ELINA
Después del incómodo encuentro con Iris, volví a mi habitación por un momento antes de que me informaran que era hora de almorzar en el gran comedor del palacio con algunos otros miembros de la guardia real, quienes prefirieron sentarse en el extremo opuesto de la mesa dejando varios puestos de distancia entre ellos y yo, mientras hicieron lo posible por ignorar mi presencia en el salón, decidí ir inmediatamente a mi habitación después de comer lo más rápido posible, para esperar a lo siguiente que tuviesen deparado para mí, ya que nadie se había tomado la molestia de explicarme nada de lo que iba a pasar de ahora en adelante, y sin tener nada más que hacer, me recosté en la cama mirando hacia el techo y pensando en qué momento se me ocurrió que sería una buena idea meterme en todo este lío.
Un par de horas más tarde un golpe en la puerta me saca de mis pensamientos y después de decir un débil “adelante,” la puerta se abre para revelar a la siempre habladora Lily, quien venía trayendo una bandeja con varios platos pequeños que contenían una gran variedad de fruta picada, y después de poner uno sobre la mesa, ella se gira hacia mí con una sonrisa amable y al notar mi cara de confusión ella me explica:
“Usualmente a esta hora los guardias y a veces el rey piden su merienda, fruta algunos días o bizcochos en otros, así que te traje un plato para ver si también querías un poco, noté que no comiste mucho en el almuerzo, debes tener hambre, los alfas siempre tienen hambre,” ella me dice con dulzura y siento un cariño instantáneo hacia la pequeña chica de mejillas regordetas y sonrosadas que siempre parece demasiado amable para su propio bien.
“Muchas gracias, Lily, has sido la única persona que me ha tratado con amabilidad desde que llegué aquí,” le digo sonriéndole y ella me mira de forma extraña, luego se inclina un poco hacia mí con una expresión algo temerosa.
“Señorita Bloodmoon, yo…” Lily me empieza a decir en un susurro, pero se detiene cuando tres golpes fuertes suenan en la puerta y un segundo después de abre para revelar parte del rostro del jefe de la guardia del rey, quien inmediatamente le dirige una mirada de desaprobación a Lily.
La chica se endereza de golpe, viéndose totalmente pálida y tomando la bandeja de fruta de forma apresurada, se dirige hacia la puerta y sale rápidamente de la habitación sin decir una palabra más y dejándome completamente confundida y llena de curiosidad, pero no tengo tiempo siquiera de pensar en ello, pues el jefe de la guardia real entra en la habitación y se sienta en una silla que hay junto al closet, sin siquiera esperar a que yo lo invite a entrar.
“Tenemos un par de asuntos que discutir, así que si quieres ir comiéndote tu merienda mientras yo hablo, no tengo problema con eso,” él me dice con tono serio y yo asiento antes de tomar el plato y empezar a comer la fruta de forma distraída mientras espero a que él empiece a hablar.
“Hay algunas reglas que debes conocer antes de empezar a entrenar y hacer parte oficialmente de la guardia del rey, primero, debes obedecer absolutamente todas las órdenes que el rey dicte, sin importar de qué naturaleza sean tendrás que hacerlo, así él te ordene que te lances de un precipicio, no te debes siquiera parar a considerarlo sólo lo haces y ya, esto no es algo que debería decirte, y no es algo que se le haya dicho a ningún m*****o de la guardia real antes, pues no es necesario, cuando el rey alfa da un orden es nuestro instinto seguirla, en tu caso es diferente porque también tienes sangre real y no sabemos eso cómo pueda afectar la cadena de mando, así que te lo advierto de una vez, tanto el rey, el beta, la princesa Agatha, y yo, somos tus superiores, cualquier orden proveniente de nosotros deberás cumplirla excepto cuando alguna de nuestras ordenes contraríe una orden dictada por el rey, en ese caso deberás obedecer al rey directamente, ¿entendido?” él me dice con tono frío y yo asiento de inmediato, pero eso parece molestarle pues enarca una ceja hacia mí, por lo que me apresuro a responder:
“Sí señor, entendido,”
“Okey, la segunda norma es que deberás entrenar todos los días por al menos una hora, sin importar qué tan ocupado haya sido tu día, no importa si llevas dos días sin dormir, si has viajado durante el día, si tuviste alguna tarea especial, o si sólo te queda una hora de sueño, deberás entrenar cómo sea y donde sea, esta regla tiene una pequeña excepción, y es que podrás saltarte la hora de entrenamiento si ese día tuviste algún tipo de enfrentamiento con algún enemigo y lograste sobrevivir, pues eso ya cuenta como entrenamiento,” él me dice y yo frunzo ligeramente el ceño.
“¿Qué pasa si estoy herida como ahora o estoy en el hospital y es imposible entrenar?” le pregunto y él me mira con ojos entrecerrados antes de responder.
“En ese caso se suman las horas por cada día en que estés incapacitada, lo que quiere decir que tan pronto como el médico te dé la autorización para entrenar, deberás compensar las horas perdidas, así que la próxima semana cuando ya puedas entrenar con nosotros deberás compensar todos estos días que vas a pasar holgazaneando en esta habitación,” él me dice con tono severo, mientras mira mis heridas con expresión de desconfianza, como si pensara que estoy fingiendo lo serias y dolorosas que son.
“Vale, así lo hare,” respondo en tono cordial, pues ya parece bastante molesto.
“La tercera y última, es que no podrás tener relaciones sexuales con ningún m*****o de la guardia del rey ni con nadie de la familia real, ni hablar de las relaciones románticas, está estrictamente prohibido, eres libre de hacerlo con la persona que quieras de este reino o de otros reinos a menos que sean enemigos, pero no dentro de los muros de este palacio,” él me dice de forma categórica y yo asiento de forma distraída, pensando en que esa debe ser la razón por la que Iris no ingresó a la guardia real aun siendo una de las mejores guerreras del reino, no quería perder su oportunidad con el rey, pero noto que él aprieta sus labios en un gesto molesto y me apresuro a contestarle.
“Entendido,”
“Eso es todo, nos veremos en la cena y ten presente que estarán el rey y la princesa presentes, por lo que aunque aún no puedas usar el uniforme debido a tus heridas, sí deberás vestirte apropiadamente,” él me dice mientras se pone de pie y mirándome de pies a cabeza con un gesto de desaprobación ante mi atuendo informal, luego sale de la habitación sin decir una palabra más.
Unas horas más tarde cuando es hora de vestirme para bajar a cenar, me encuentro de pie frente al armario, contemplando frustrada la ropa que fue traída aquí para mí, pues nunca he cenado con alguien más importante que mi alfa Roger, y no tengo idea de qué se considera apropiado para estas ocasiones, además de que tengo bastantes limitantes, pues no sólo hay ropa demasiado pequeña o muy grande para mí, sino que además tendré que usar falda para no rozar la herida de mi pierna con la tela, por lo que lo que debería ser una tarea tan simple como vestirme para la cena, se ha convertido en un dilema enorme gracias a las palabras del jefe de la guardia real.
Finalmente me decido por un vestido color burdeos que llega justo encima de la rodilla, pero que tiene una falda suficientemente amplia para no rozar la herida, y en la parte superior tiene un escote en V que debo cerrar con un pequeño gancho para que no sea tan revelador, decido dejar mi cabello suelto y peinarlo un poco, como no tengo ningún tipo de maquillaje aquí me conformo con aplicarme un poco de humectante y bálsamo labial antes de bajar al salón del comedor en donde ya está la mayoría de personas sentadas a la mesa, y tan pronto como entro al salón, todos los ojos se posan en mí pero yo sólo soy consciente de los penetrantes ojos verdes del rey.