Emilio
Deje a mi madre aparentemente bien, claro está con la condición que me avisarán cada minuto que pasará con ella.
Mire mi reloj, se supone que hoy es la dichosa reunión de socios, así que papito, me tendrás ahí presente.
Coloque el pie en el acelerador, no puedo llegar tarde, tengo el tiempo justo para llegar, es hora que empiece a tomar control de lo de mi madre, después de todo, me pertenece.
Llegué a las oficinas, como siempre todo el mundo corría de un lado a otro, me alegra ver que todo sigue funcionando a la perfección.
—¡Buenos días señor Lennox! —dijo una joven mirándome lascivamente.
Seguí caminando, ahora no tengo tiempo para socializar, ahora lo verdaderamente importante es llegar a la dichosa junta.
Camine rápidamente hacia el elevador, no niego que siento nervios, no por lo que pueda decir o hacer mi padre, si no nervioso por llegar a defraudar a mi madre, ella merece todo, y no quiero que ella se sienta defraudada de mi.
Las puertas del elevador se abrieron, y mis ojos al igual que las dos puertas, estaban de par en par, al verla precisamente a ella.
—¡Hola cariño! —exclamó sarcástica Antonella.
—¿Qué diablos haces aquí? —dije mientras las puertas del elevador se cerraron.
—No es obvio, vine a ver a mi esposo, al amor de mi vida. —Moví mis manos e intenté abrir nuevamente las puertas del elevador, odio escuchar que ama a mi padre.
—¡Que!, ¿Acaso quieres huir de mí?, o definitivamente me tienes miedo cariño. —No sé cómo lo hace, pero siempre logra provocarme, sacarme de mis casillas .
Me giré y sin mediar palabra alguna la pegué contra la pared del elevador, sus ojos se abrieron de par en par, y pude notar una leve sonrisa en sus labios.
—No te tengo miedo Antonella, solo espero poder reunir todo lo que me pediste y así de una buena vez te largas de nuestras vidas —dije.
Sus manos se interpusieron en medio e intentó empujarme, así que la tomé de las muñecas y las lleve arriba de su cabeza.
—¡Es mejor que me sueltes, Emilio! Ya estoy hharta que cada vez que quieras tomarme lo hagas, no soy de tu propiedad, así que suéltame —exclamó, su cuerpo temblaba, lo pude sentir, al igual que su boca decía todo lo contrario a lo que salía de su voz, me recosté más a ella y llevé mis fosas nasales alrededor de su cuello.
Ese maldito aroma que se cuela por mis fosas nasales cada vez que estoy cerca de ella, es como si me persiguiera dónde quiera que vaya, es una maldita tortura para mí. Baje lentamente mi cara hasta llegar a su cuello, siento como Antonella se tensó por completo, al igual que si respiración empezó a subir y bajar con mucha más intensidad.
—¡Suéltame Emilio! —dijo en un hilo de voz.
Moví mi cabeza y maldije internamente, si no me alejo pronto de ella estoy seguro qué me va a enloquecer. La solté, llevé las manos a mi cabeza y empecé a caminar dentro del elevador, mi cabeza cada vez está más perdida, y lo peor es por ella, por la mujer que me engañó y jugó con mi corazón.
Pasaron unos minutos, y ninguno de los dos volvió a decir absolutamente nada, solo se escuchaban nuestras respiraciones y vagamente mis pensamientos, esos que solo iban dirigidos a ella.
—¡Emilio! —vociferó Antonella llamando mi atención.
—¿Ahora qué quieres? —exclamé de muy mal humor.
—Emilio esto no se mueve, llevamos rato y sigue en el mismo piso 23, creo que nos quedamos atrapados. —Gire para constatar lo que decía Antonella, y en efecto, el elevador se había detenido.
Joder, recordé que Antonella es claustrofobica, me giré rápidamente hacia ella, y ya estaba empezando a hiperventilar, estaba completamente pálida sus ojos estaban apunto de dejar salir lágrimas, y sus manos temblanban al igual que todo su cuerpo.
Rápidamente oprimí el botón de emergencia, al mismo tiempo que corría para tomar a Antonella en mis brazos.
—¡Antonella por favor, no te vayas a dormir! —dije mientras su pecho subía y bajaba con gran desesperación, me senté en el piso del elevador y la coloque sobre mis piernas, toda ella temblaba.
Joder, otra vez no, aún recuerdo la vez que nos quedamos encerrados en la biblioteca , y lo peor totalmente a oscuras, fue la primera vez que la vi, y puedo decir que me enamore de ella inmediatamente.
Ese día ella buscaba un libro para su materia de matemáticas, y yo, solo buscaba un lugar tranquilo, los problemas con mi padre me tenía cada vez más mal, y lo único que quería era un momento a solas, ese día el destino la puso en mi camino, Pero nunca pensé que odiaria ese día, ese maldito día en que ella se cruzó en mi camino.
—¡Emilio, no me dejes por favor! —dijo suavemente tomando de mi mano, baje la mirada, y vi que una lágrima resbalaba por sus mejillas sonrojadas, alce la mano y suavemente limpie la lágrima que se había resbalado sin su permiso.
Sentí ganas de protegerla, de amarla, así como nuestra primera vez.
—No me voy a ir, estoy contigo —dije, recordando todo lo que ella significaba para mi.
Su mirada estaba totalmente perdida, insegura, llena de miedo, baje lentamente mi cara y uno mi boca a la suya, sin pensarlo me dejé llevar, me apodere por completo de sus labios.
—¡Se puede saber qué significa esto!. —Alce mi mirada al escuchar la voz de mi padre, estaba tan sumido en ella, que ni siquiera me había dado cuenta que las puertas del elevador se habían abierto.
—¡Padre no es nada de lo que estás imaginando. Antonella se puso mal, y yo intentaba reanimarla.