— Podemos pedir comida en la habitación si quieres comer, estuve mucho tiempo lejos y sabes a la perfección que como hombre tengo mis necesidades. — ¿Acaso ya lo olvidaste? — le pregunté con los ojos llorosos — contéstame por favor. — ¿Qué cosa? Sinceramente, no tengo una puta idea de lo que hablas, yo solamente planeaba traerte aquí y nada más. Por tu bienvenida es obvio que ya has aceptado estar conmigo a pesar de que soy un hombre casado, no veo por qué perder el tiempo en tonterías que son eso, tonterías. Yo, suspire pesadamente y decidí darme la vuelta para irme, detuve un taxi ignorando los gritos que Diego me daba y subí sin mirar hacia atrás. Al llegar donde Andrés me sorprendí verlo en un estado completo de ebriedad, se había tomado más de una docena de cervezas mezcladas con

