El sonido de los navíos y las voces de bienvenida y despedida, eran melodías para los oídos de Noemí, con una sonrisa en la cara, comprendió que había vuelto a Londres, a ese Londres que abandonó hace unos cuantos meses con el corazón destrozado. Sin embargo, su estadía en Francia le sirvió para sanar todo aquello que le hizo daño, y darse cuenta que estaba por iniciar una vida junto a Anthony, quién era un magnífico hombre. ——Sansón, tranquilo— mientras el can seguía ladrando. —Damas, por favor acompáñenme, los baúles están en el carruaje— dijo Anthony. El joven Marqués, guío a Noemí seguido de Eidel y Sansón. —Con cuidado— mientras la ayudaba a subir el peldaño del carruaje. —Eidel— sosteniendo su mano y por último Sansón quien no necesitaba ayuda. El carruaje, emprendió la marcha c

