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408 Words
Toda la familia está reunida, observo a mis padres desde la larga mesa. Tienen amplias sonrisas en el rostro, algo que no comprendo pero que tampoco me interesa. Estoy sentado en el otro extremo, junto a platos de oro y cubiertos que para mí carecen de significado. Había ido a estudiar a América, estudiaba abogacía. Estaba ansioso por que la cena terminara para poder ir a ver a Amelia, la mujer con la que deseaba pasar el resto de mi vida. Había apagado su alojamiento, deseando tenerla cerca para poder anunciar que nos casaríamos pronto. De igual forma, no tenía ningún compromiso con nadie, por eso había prometido a mis padres darle el resto de mi vida tal como me lo pedían. "Zahir," dice mi padre con un tono solemne, "hay un anuncio muy importante que tengo que hacer". Me mira con intriga. "Estoy escuchando, padre," respondo con respeto mientras observo a mi madre al otro lado de la mesa. Las costumbres nos separan, hombres y mujeres, pero ella parece saber la noticia. No me interesa en exceso, pero pretendo tener una sonrisa en el rostro y fingir que sí me importa. "A partir de mañana, estarás comprometido con la hija de nuestro aliado político. Su nombre es Zahara. Estamos muy contentos de haber hecho esta alianza. ¡Felicidades!" comenta mi padre. Mi rostro se desencaja, no puedo creer que me hayan comprometido sin siquiera pedirme permiso, aunque sé que es parte de nuestras costumbres. Creo que una parte de mí se había acostumbrado al libertinaje que encontré en América. Me levanto de golpe, mi silla hace un estruendoso ruido al caer hacia atrás. Mi madre me mira con los ojos abiertos como platos, y mi padre, que está de pie con una copa en la mano, borra la sonrisa. “¿Por qué esa reacción?", pregunta en tono seco, mirándome con desaprobación. Suspiro, bajando la mirada y respondo: "No me voy a casar", enfrentándolo. Él me mira con una ceja levantada y pregunta: "¿Perdón?". Mi madre niega con la cabeza, diciéndome en un susurro que no diga nada. Insisto: "Te dije que no me voy a casar", y él comienza a reírse, burlándose. "Bien, entonces te desheredaré", añade. "Lo peor de todo es que no podrás casarte. ¿Qué le vas a ofrecer a esa chica? Estás pagando los gastos con mi dinero", pregunta burlonamente mientras me pongo de pie para salir de la casa.
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