Antonella
No sé cómo pude contenerme, estoy segura que si la cena no se hubiera terminado, hubiese tenido que levantarme y sacar a Mila junto con Emilio del restaurante, en fin, soy toda una dama, y tampoco me rebajaría, aunque eso no significa que ahora que Milá volvió aparecer en mi vida no le haré pagar todo lo que me hizo.
Fueron tantas las humillaciones de su parte, que ahora no puedo evitar sentir un gustito de volver a verla, ahora tengo poder, y nada me va a detener.
Baje del auto, y entré rápidamente a la casa, ahora no tengo ánimos de absolutamente nada.
—¡Antonella! Puedes escucharme de una maldita vez. —Me detuve y giré solo para darle una mirada fulminante a Alberto.
—No parece justo, y menos que ahora tengas que irte según tu a solucionar todo lo que tú niñito piensa hacer —dije realmente ofuscada.
—Ya cállate de una buena vez, sabes que no puedo dejar que Emilio metas la manos dónde no le importa, y debo arreglar esto, así que te calmas y ve a nuestra habitación, te prometo que mañana te recompensare —exclamó Alberto enredando sus manos en mi cintura.
—Está bien, solo te advierto que está vez te costará mucho más, la pulsera que me diste la semana pasada no llenó todas mis expectativas —exclamé dejando un beso en sus labios.
—Esta bien gatita, mañana tendrás un collar, el cual quiero que lo lleves para la cena de beneficencia —dijo apretandome contra él.
Deje que se fuera, últimamente saca cualquier excusa para salir tarde en la noche, bueno está vez tiene sentido, no podemos permitir que Emilio se adueñe de lo que va a ser mío.
Subí a la habitación, coloque algo de música y empecé a danzar de lado a lado, mientras me despoje de toda mi ropa, solo quería una ducha d de agua tibia, con mis esencias florales.
Metí mi cuerpo en la tina, me relaje tanto que no me fije la hora, ya es demasiado tarde, así que tomé una toalla y enrede mi cuerpo en ella.
Mire de nuevo el reloj al escuchar ruidos cerca de mi habitación, alce mi mirada hacia la puerta, me imagino que Alberto llegó,solo que abrí mis ojos como platos al ver a Emilio totalmente ebrio parado justo en el marco de la puerta.
—¡Emilio!, ¿Qué haces ahí parado? —dije, o mejor dicho grité al verle en su cara una enorme sonrisa.
—¿Acaso estás tan ciega que no te das cuenta que vine hablar con mi padre?, o mejor vine a desenmascararte. —Vaya lo que me faltaba, tener que aguantar las estupideces de Emilio.
Camine hacia mi tocador sin restarle importancia, ahora no estoy de ánimo y mucho menos para hablar con un hombre totalmente ebrio.
—Pierdes tu maldito tiempo, Alberto no está, así que lárgate —dije mirándome en el espejo, o mejor dicho mirándolo a través del espejo, vi como su cejas se arquearon al mismo tiempo que se adentro más en la habitación.
—Así que mi padre ya se arto de ti que ahora no te calienta en las noches —dijo el muy cretino tomándome del brazo.
—¡Suéltame!, no últimamente se le está haciendo costumbre tomarme, y no estoy dispuesta a dejar que un niñito como usted —dije, por supuesto que me encanta prenderlo, me encanta ver la mirada de irá que se empieza a dibujar en su rostro, es como si una chispa se hiciera presente.
—¡Así que te parece que soy un niñito! —dijo apretando contra él, tanto que podía sentir como toda la sangre se me subía a la cabeza.
Está vez no es un maldito sueño, está vez lo tengo frente a mi, y lo peor, con ganas de matarme.
Lo mire fijamente, y mientras él no se atrevió a desviar sus ojos de los míos, supe que estaba realmente perdida, aún lo amo, de eso no me queda la menor duda.
Sus ojos perfectamente alineados, buscaban algo en mi mirada, claro está no puedo mostrarme débil ante él, ahora menos que nunca.
—¡Si eso eres para mí! Un niñito que no sabe que es lo que quiere, o mejor dicho nunca ha sabido que es lo que quiere en la maldita vida, solo se la pasa lastimado a las demás personas —dije mientras trataba de soltarme de su agarre, Pero qué digo, si lo único que quiero es sentirlo dentro de mi.
—Te voy a demostrar que no soy un maldito niño, te voy a demostrar que soy mucho más hombre que mi padre —exclamó mientras su mirada se desvío ante mi cuerpo, el cual en este momento solo tenía una toalla enredada en él, no pude evitar morder mi labio inferior, solo recordar tenerlo dentro de mi, hace que moje mis bragas por el
Que digo, si ni siquiera tengo bragas, pero de lo que sí estoy segura es que estoy completamente húmeda y lo peor es por el.