AITANA
—Nunca me había sentido tan fuera de lugar en mi vida.
El caso era que había estado en las gradas de mi propia vida tanto tiempo que casi había olvidado cuál era mi elemento.
Y así fue como terminé aquí. Dejé que mi mejor amiga me convenciera a mí, Aitana Bloom, chica normal sin ni una pizca de experiencia en modelaje o actuación, de que podía interpretar a la súper cool novia de una estrella de rock en el nuevo y ardiente video musical de Elijah Colton.
¿Qué diablos estaba pensando?
Hoy era la primera vez en mi vida que tenía sudor real en las palmas.
Froté mis manos contra la suave bata, metiéndolas en los bolsillos mientras seguía a Ximena por la enorme casa que decía pertenecía al manager de Elijah, Ryder, el tipo con tatuajes de la oficina de Cami. Esta vez lo había conocido de verdad, y tenía un aura intensamente sexy de negocios mezclado con rock and roll que me dejaba sin palabras. Me sentí aliviada cuando la increíble Ximena me rescató de esa conversación. Igual cuando lo hizo con Zander. Porque, ¿qué demonios le diría a Zander Traynor, el vocalista más carismático desde Mick Jagger que ha pisado un escenario. de pantalones de cuero?
Sí, había recurrido a Google desde que me contrataron para esto.
Mucho.
El cantante de Pecado Ardiente tenía el cuerpo de un dios del amor y una voz por la que claramente había vendido su alma al diablo, y sí, era hermoso, pero yo solo lo miraba porque era eso o volver a caer en el contacto visual con Elijah Colton.
Y eso era una amenaza seria para mi cordura.
Cuando el hombre me miraba, pasaban cosas en mi cuerpo que solo podía describir como una locura hormonal temporal pero total. Era mareante, emocionante y aterrador, y necesitaba controlarme antes de grabar la escena. Se suponía que debía actuar relajada y de novia, colgando a su lado en una fiesta o lo que fuera, no desmayándome como una virgen reprimida que podría explotar si él rozaba sus hombros con los míos.
No ayudaba que hubiera traído a todos sus amigos de personalidad enorme al rodaje.
Quiero decir, había visto fotos de todos los miembros de Pecado Ardiente en internet. Pero como este rodaje era para el álbum solista de Elijah, no esperaba que Zander ni Daniel Reid, el baterista de Pecado Ardiente, estuvieran presentes.
¿Qué diablos esperaba?
Tal vez un estudio de sonido estéril con un equipo de filmación eficiente y serio dando órdenes.
Aquello se sentía más como una fiesta: gente por todas partes, abarrotando cada rincón de la joya arquitectónica que era la casa de Ryder. Estaba en North Vancouver, encaramada en la montaña en Canyon Heights, y seguramente costaba una fortuna de siete cifras.
El equipo de filmación se veía justo como yo siempre imaginé a los técnicos de gira; los técnicos parecían criminales, los de seguridad auténticos motociclistas, y el equipo de gestión —Ryder, Ximena y un puñado de asistentes— lucían como verdaderas estrellas de rock.
¿Elijah, Zander y Daniel? Parecían sacados de la fantasía s****l de una diosa griega.
Nunca había conocido a gente así en la vida real.
Cuando llegué, Ximena me rescató misericordiosamente de una habitación llena de mujeres que parecían haber salido directo del backstage de un desfile de Victoria’s Secret. Debía verme tan fuera de lugar como me sentía con mi camiseta de los Rolling Stones, jeans salpicados de pintura y tenis morados; aparentemente todos mis jeans tenían pintura, algo que solo había notado esa mañana.
Honestamente, ¿qué diablos hacía aquí?
Por segunda vez ese día, Ximena me dejó en uno de los dormitorios de arriba que había sido tomado por el equipo de vestuario, prometiendo ir por mí en diez minutos.
Diez minutos hasta mi escena con Elijah Colton.
Mis palmas sudaban otra vez.
Las chicas de vestuario me liberaron de la bata y me pusieron sobre una pequeña plataforma para mirarme. Lo cual no habría sido tan raro, dado su trabajo, si no estuviera completamente desnuda excepto por el bra y la ropa interior. Definitivamente no era mi zona de confort, pero como solo había un par de modelos y las chicas de vestuario en la habitación, y ellas hacían esto todo el tiempo, traté de convencerme de que no era gran cosa.
Para nada aterrador.
Me hicieron un cambio rápido en el baño contiguo, manteniendo el bra de satén champagne y encaje n***o, pero cambiando la ropa interior a un par de shorts negros de encaje, diminutos, que mostraban bastante trasero. Por suerte, tenía un trasero decente.
—Oh, perfecto —exclamó una de las chicas de vestuario al verme, y me dije a mí misma que era un poco lindo y no raro que les importara tanto lo que llevara debajo de la ropa, ya que nadie lo iba a ver.
Luego entró una de las chicas de maquillaje con una paleta, su cinturón lleno de brochas y esponjas, y comenzó a cubrir un moretón en mi muslo con su maquillaje mágico que hacía que pareciera que no tenía poros.
Y fue entonces cuando me golpeó la realidad.
Esta era mi ropa.
Como, toda.
Porque aparentemente iba a ser filmada en el video musical de Elijah Colton usando solo bra y panties.
—¿Hay tiempo para usar el baño antes de bajar? —pregunté a quien quisiera escuchar, el pánico subiendo como bilis en mi garganta.
—Claro —dijo la chica de maquillaje—. Solo trata de no emborronar el maquillaje.
Corrí al baño y cerré la puerta justo a tiempo para el primer arcada. Me sujeté del hermoso lavabo de mármol y vomité, tan silenciosamente como pude, mi estómago contrayéndose mientras hacía un esfuerzo por no devolverme nada. Gracias a Dios no salió nada. Ahora me alegraba de no haber comido sushi.
Tragué, hice fuerza, tragué de nuevo, y me concentré en controlar la respiración. Aerosmith sonaba con Sweet Emotion en el sistema de sonido de la habitación contigua, así que al menos sabía que no me escuchaban.
Cerré los ojos y respiré, lenta y profundamente. Luego rebusqué en los bolsillos de mis jeans descartados y encontré mi teléfono. Llamé a Cami con manos temblorosas, una mezcla tóxica de nervios, enojo y humillación hirviendo en mi estómago.
—¿Es tan hot como lo recordabas? —contestó ella, y podía escuchar la sonrisa satisfecha en su voz.
—Más hot. Cami. Qué diablos.
—¿Eh? ¿Estás bien? —Alarmada. Sonaba preocupada y habría sentido culpa si no estuviera aún tragando bilis.
—¿Sabías que quieren que haga esto solo en panties y bra?
—Ah —dijo mi mejor amiga—. Eso.
—Sí, eso —susurré con irritación—. Te habría gritado por primera vez en nuestras vidas si no tuviera miedo de que la gente bonita en la siguiente habitación me escuchara. Tiré de la delicada encaje de los shorts, que ahora me quedaban varios tamaños pequeños, intentando cubrir más mi trasero.
—Aitana, Cielos. En serio, ¿estás bien? Suenas… espumosa.
—Sí, porque estoy espumando por la boca. Nunca me dijiste que haría esto casi desnuda.
—Uno. Panties y bra no son lo mismo que desnuda. Usas menos en la playa. ¿Tu sexy bikini tanga?
—Eso es diferente.
—¿Cómo es diferente?
Ugh. Odiaba cuando me ganaba en las discusiones. Lo hacía todo el tiempo. De ahí que estuviera aquí, en lencería sexy que ni siquiera era mía.
—No sé. Simplemente lo es.
—No lo es. Y dos. No te conté que cambiaron el plan porque sabía que te asustarías y te retirarías, y realmente, realmente creo que deberías hacerlo.
—¿Qué quieres decir con que cambiaron el plan?
—¿La escena de la fiesta? Llamaron ayer para decir que la alteraron un poco, así que tu escena con Elijah ahora será uno a uno. Solo ustedes dos.
¿Solo nosotros dos?
¿De qué estaba hablando?
—Cami, ¿en qué diablos me metiste?
—Nada. Es solo una escena de amor.
Frío. Sentí un escalofrío, mi estómago una bola de lava caliente.
—¿Qué quieres decir con escena de amor?
¿Como… sexo?
Sexo simulado, frente a una cámara?
¿Con Elijah Colton? El chico más hot del universo?
Pánico hot. Bilis subiendo.
Tragué saliva con fuerza.
—Solo tienes que fingir besarte con Elijah —dijo Cami, como si fuera lo más sencillo del mundo—. ¿Es guapo, verdad? Y estabas preocupada de tener que bailar a tiempo o pavonearte o algo así. De esta manera ni siquiera tienes que actuar.
Claro. Porque fingir besarte con una estrella de rock super hot mientras un equipo de cámara te filma es algo cotidiano para mí. Totalmente natural.
—Sin mencionar que conseguí más dinero para ti. Ya sabes, por hacerlo en tu lencería.
Lento. Inhala por la nariz, exhala por la boca.
—¿Aitana?
—Estoy respirando.
—¿Dónde demonios estás?
—En el baño.
—Está bien… respira y luego sal de ahí. Ya repasamos esto. Tomamos vino. ¿Recuerdas? Vas a brillar.
Brillar. Claro. A pesar de la confianza de Cami en mí, estaba bastante segura de que quien realmente iba a brillar era Elijah Colton.
Podía vomitar en cualquier momento.
Por primera vez desde que empecé a hacer arcadas silenciosas, me vi reflejada en el espejo: la chica que estaba a punto de fingir besarse con Elijah Colton.
Medio desnuda.
Parpadeé y me quedé mirando, tratando de imaginar a esa chica en un video musical.
Tenía mucho más maquillaje de lo habitual, pero bueno… no es como si no hubiera nada con qué trabajar. Cara algo en forma de corazón. Rasgos simétricos. Cejas delgadas y arqueadas, pómulos bastante altos. Labios llenos. Ojos grandes azul-verde enmarcados por pestañas oscuras. Piel pálida irlandesa con algunas micropecas sobre una nariz bastante linda.
Miré mi figura en la lencería, mucho más sexy de lo que había imaginado, ahora que la veía con los ojos de la chica que iba a usarla frente a Elijah Colton. Siempre había sido un poco petite, nada que ver con las otras mujeres contratadas para esto, pero al menos tenía curvas. Antes había sido un poco tomboy. Skater, me vestía como los chicos con los que pasaba el tiempo y me veía como ellos también. Era difícil no seguir viendo a esa chica en el espejo. Había florecido tarde, pero había florecido.
Y alguien había visto algo en eso, lo suficiente como para contratarme para esto, ¿verdad?
—¿Aitana? —Cami sonaba preocupada ahora. No me gustaba ser la causa de eso.
Trataba de procesar la idea de salir allá afuera, con esto puesto, frente a Elijah Colton, todos sus amigos hot, los de seguridad, el equipo de cámaras y todas esas otras modelos… modelos de verdad… y no podía. No podía. Mis palmas seguían sudando mientras me aferraba al lavabo.
—Mierda, Cami —dije con una voz pequeña y reseca—. Ni siquiera sabe quién soy.
—¿Debería?
—Eh, sí… ¿no? Pensé que me había elegido. Pero ni siquiera sabía que me habían contratado.
—¿Y qué? Fuiste contratada. Sé que te sientes rara porque nunca has hecho esto antes, pero, ¿a quién le importa? Confía en mí, nena. Esto es algo que algunas chicas, chicas hermosas, se rompen el trasero tratando de conseguir durante toda su carrera y nunca lo logran. Esto es Elijah Maldito Colton.
—Sí. Lo sé.
Tanto Cami como Google me habían llenado de información sobre la magnitud de la fama del hombre, contándome que Elijah Maldito Colton no era menos que un dios del rock, un dios del sexo y un rompecorazones total.
Sin mencionar que su novia actual era nada menos que Elise, la super hot bajista de Pecado Ardiente.
Incluso si reunía el valor para salir allá afuera con esta lencería, yo, Aitana Bloom, no estaba hecha para ese tipo de presión.
—¿Sabes que representamos a una actriz que acaba de filmar una escena de amor con Leonardo? —continuó Cami—. Y a una modelo de Victoria’s Secret de verdad. Las rechazaron a todas. Te quieren a ti.
—Ajá. —Esa parte, para ser honesta, aún no me cuadraba. Pero sí me daba más náuseas—. ¿Por qué demonios acepté hacer esto? Sabes que odio estar en el centro de atención. Cerré los ojos, luchando contra el mareo.
Cami se quedó en silencio. Sabía, claro que sabía.
Había estado allí, a mi lado en el altar mientras el ministro miraba con grave simpatía y los minutos pasaban. Mientras todos me miraban con mi vestido blanco; todos menos la persona que debía estar allí.
La que acababa de irse.
Quería desaparecer en ese momento, pero no podía. No podía escapar de ese horrible instante que se alargaba sin fin.
Aún lo revivía, casi dos años después.
—Y por eso mismo necesitas hacer esto —dijo mi mejor amiga.
—¿Por qué, exactamente?
—Sabes por qué. Mira, Aitana, he estado contigo. A través de todo esto. Te he visto lamentarte durante los últimos dos años de tu vida…
—Un año y diez meses. No exageres.
Alguien golpeó la puerta del baño. —¿Aitana?
Era Ximena, aquí para llevarme a grabar mi escena. Imaginé a Elijah Colton allá afuera, esperando… Mierda, ¿estaría medio desnudo también?
—¡Un minuto! —llamé lo más dulce que pude, aunque la bilis volvía a subir. Intenté contenerla, pero estaba ganando.
—Está bien —insistió Cami—. He visto a mi mejor amiga en todo el mundo sentirse mal por sí misma durante un año y diez meses, todo por un idiota que de todos modos no la merecía—
—Cami…
—Espera. Nunca te mereció en primer lugar, y lo sabemos las dos. Sé que lo sabes, en el fondo, que era un completo imbécil y la manera en que te lastimó fue despreciable.
Vomité. En silencio.
Solo un poco, en el hermoso lavabo de mármol del manager tatuado de Elijah Colton.
—Pero el hecho de que sigas dejando que eso gobierne tu vida —dijo Cami, ajena a mi vómito—… Aitana, eso depende de ti.
Esto.
Por esto Cami era, y siempre sería, mi mejor amiga.
Me amaba cuando necesitaba amor. Y me exigía cuando necesitaba un empujón. Siempre.
—Tienes razón —dije con voz ronca. Hice buches con un poco de agua y escupí en el lavabo, lavando el vómito por el desagüe.
—Tienes que agarrar este momento por los huevos. Recupera tu maldita vida, nena.
Cami siempre intentando que agarrara algo por los huevos. Normalmente la vida. A veces un hombre.
Nunca había estado más agradecida por eso.
—Está bien —dije.
Tenía razón, y lo sabía.
No podía permitir que lo que me pasó hace casi dos años en ese día horrible, el día que se suponía que sería el mejor de mi vida y resultó ser el peor, arruinara mi vida.
Y si no tomaba acción drástica, eso era exactamente lo que iba a pasar.
—Lo voy a hacer.
Me sequé la boca con un pañuelo, asegurándome de que no quedara rastro de vómito en mi rostro maquillado mientras me estudiaba en el espejo.
—Maldita sea que sí.
—Y por cierto —le dije—, te amo.
Colgué y enjuagué mi boca con un poco de enjuague que milagrosamente había quedado en la bandeja de artículos de tocador para invitados.
Luego respiré hondo, abrí la puerta y fui a besar a una estrella de rock.