Me sentí aislada casi de inmediato, iban en cabalgata romántica, y yo quedé al final de todos ellos, y como primeriza en montar a caballo, ninguno de los cuatro se preocupó por mí, solo el encargado que amablemente dijo que 《 ahorita lo solucionaba》, llego el joven Jesús a todo galope a mi lado, y empezamos a hacer conversación, muy agradable. Su padre fue el que se retiró dejándolo a cargo.
Me enseño como darle la orden para avanzar y detenerse, y como girar. Íbamos a paso lento, los otros nos llevaban ventaja, pero no me preocupe, por lo menos no estaría sola.
— ¡Tenían razón!, ¡eres mucho más madura que aquellos cuatro!, que bueno que aceptaras ser el chaperón
—¡espera, espera! ¿Qué dices?— me detuve—. ¿Quién dijo eso?— le pregunte calmada e intentando no enojarme.
— Pues Lluvia
