La confianza mutua marcó el tono de su relación, que se volvió más cálida y profunda con el paso de los meses. Sus actividades sexuales siempre implicaban juegos apasionados, pero amorosos, de dominación y sumisión. Mónica obtenía una gran satisfacción simplemente sirviéndole. A veces era con pequeños detalles, como llevarle el café y sentarse a sus pies un rato. Otras veces, participaban en un entrenamiento semiformal donde Cole le enseñaba a secarlo después de que saliera de la ducha o a posar en las posturas más sensuales para su disfrute visual. Sobre todo, estaban profundamente enamorados. Sin embargo, no era un mundo de fantasía. Cada uno tenía importantes responsabilidades que exigían mucho de su tiempo. Su relación dominante/sumisa satisfacía algunas necesidades internas básicas,

