Una propuesta

937 Words
Sin dejar de mirar al extraño, retrocedo. me pongo de pie sujetando mi libro. No tengo idea de quién es, si está casado o soltero. Si alguien me ha enseñado a pensar dos veces antes de confiar en un hombre, es mi exnovio. No quiero involucrarme con nadie tan pronto después de mi última y desastrosa relación, aunque han pasado un par de años, aun no confio en ellos. No quiero ese tipo de complicación en mi vida otra vez. El extraño alto claramente tiene otras ideas. Ante mi retirada cautelosa, entrecierra los ojos, su mirada se vuelve más aguda, más enfocada. Luego viene hacia mí, su paso elegante para un hombre tan grande. Hay algo parecido a una pantera en sus movimientos pausados ​​y, por un segundo, me siento como un ratón acechado por un gran felino. Instintivamente, doy un paso hacia atrás y su boca dura se aprieta con disgusto.Maldición, estoy actuando como un cobarde. Dejo de retroceder y me mantengo firme en mi lugar. Siempre soy la tranquila y capaz, manejando situaciones de alto estrés con facilidad, pero me comporto como una colegiala que se enfrenta a su primer enamoramiento. Sí, el hombre me incomoda, pero no hay nada que temer. ¿Qué es lo peor que puede hacer? ¿Invitarme a salir? Sin embargo, mis manos tiemblan ligeramente cuando se acerca, deteniéndose a menos de dos pies de distancia. Así de cerca, es incluso más alto de lo que pensaba, unos centímetros más. No soy una mujer bajita, pero me siento diminuta parada frente a él. No es un sentimiento que disfrute. —Es muy buena en su trabajo—su voz es profunda y un poco áspera, teñida con algún acento de Europa del Este. Solo escucharlo hace que mi interior se estremezca de una manera extrañamente placentera. —Gracias—le digo, un poco insegura. Soy buena en mi trabajo, pero no esperaba un cumplido de este extraño —Cuido bien de Adler durante la noche. Gracias por eso—dice Adler debe ser el paciente del disparo. Es un nombre que suena extranjero. Ruso, tal vez. Eso explicaría el acento del extraño. Aunque habla español con fluidez, no es un hablante nativo. —Fue un placer —respondo. Estoy orgullosa de la estabilidad de mi tono. Con suerte, el hombre no se dará cuenta de cómo me afecta—.Espero que se recupere rápido. ¿Es su pariente? —Sí, mi hermano—dice. Asiento con la cabeza, sin saber qué mas. Este hombre parado frente a mí, de alguna manera me atrae, pero ¿Quién es él? ¿Algún jefe de la mafia? ¿Una figura política? —Le deseo a su hermano una pronta recuperación —digo en un tono alegre—.Salvo cualquier complicación, debería estar bien. —Gracias a usted—responde. Le doy una media sonrisa y doy un paso a un lado, con la esperanza de rodear al hombre y pasar a mi siguiente paciente. Cambia su postura, bloqueando mi camino—.Soy Nikolay Volkov— dice en voz baja—¿Y usted es? Mi pulso se acelera. La intención masculina en su pregunta me pone nerviosa. Con la esperanza de que capte la indirecta, le digo: —Solo soy una enfermera trabajando aquí— no se da cuenta, o finge no hacerlo. —¿Cuál es su nombre?—vuelve a preguntar. Ciertamente es persistente. Tomo una respiración profunda. —Soy Mar Benzal. Si me disculpa—digo. —Mar—repite mi nombre, su acento le da a las sílabas familiares un toque exótico. Su boca dura se suaviza un poco— Mar es un nombre hermoso. —Gracias. Realmente tengo que irme—contesto. Estoy cada vez más ansiosa por escapar. Es demasiado grande, demasiado potentemente masculino. Necesito espacio para respirar. Su cercanía es abrumadora, poniéndome nerviosa e inquieta, dejándome deseando algo que sé que será malo para mí. —Tiene que hacer su trabajo, lo entiendo —dice, luciendo vagamente divertido. Aun así, no se aparta de mi camino. En cambio, mientras lo observo en estado de shock, levanta una mano grande y roza sus nudillos sobre mi mejilla. Me congelo cuando una ola de calor atraviesa mi cuerpo. Su toque es ligero, pero me siento marcado por él, sacudido hasta la médula—.Me gustaría volver a verla—dice en voz baja, dejando caer la mano—.¿Cuándo termina su turno ? Lo miro fijamente, sintiendo que estoy perdiendo el control de la situación. —No creo que sea una buena idea—respondo. —¿Por que no?—sus ojos azules se estrechan—. ¿Esta casada? Estoy tentado a mentir, pero la honestidad gana. —No, pero no estoy interesada en salir en este momento—respondo. Levanta la mano de nuevo, deteniéndome a mitad de un pensamiento. Esta vez, toma un mechón de mi cabello y lo frota entre sus dedos. —Le propongo algo—murmura, su voz acentuada extrañamente fascinante—. Acepte tener una cita conmigo y si no quiere volver a verme después de eso la comprenderé perfectamente y no la molestare más ¿que dice? No sabía que decirle, una parte de mí gritaba que si, pero otra la más sensata decía que no. —No—respondo—. Lo siento, debo irme—dije apresuradamente, salí de ahí como alma que lleva el diablo. Corri por mi cosas y me fui a mi departamento. Durante el camino no podía dejar de pesar en él y en su propuesta de una cita.
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