Esa noche, en el hotel, se dieron cuenta de que los ruidos fuertes y sensuales no serían apropiados, así que se acurrucaron un rato en la cómoda cama y luego disfrutaron felices de sexo, con una dominación silenciosa y una sumisión silenciosa. Se durmieron abrazados y no despertaron hasta bien entrada la mañana siguiente.
Pasaron el sábado explorando la zona en coche, visitando un fuerte, un faro y el famoso Museo de la Columbia Británica, junto al Parlamento. Había algo en Victoria que los ponía muy cachondos, así que volvieron a su habitación de hotel y follaron como conejos siempre que pudieron.
Regresaron a casa el lunes, doloridos por tanto sexo. Para estar lista para trabajar el martes, Mónica necesitaba volver a su apartamento esa noche. "Ojalá pudiera quedarme aquí esta noche, Ho
