NARRA LEYLA HAWTHORNE
Desconcertada y llena de mucha intriga, ya que era la primera vez, desde que recordaba que estábamos ahí, que recibíamos una visita o que, al menos, alguien venía a tocar nuestra puerta, decidí salir de la cama e ir a ver quién era esa persona.
Me vestí con un camisón y me coloqué una bata encima y, sin mucha prisa, avancé hasta la sala.
—¿Qué haces tú en este lugar, cuando se suponía que estabas en Glasgow? —Las voces provenientes de la sala me llegaron al oído.
«¿Glasgow? ¿Qué iba a estar haciendo Braden en Glasgow, cuando se suponía que nosotros vivíamos en Helensburgh?».
Fruncí el ceño y la intriga aumentó en mi interior, como un hongo que crece sin permiso e invade la maleza envenenándola.
«¿Quién era esa mujer que hablaba en ese tono tan demandante y autor
