se gritan todos los insultos por haber. Yo me quedo pasmado de solo escucharlos, porque todos parecen personas muy finas y educadas. ¿Quién lo podría creer?
Pero como iba comentando, mis padres pelean en silencio, me parece hasta una forma mucho peor de pelear, eso considero. Se lanzan miradas feroces, como láser de Godzilla, hasta parece que tienen odio mutuo, me eriza la piel, me da una sensación horrible cuándo los veo así.
No entiendo por qué se tienen tanto odio, la verdad es que no entiendo. Mi padre no permitió que mi madre trabaje, no obstante ella le vive refrescando eso en su cara. ¿Tal vez ese sea el motivo?
—¿Tú consideras que se odian?
—No lo sé Verónica, tengo mis dudas, sí que las tengo. Al fin y al cabo ella es una persona y no una tortuga. Si ella realmente quisiera trabajar, ¿quién la impediría?
—Piénsalo, quizás ya se acostumbró a no hacerlo y le da algo de miedo. Yo tendría miedo a trabajar después de tantos años sin hacerlo.
—As veces creo que usa eso como excusa para no enfrentarse con la verdad: que es ella misma la que no quiso trabajar para nada, y fin de la historia. ¡Pero si yo me atreviera a decirle algo así, Marlene se transforma en monstruo!
—No sabremos la verdad si ella no lo cuenta, cada persona toma la decisión que le parezca correcta para su vida.
— ¿Puede que de este modo sea?... Ahora, mi padre es un hombre muy guapo y tiene mucha presencia, mis compañeras de la escuela siempre me mencionan:¡Tu padre es muy guapo!
Él se casó muy joven, ahora con sus cuarenta y algo le gusta vestirse bien, utiliza ropa elegante, sin embargo, de chico joven, esa marca muy conocida que emplean los modelos y músicos.
Marlene le tiene muchos celos, se muere de celos. Mi padre es un empresario muy importante, por ende cuenta con muchas empleadas, secretaria, ayudante de oficina y esas cosas que tienen los empresarios. Todas muy bien vestidas, de muy buen físico y bien perfumadas. Marlene a cada tanto aparece de sorpresa en la empresa a controlar si no anda en nada raro con alguna empleada. Mi padre se pone loco de la cabeza y empieza a beber alcohol, y vaya que toma mucho alcohol...
Davyd empezó a hablar de su padre, dice que es un empresario muy conocido, solo que no me animo a preguntar quién es, su apellido o donde tiene su empresa.
— ¿Tu padre era alcohólico?
— Yo declaro que si lo es. Aunque él declare lo contrario.
Davyd me contó que la madre desconfía mucho de su padre. Que lo cela mucho.
Confieso que tenemos una historia muy comun hasta ahora...
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Davyd:
Me siento muy bien hablando con Verónica, siento que ya es alguien de mi confianza, hasta creo que le agrado¿O será por qué está sola y no tiene con quien hablar? De cualquier manera le seguí contando, preciso sacar algunas cosas de mi cabeza, alivianar mi carga...
— Como decía mi madre: “Yo no confío ni en él mucho menos en ellas”, y me venía esa sensación de gracia ¿sabes? Si es tan lindo amar a alguien y tener confianza, considero que deberíamos tener más confianza en las personas, o al menos no ser tan desconfiados. Entonces por sus celos, mi madre se la pasa arreglada: hace gimnasia, operaciones, plásticas, agrega múltiples tintas de color al cabello... ¡Una locura!
Marlene tiene terror a envejecer. Se mira en el espejo todo el tiempo buscando arrugas, o algún pelo blanco en la cabeza, es frustrante, pierde mucho tiempo haciendo eso, más de lo que debería, en lugar de vivir más. Además, no vive sin calmantes, no duerme si no los tiene, y si le quedan menos de diez pastillas se pone como loca, vive pidiendo receta médica para comprar más, o pide a alguna amiga que tenga esposo que trabaje en hospital.
Bueno, también es obvio que yo todavía voy a la escuela, aún estoy cursando el segundo año del curso medio. Ya tendría que estar en cuarto año haciendo algún curso de esos económicos. Me da hasta vergüenza decirlo. Repetí y perdí un año por faltas por nadar por ahí haciendo locuras y consumiendo tofo lo que encontraba por el camino.
¿Sabes cómo es realmente la escuela?
¿Sabes cómo es ir a una escuela de clase alta? Todos con la nariz empinada, tienes que andar vestido en la última moda, zapatillas, pantalones y algunos con Rolex de oro, y lapiceras Tibaldi y Parker. Es como si fuera un conjunto de leyes no escrita que todos siguen adentro de la escuela, no puedes pensar ni vestir diferente, no puedes salir de esta línea debes aguantar o ya no haces parte de la tribu y toda la escuela te da la espalda.
Con Lucas fue así: un chico pobre, hijo del portero de un edificio de al lado de la escuela, iba a una escuela pública, gente de otro perfil. Entonces mi escuela empezó a dar becas, y él salió sorteado. Él aceptó, pero por su manera de vestir, zapatillas económicas, imitación de las marcas más caras, remeras desteñidas de tanto uso, lapicera Bic. La escuela entera se burlaba de él, me dio mucha pena. Solo que Lucas es un genio, un sabiondo de primera, y lo hicieron parte de la tribu, porque también ayudaba mucho a los que no sabían, sin embargo, aún de este modo no dejaron de lado, las bromas pesadas por su vestimenta.
Pero luego volveré a hablar de Lucas, ya que él es muy importante en mi vida.
¿Y usted Verónica? ¿Qué tipo de escuela frecuentaste, o tu hija? ¿La mandaste a alguna escuela de clase alta o frecuentó una escuela común?
Personalmente, a mí no me gustan las escuelas así, soy más de las personas comunes, sin prejuicios, de los lugares donde uno pueda sentirse cómodo y andar descalzos si es posible, sin importar si llevas una cartera cara o el cuaderno y un lápiz bajo el brazo.
Sin importar si usas ropa de marca cara o usas lo que tienes porque es lo que te hace feliz y estás cómodo así. ¿Qué piensas al respecto de eso?