CAPITULO 6 | MIS CONDICIONES

3388 Words
ELEGAR, CAPITAL DEL REINO DE ALSTEN. Derick movía sus dedos sobre la mesa y la golpeaba en un suave pero marcado compas. Estaba sentado con elegancia observando con ojos fijos con Ivannia habia tomado asiento a lado de Lord Blackthorn que parecía incomodo con su presencia. Ambos tenían su propia conversación en la mesa como si fueran los únicos en ella y la manera tan cómoda en como hablaban, demostraba que llevaban interactuando varias veces. Eso le irritó. —Lamento mucho que las cosas se hayan dado así con Lady Edevane—comentó la reina llamando la atención del hombre quien suspiró al escuchar mencionar a su difunta esposa—. Quien hubiera pensado que llevara tanto dolor en su corazón como para tomar ese camino. Me apena mucho que estés pasando por una situación como esta. —Anastasia estaba sufriendo, majestad. Cada rol en esta sociedad representa una sobrecarga emocional para cualquiera. Los hombres debemos mantener la fuerza de nuestras casadas y las mujeres dan un heredero. Aunque intente que ella no se sintiera presionada por ello, creo que fallé como esposo. Pasaba más tiempo fuera que no comprendí la profundidad de su dolor. Gianna entendía el punto. Un heredero era vital en cualquier situación. —Espero que pronto se recupere de la perdida. Ivannia tenía los oídos en ambas conversaciones. Al escuchar a su madre decir eso, casi se atora con el té. Rápidamente, Eldaran le tendió un pañuelo y la princesa se disculpó por la torpeza. ¿Recuperar de la perdida? ¡Por Dios! ¡No tuvo reparos en meter mano a otra mujer cuando su esposa aún estaba tibia en tumba! —Lo siento. Lo siento. El té me sentó un poco mal. —Parece que su alteza tiene mucha cercanía con Lord Blackthorn. Hace tiempo que no lo veía en la capital. Usualmente, nunca sale de Forgeport. Los hombres hablan de que su mansión se ha convertido en una cueva. El comentario iba para Ivannia, pero también se desvió en dirección de Eldaran por lo que el hombre decidió responder con rapidez. —No tengo negocios cercanos a la capital como los que mantiene usted, excelencia—respondió el hombre—. Mis negocios están centrados en esa parte del reino, pero confío que pronto puedan extenderse en esa dirección. —No me diga. Derick hizo contacto visual con Ivannia. Estaba pisando suelo peligroso. Gianna observó la tensión en el ambiente. Las águilas sobrevolaban los cielos como si estuvieran en postura de caza. La reina decidió romper de inmediato con ese ambiente tan tenso que se habia formado. Sabía que los Blackthorn y los Edevane tenía roces, así que no deseaba que el mal sentimiento se extendiera en su mesa. —Me siento muy contenta de saber que has vuelto a la corte. Sé que el pasado es muy pesado para ambos, pero es bueno que mantengan buenas relaciones. Al final, somos familia y los Edevane siempre han pertenecido a la corona. —Me siento aliviado también, majestad—respondió Edevane—. Es un honor poder servir al reino con mis consejos. He movilizado a varios de mis hombres a las fronteras que colindan con Abbey para asegurar que ningun salvaje profane territorio Alstense. Justamente tenía pensando venir a Elegar, cuando recibí la notificación de que la princesa deseaba verme. La reina se notó sorprendida e Ivannia enfadada. No tenía que meter sus narices de manera personal porque eso era un arma astuta para ganar afecto del reino. Dudaba que lo hiciera solo por buen samaritano. Derick no conocía la bondad si no le daba algo a cambio para su beneficio propio. Así de calculador podía ser. —¿Le has llamado? Gianna no quiso quedarse con esa duda. —Hay rumores que me gustaría aclarar antes de que empañen a la corona—respondió Ivannia a su madre haciendo que Derick rompiera su postura cómoda—. No me siento conforme con que se esté manchando el nombre de los Edevane con rumores falsos e infundados. ¿Ya los ha escuchado Lord Blackthorn? —¿Que rumores? —Acusan a Lord Edevane del asesinato de su esposa. La mirada de Blackthorn cayó en Edevane. No dudaba ni un solo segundo de que lo hubiera hecho. —Vaya asunto terrible. —Demasiado diría yo—continuó la princesa sonriendo de manera irónica—. Sin embargo, nadie debe preocuparse. Los Edevane son una familia respetable que no haría algo como eso, después de todo ¿Por qué? Tengo entendido que eran un matrimonio que se respetaba profundamente y jamás, he escuchado que Lord Edevane tenga una amante… —Ivannia—advirtió su madre al ver el rumbo que estaba tomando la conversación y que era claramente irrespetuoso. La princesa llevó el té a su boca y dio un trago, notando que Derick convertía sus manos en puños y la aniquilaba con la mirada. Así como ella estaba hablando de él en aquella mesa, así hablaba toda la corte en casa con sus respectivas familias y cada dia que pasaba, el monstruo se haría más grande. —Lo siento, eso fue maleducado. Derick tomó aire y sonrió. —No me molesta. No ha dicho mentiras. Anastasia y yo teníamos un matrimonio respetable y con amplio valor el uno por el otro. Esa siempre ha sido mi perspectiva del matrimonio. Era una buena mujer. Valor el uno por el otro, claro. Putas mentiras. Ese simple párrafo enfadó a la princesa quien se disculpó y abandonó la mesa invitando a Blackthorn a acompañarla, pues tenía cosas que hablar con él a solas. Derick siguió a la pareja con la mirada hasta que desaparecieron por uno de los grandes umbrales. —¿Puedo hacer una pregunta curiosa? —Adelante. —¿Blackthorn es el candidato de Ivannia? —¿Sobre que? —Matrimonio—respondió Edevane ganándose una mirada preocupada de la reina. Era obvio, pero por alguna extraña razón no se sintió confiada de confesarlo. Tarde o temprano se enteraría y ella no pensaba meter las manos en las decisiones maritales de su hija. Escoger un esposo no era un juego, menos para una reina. A pesar de sus dudas, la reina decidió ser sincera. —Creo que es casi un hecho. —Un Lord Mercader a la Corte ¿Sabe lo que eso provocaría? Blackthorn no conoce nada del reino. No solo no tiene contactos, sino que ha crecido en el ambiente rural de Forgeport. La corte se lo va a comer vivo y eso acarreará más problemas para Ivannia—musitó dejando ver a la reina su preocupación. Derick se inclinó y decidió proseguir—. Sé que tuvimos nuestras dificultades al inicio majestad, pero sabe perfectamente que si Ivannia cae, también lo hará mi casa y nunca habría hecho nada para derribarla. Estamos unidos para siempre por sangre y poder compartido. Gianna sonrió al escuchar sus palabras. La reina llevó el té a su boca y bajó la taza con elegancia. —Sé que tu padre es ambicioso pero también sé que es astuto y siempre ha sabido lo que le conviene. Algo hiciste para que mi hija te dejara plantado esa noche y debió haber sido algo realmente malo. A pesar de eso, conozco lo que podías brindar a la corona y además, no habías hecho nada de lo que pudiera quejarme. Ni tú, ni tu familia. —Ivannia malinterpretó mis palabras. —Claro—apoyó la reina usando sus delicados dedos para mover una taza de té llena en su dirección—y de no haberlas malinterpretado siempre habia maneras de arreglarlo. Muriendo un príncipe consorte sin haber dado herederos, se escoge uno nuevo. Así funciona el mundo. La manera en como observó el té le hizo darse cuenta que hablaba de matarlo si se oponía al reinado de su hija. Los ojos agradables de la reina Gianna cambiaron para convertirse en algo distinto. Derick le agradaba, pero también debía aprender a conocer su lugar y no ser una piedra en el zapato de su hija. —Majestad, por favor… El hombre intentó mantener la sonrisa. —Somos familia y por eso es que sigues teniendo las puertas de mi casa abiertas y lo seguirás haciendo siempre y cuando trabajes en pro del gobierno de mi hija, pero si en algún momento haces algo que la dañe, juro que serás expulsado de este palacio y terminarás siendo nada. —Estamos en igualdad de condiciones y usted lo sabe. Los Edevane dependen de la corona y la corona de respaldo de los Edevane. Jamás haría nada en contra de Ivannia porque sería dispararme con una flecha en el pie. Quiero que llegue a ser reina y que ocupe el lugar que le corresponde sentándose en el trono. Juro por los dioses que daré mi vida en el campo de batalla de ser posible y hasta el último minuto, lucharé porque nadie le haga daño. Estaba ofreciendo mucho a cambio de nada. Algo deseaba. —¿Y qué quieres a cambio de eso? —Casarme con ella—respondió sin titubear—. Tendrá el respaldo de mi familia y de todos los señores de Thorney. Sabe que aunque Ivannia es la corona, no vieron con buenos ojos nuestro divorcio. Este sería un nuevo intento, uno glorioso y sé que el rey va a aceptarlo, porque es lo que siempre ha deseado para Ivannia y lo que prometió hace mucho tiempo. Gianna se quedó sin palabras. Ahora entendía por qué estaba allí. Era una oferta, demasiado tentadora que inclusive una princesa en peligro, no podría resistir tanto tiempo. (…) —Tengo planes ambiciosos Lord Blackthorn. Quiero que sus fábricas construyan armas para la protección del reino. He estado leyendo sobre su familia y aunque el hecho que se dediquen al comercio les ha creado displicencia por parte de los demás señores, me parece admirable que su casa se levantara luego de esa gran caída. Los Blackthorn tenían un pasado difícil. Su familia casi se extingue luego de la mala administración de su bisabuelo. Por suerte, los señores de Forgeport serían más astutos que ese jugador y alcohólico que casi los lleva a la ruina. Se levantaron convirtiendo una enorme bodega, en fábricas que rápidamente dieron vida al lugar. Esto no agradó a todo el mundo, pues los demás señores se sintieron ofendidos de que un Lord pudiera dedicarse a vender baratijas como solían llamar a los productos Blackthorn, pero en realidad eso les volvió inmensamente ricos. Ivannia les respetaba. Era una familia que superó la miseria y renació de las ruinas. —Estaría encantado de poder ayudarla, alteza. —En el futuro me gustaría poder cerrar otra clase de negocios con usted—exclamó Ivannia con una ligera sonrisa pero de inmediato sintió que estaba de más mencionar el matrimonio—. Hablaré con los consejeros y juntos vamos a construir una buena estrategia para no monopolizar las armas del reino. Los Pendragon no serán los únicos que manejen las forjas de la corona de aquí en más ¿Qué le parece? —Una excelente idea. Le ofreceré buenas armas y me encargaré personalmente de acelerar los procesos de creación en las forjas para que en los tiempos hostiles, no tenga mayores problemas en armar al ejército. Cuando Blackthorn se marchó, la princesa se sintió enfadada. Estuvieron hablando de muchas cosas, pero cada vez que pensaba mencionar el matrimonio, la mente se le iba hacia otros lados y lo descartaba. Fue como si todo su ser le gritara que estaba por cometer un severo error. ¿Por qué no podía simplemente hacerle una propuesta? Esa misma tarde llegó una carta de las provincias vecinas de Abbey. El gobernador le agradecía haber tomado en cuenta a su gente al enviar tropas para la protección de esas fronteras. Hablaba de que niños y mujeres estaban cómodos con el gesto y declaraban buenos deseos a la princesa. No habia sido ella, sino Derick. ¿Qué planeaba ese infeliz? } Estuvo ocupada toda la tarde leyendo numerosos documentos y haciendo que la corte funcionara, cuando se dio cuenta que estaba oscureciendo. Por parte de una sirvienta escuchó que Derick se hospedaría en el palacio por petición y cortesía de su madre (tal y como deseaba). Ivannia dejó la pluma sobre el tintero. Tenía suficiente de las cuentas. Se puso de pie y caminó por el estudio llenó de libros y se paró al frente del enorme mapa. Llevó sus manos al mapa y lo analizó ¿Qué tan difícil podría ser planear la guerra? Sin saber exactamente lo que hacía, colocó algunas marcas alrededor de la zona de Abbey en el enorme papel. Señaló algunas ciudades vecinas y después entrecerró sus ojos. Debía poder recuperarla por algún lado. —En la guerra debes saber más que las fronteras y los puntos desde donde puedes atacar—dijo una voz a sus espaldas que se fue acercando conforme hablaba—. Se tiene que establecer un análisis acorde a las circunstancias manejando los cinco elementos esenciales. Ivannia no despegó los ojos del mapa, aunque tenía a Edevane a lado observando hacia el mismo punto. —¿Y cuáles son esos? Derick los enumeró con su dedo. —Camino, tiempo, terreno, autoridad y el sistema. —¿Camino? —El gobernante debe de tener claro que irá a la guerra por el bien de su pueblo y los vasallos deben aceptar que serán puestos en riesgo por su propio beneficio, por lo tanto, gobernante y gobernados, seguirán el mismo camino para garantizar problemas internos. —¿Tiempo?—prosiguió Ivannia. —El momento apropiado para ir al combate. Nunca lo hagas en invierno porque es suicidio para tus soldados, ni lo hagas en otoño pensando que será una guerra corta, pues siempre pueden extenderse. —¿Terreno? —Valles, montañas y ríos, todo lo que pueda usarse en la estrategia que te sea beneficioso o problemático. Puedes usar terrenos angostos para pelear contra enemigos numerosos o un río para abastecer de agua a los ejércitos. Quien conoce donde está parado, tiene ventaja sobre el enemigo o sobre el desinformado. Ivannia sonrió y volteó a verlo. Vaya, sí que era bueno. —¿Qué hay de la autoridad? ¿Los soldados deben respetar a sus superiores o se trata de demostrar en cada momento quién tiene el control? Derick asintió. Tenía que ver con eso. —El que dirige debe ser un líder y general experimentado que pueda ser guía para los demás soldados. Puedes tener un gran y numeroso ejército pero sí el general no tiene las características esenciales de un experto, como rigor, humanidad, inteligencia, rectitud y valentía. No tienes nada. Solo un ejército que camina al suicidio. Por un momento olvidó que estaba hablando con un hombre odioso y observó el lado astuto que caracteriza a su apellido. Fue imposible no darse cuenta que se veía demasiado sensual cuando explicaba el ámbito de guerra. —¿Y el sistema? —Organización y logística. Los soldados deben conocer los grados de autoridad y mantenerse en el lugar que les corresponde en la jerarquía. Además, en la logística, un general debe saber cuando y a donde mover a sus ejércitos. Si tienes esos cinco elementos, vas a la victoria. Si te falta alguno, conocerás de manera inminente la derrota. La princesa se sintió cautivada. —Parece que has estudiado demasiado. —Fui educado para ser un príncipe—respondió con obviedad—y tuve que leer muchos libros para ser digno. Podrías tomar esto como un mapa de tu terreno, pero aún te faltan cuatro factores para recuperar Abbey. Podemos trabajarlos con el tiempo, pero deberías comenzar con el primero. —El camino. —El camino—apoyó Derick con una ligera sonrisa.—Hazle saber al reino que harás la guerra porque están siendo atacados y porque es necesario. Asegura los pueblos aledaños y hazles ver que su reina los protege porque eso significa la corona para ellos, protección. —Me siento halagada por esta información, pero sería bueno que me prestes los libros para conocerla en profundidad. Supongo que habrá más información relevante que deba conocer. —Si te casas conmigo podría enseñarte. —Ni con provocadoras ofertas me harás considerarlo. La princesa apartó la mirada del mapa y se aproximó al diván más cercano. Derick hizo una marca en el mapa que señalaba la Forgeport y después volteó hacia ella. —¿Ya le dijiste que lo has elegido? —¿Para qué quieres saberlo? —Intento conocer detalles del mayor error de tu vida. Ivannia sonrió. —El peor error de mi vida fue aceptar el compromiso contigo y me arrepiento de ello hasta hoy. No habría boda de los diez días, ni princesa virgen, ni mucho menos la mancha de que alguna vez estuvimos unidos. ¿Has pensado mi propuesta? ¿O vas a marcharte a Thorney de nuevo? —Ya he dado mis requerimientos. La mujer tomó aire y le observó con seriedad. No iban a negociar. —Lo mejor es que cedas. El fantasma de tu esposa va a destruirte aunque no tengas nada que ver con su muerte. Deberías hacer el orgullo a un lado y aceptar la mano fraternal que te tiendo. Tú y yo, nunca hemos estado destinados a más. Derick se acercó a ella y se acuclilló. Tomó las manos de Ivannia que estaban sobre su regazo y después las llevó a sus labios. Los ojos de la princesa se perdieron en esa mirada tan perfecta, hermosa y dominante. Tenía ojos seductores y sensuales, podría decir que hasta peligrosos. En algún momento se dejó seducir por ellos cuando eran más joviales pero igual de calculadores. —Tú impediste que el destino nos uniera. —No fui yo, Derick, fuiste tú con la jodida mierda de siempre. Pudimos haber sido mucho más que esto—exclamó alargando su mano para tocarle el rostro y acercando sus labios a los suyos hasta que casi pudo rozarlos—. No tienes ni una jodida idea de cuanto añoré ser esa mujer que se prestara a tus más sensuales fantasías. Añoraba conocer ese mundo de placer que abriste ante mis ojos pero ahora agradezco que se diera así ¿Sabes por qué? —No… Sus alientos se mezclaron. —Porque justo cuando sentí que podía llegar a amarte de verdad, me mostraste tu verdadera cara. Me mostraste al Edevane ambicioso que esconde detrás de ese lindo rostro. Al monstruo que es capaz de todo poder y allí me di cuenta que sin importar que tanto nos deseemos el uno al otro, siempre vas a amar más a mi corona que a mí y yo no necesito eso, no cuando mi esposo, mis padres y mis hijos, serán el único amor sincero que como Ivannia me podré permitir. El reino amará a la soberana y yo siempre desee un hombre que ame a la mujer que hay detrás de la tiara. Sus labios casi le rogaron que lo besara, pero se mantuvo firme, mientras le veía a los ojos. —Puedo darte eso, si lo deseas. Ivannia negó. —No, no podrás darme eso nunca porque con el paso de los años comprendí que no existe. La Ivannia que deseaba un hombre que la amaba murió cuando la vida la obligó a despertar. No te necesito a mi lado Edevane, pero tú si me necesitas con urgencia ¿Crees que no sé que pierdes influencia cada vez que te alejas de mi corte? No intentes acorralarme porque demuestras tu propio encierro. El único que necesita casarse conmigo eres tú. Derick se perdió en sus ojos astutos. Le recordó mucho a la reina Gianna hablando de matarlo de esa manera tan dominante y decidida que tenía. —¿Eso deseabas? ¿Hacerme ver que te necesito? Ivannia sonrió. —¿Que? ¿Vas a negarlo? Esperaba que lo hiciera, pero eso no ocurrió. —Si—respondió —, necesito que te cases conmigo para devolver la confianza a mi casa. Si no lo hago, mis pilares se van a derrumbar y me aplastarán debajo de los escombros. La princesa llevó su dedo índice a los labios del hombre. No necesitaba que dijera más. Había tomado una decisión y ella tenía las condiciones.
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