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1080 Words
El trabajo era extenuante y Brandon era un jefe un tanto insoportable pero no di mi brazo a torcer, tenía una familia que mantener. Me asignaba cualquier cosa que se le ocurriera y yo la cumplía a cabalidad. No hablábamos mucho y la verdad que mejor así, a pesar de que mantenía mi buen ánimo ocultaba que aún estaba triste. El dolor me acompañaba a donde fuera y aunque estaba aprendiendo a lidiar con él a mi corazón le costaba soportar la incidia. Extrañaba demasiado a Carl, en todos y cada uno de los aspectos de la vida... En las cosas cotidianas como el café que compartíamos por las mañanas, los besos antes de dormir, las bromas conjuntas que solo nosotros dos entendíamos, las noches de película cuando los pequeños se dormían. Él era el pilar que me mantuvo en pie durante años mientras lidiaba con el duro trabajo de la crianza y la maternidad, aunque mis padres me ayudaban la soledad que sentía era abismal. Estaba sirviendo café, el nuevo favorito de Brandon era el que yo hacía y ya no permitía que nadie más lo preparará, cuando su supuesta novia llego: Catalina Reyes, una pelinegra preciosa con cuerpo de revista. Le sonreí y ella se acercó a mí, mirándome de arriba a abajo. —No eres para nada su tipo, ¿qué haces aquí? —Ni yo sé que estoy haciendo—dije—por ahora solo café. —Espero que no intentes meterte con él, todas sus asistentes son así—frunció el entrecejo—pero yo estoy destinada a ser su futura esposa. —Claro que si—la apoye—eres hermosa y el también harían una pareja espectacular, ¿cómo cuidas tu cabello?—pregunté con verdadera curiosidad—el mío parece un estropajo, la verdad es que no me hago mucho pero si tu me das un buen consejo lo tomaré en cuenta. —Aceite de argán—ella estaba un poco sonrojada, parecía avergonzada de haberme atacado sin razón—tal vez me comparte mal pero es que si he tenido chascos con sus secretarias y asistentes. —Tranquila, yo igual no encajo en el estándar. Soy antropologa de profesión y hace poco enviude, mi libido esta por los suelos así que no he tenido nadita de deseo s****l. Ella río abiertamente—Brandon es una persona con demasiado deseo—su cara coqueta me hizo pensar que seguro eran dos locos entre sábanas—no tienes ni idea. ¿Y eres de las que desentierran huesos? —No, la arqueología es una rama pero yo me especialice en antropología social. —Que interesante. —¿Y cuántos años llevas de ser novia de Brandon?—pregunté curiosa, ella pareció consternada. —¡No lo somos!—chilló—no me lo ha pedido, llevamos un año juntos pero aún sin compromiso. —¡Que horror!, mi fallecido esposo me pidió ser su novia a los dos meses. En fin, ¿le has dicho algo al respecto? —No me atrevo—murmuró llorosa—él es muy cruel, nunca se toma enserio a ninguna de las chicas con las que sale. —Si quieres yo le digo—la apoye decidida—¿Qué dices? Ella aceptó gustosa, fuimos juntas a la oficina de Brandon. Abrí la puerta y lo saludé efusivamente, él me miró con gesto contrariado, no sabía si yo le caía bien o mal pero siempre era bastante raro conmigo. —Querido—anuncié—tienes que pedirle la mano a esta mujer—ella me tironeo asustada, él había puesto pésima cara—o al menos que sea tu novia. —No—cortó secamente—salgan de aquí. —Llevas un año, ella merece responsabilidad afectiva—decrete—no es un juguete al que puedas usar y desechar, es una persona con hermosos sentimientos que te quiere de forma sincera, no puedes ser tan patán—él levantó las cejas sorprendido. —¿Quieres qué te despida? —Si, ¿por qué no?—tampoco era el trabajo de mis sueños era aburrido y tedioso—pero no estamos hablando de eso. —Salgan—repitió la consigna. Catalina me agarró la muñeca y me obligó a salir. —Que sepas que es muy poco hombre de tu parte jugar con los sentimientos de alguien que te quiere—grité antes de que se cerrará la puerta. Catalina me agradeció cariñosamente a la vez que me pidió que no volviera a intervenir nunca, según ella yo era «muy agradable pero demasiado sinvergüenza». Me quedé todo el día haciendo mis asignaciones y a la salida me volví a topar a Brandon que parecía que aún no estaba de buenas, como de costumbre. —Hola—lo saludé—¿sigues enojado?—la gente a nuestro alrededor hizo silencio oara esucharnos, los muy chismosos. —No lo estoy pero no te metas en mi vida privada, no me interesa comprometerme. —¿Por qué? —Soy guapo, joven, exitoso ¿para qué me voy a atar?, prefiero disfrutar sin compromisos. —Que tonterías dices—la gente se contrario ante mi respuesta—amar a una sola persona también es disfrutar, no creo que sea necesario probar tanto para estar seguro de lo que te gusta. Siento que una vida así solo recubre vacíos emocionales y carencias afectivas—todo el mundo se puso nervioso al oirme, «es una atrevida, no sé que le pasa». —Cada quien tendrá sus criterios para vivir como se le plazca. —Eso sí—no me interesaba continuar la discusión—¿vamos a mi casa por un café?—ese día sentía la muerte de Carl muy presente y necesitaba desahogarme con alguien. —¿Acabas de enviudar y ya quieres eso?—mis ojos se cristalizaron pero me mantuve firme. —No, Brandon... Perdóname por la invitación—todo el mundo comenzaba a burlarse hasta que me escucharon—solo quería conversar un poco, llevo casi dos años tratando la depresión por su muerte y no tengo ningún amigo con el cual conversar. No me interesas de esa forma, siento haberte importunado, nos vemos mañana—dije dándome la vuelta y yéndome hacia el ascensor. —¡Serina!—lo escuché que me llamaba—si quieres yo te invitó el café—las puertas se cerraron y mi mirada nunca se dirigió hacia él de nuevo.
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