No quise entrar en mayores detalles con él pero iba a ser algo que le pensaba sugerir a Rea, quizás en otra agencia tendría mayores oportunidades.
Esperé lleno de ansias que mi turno acabará, sabía que ella necesitaba trabajar y aunque quería ayudarle era probable que rechazará mi ayuda. Finalmente terminé la jornada, me fui directo al apartamento de Rea y no fue hasta que toqué la puerta de su piso cuando me percaté de que quizás estaba en compañía del tal Diego.
— Andrés — la sorpresa en sus ojos me hicieron pensar que estaba con alguien — ¿Qué haces aquí? Es algo noche.
— Solo vine a dejarte esto — le di la tarjeta y ella abrió la boca e intentó hablar pero no podía — bueno, mejor me voy.
— ¡Espera! — me detuve a mitad del pasillo y la volví a ver — ¿Quieres entrar? Estoy preparando palomitas para ver una película.
— ¿Estás sola? — ella asintió y yo sonreí — está bien, si quieres puedo pedir una pizza para comer algo que no sean palomitas.
Nosotros armamos todo lo necesario para ver películas, miraba a Rea tan feliz y en más de una ocasión fui capaz de escuchar los suspiros que lanzaba con tanto anhelo, especialmente cuando el hombre tenía un gesto de amor para la mujer.
— Pero qué dulce — sus ojos se iluminaron por completo al ver a la pareja bailar — como quisiera vivir algo así.
— Ven aquí — tomé su mano y caminé a la mitad de la sala — ahora pon tu mano en mi pectoral y sígueme.
Comencé a bailar con ella tal como lo hacían los personajes de la película, su sonrisa fue mi pago y agradecí por tener esta simple idea que no era nada especial o algo del otro mundo.
— Espera — tomé una rosa y la desbaraté entonces lancé los pétalos al aire — luego te ayudo a limpiar el desastre.
— Eres muy dulce, a pesar de que tengo tan poco tiempo de conocerte tengo que reconocer que me siento cómoda a tu lado — su sonrisa se esbozaba de lado a lado — gracias por todas las atenciones que has tenido conmigo.
Nosotros nos separamos y yo recogí los pétalos del suelo, Rea me quiso ayudar pero no la dejé.
— Muy bien, creo que tengo que irme para que descanses. La audición con ese diseñador es dentro de una semana así que tienes que estar lista, si acaso él se llega a pasar de listo como el tipo que me comentaste anteriormente, me avisas y de un golpe le pongo a trabajar las pocas neuronas que tiene, aunque se mira un buen tipo pues no me fío del todo y más en el mundo que ellos se mueven en dónde miran más mujeres que nadie.
— Espera, antes de que te vayas quiero saber cómo es que lograste tener la tarjeta de Alessandro Rhee — ella reía por mi último comentario — es un diseñador bastante conocido pero se caracteriza por ser difícil a la hora de contratar, espero que todo salga bien.
— Digamos que salvé sus diseños de un ladrón y aproveché su agradecimiento para pedirle una audición para ti — puse mis manos en los hombros de Rea y la miré directamente — escucha bien, nunca dudes de tu talento, lo tienes y eso fue lo que te llevó a la semana de la moda en París.
Pude ver que había una nueva confianza en los ojos de Rea y también cierta determinación. Me fui sobre los mismos pasos y deseaba que todo fuera bien para ella.
Perspectiva de Rea.
Me encontraba en el apartamento cuando tocaron la puerta, al abrir miré que era un chico que traía un ramo de flores que nunca antes había visto.
— ¿Señorita Snow? — preguntó algo cansado y me miró de reojo — ¿Es usted?
— Si, soy yo — pude ver alivio en sus ojos — ¿Eso es para mí? ¿Quién lo manda?
— Si, es para usted y lo manda un hombre. No me quiso decir nombre ya que dijo que lo sabría a la perfección.
— Oh, ya veo — tomé las flores y las puse en una mesita que estaba al lado de la puerta — ¿Qué flores son? Me da curiosidad ya que no las he visto nunca.
— Se llaman, No me olvides.
El repartidor se fue y puse en agua las flores, no sabía quién las había mandado pero estaba agradecida por este detalle.
***
La semana pasó rápido, no hubo un solo día que las flores no vinieran a mi apartamento y hoy al parecer no era la excepción ya que estaban tocando la puerta exactamente a la misma hora.
— ¿Eh? Pero que raro — al abrir miré unas magnolias rosadas y no las flores de siempre — al parecer hoy variamos.
— Si, bueno aquí tiene sus flores — el chico me las entregó sin problemas — ahora si me disculpa, tengo que repartir otros arreglos.
Miré como se fue corriendo, bueno, no era el único que tenía compromisos el día de hoy así que tenía que irme en este momento si no quería llegar tarde a la audición que Andrés me había conseguido.
Fui al casting que estaban haciendo y llegué a la boutique de Alessandro, una vez ahí me hicieron pasar al fondo del sitio. Al entrar mire al famoso diseñador con un genio de los mil demonios a saber por qué carajos.
— No sé qué demonios le pasa a esa maldita loca — le dijo a un hombre a su lado — solamente era una estúpida fiesta y no tenía derecho a hacer lo que hizo, definitivamente lo que tiene de hermosa lo tiene de chiflada.
— Cálmate Alessandro, enfócate en el casting.
Él miró a las chicas y señaló a algunas, yo estaba entre ellas.
— Ustedes, largo de aquí, no sirven como modelos.
Varias modelos de ahí se pusieron a llorar y yo bufé, tomé mis cosas y mientras iba de salida el tipo ese habló.
— ¡Hey tú! — no le presté atención — ¡La de ojos claros!
Varias modelos de ahí tenían los ojos claros así que ni voltee a ver, simplemente seguí caminando con paso firme en dirección a la salida.
— ¡La que está por irse y no vuelve a ver! Venga aquí en este preciso momento.
La única persona con su descripción era yo así que di la vuelta y lo mire, había conocido diseñadores excéntricos pero esté se pasaba.
— ¿Sucede algo? — pregunté fastidiada — pensé que no quería saber nada de mí ya que no sirvo como modelo.
— ¿Por qué demonios bufaste de esa manera? ¿Acaso te has vuelto loca y no conoces tu lugar?
— Generalmente una persona bufa cuando escucha una estupidez o algo absurdo. Pero lo que usted dijo es una estupidez monumental.
— ¿Sabes quién soy?
— Si, un estúpido con aires de dioses y que no sabe separar lo laboral de lo personal — le dije sin temor y las modelos estaban incrédulas ante lo que escuchaban — me sorprende saber que tiene el éxito que lo respalda siendo como es.
— Discúlpate ahora mismo.
— Le ofrezco disculpas — le dije y sonreía satisfecho — por no agregar que es un imbécil que se desquita la rabia con chicas que no tienen absolutamente nada que ver con esa mujer que lo rechazó, probablemente hirió su ego que cabe destacar que es más grande que su cerebro.
El sujeto que acompañaba a Alessandro me miró impávido, di nuevamente la vuelta para irme pero una mano detuvo mi brazo.
— Estás contratada — dijo el tipo ese — sería una locura dejarte ir.
Yo solté mi brazo de sus manos y él miró a Alessandro, realmente este casting se había vuelto una locura completa, ahora solamente deseaba irme a casa…