Primer encuentro.

1019 Words
Hay una religión desconocida para algunos e ignorada por otros, un tipo de sentimiento milagroso, el cual solo lo practicamos unos pocos afortunados en el mundo y es el amor. No importa cuán escéptico seas, no importa tu género, tu peso, tu edad ni tu nacionalidad, cuando el amor toca a tu puerta siquiera importa el que no quieras abrirle, porque créeme no es una religión en la que puedas ejercer el libre albedrío, ya que cuando el amor te encuentra justo como encontró a estas dos almas gemelas, justo como unirá a Juliana y a Valentina desde este mismo día, sin importar el que sean dos mujeres, sin importar que ambas estén un convento, sin importar que una de ellas sea monja, y la otra novicia, porque para el amor no hay imposibles, solamente corazones que necesitan amar y corazones que desean ser amados. Te invito a que te hagas un creyente de este romance, un creyente de mi única religión, el amor. NARRA VALENTINA. Estaba sentada bajo la sombra que un árbol me brindaba, los rayos de sol atravesaban las hojas e iluminaban las páginas de mi libro. Yo era de las personas que veía cada día como un milagro, podía sentir el sonido de los pájaros cantando, la leve brisa de la primavera chocando con la piel de mi rostro y eso era mi milagro. Cerré mis ojos y respiré, hay cierta paz que encuentro al tomarme este tiempo para mí. Tenía un propósito, tenía una vida, estaba segura de lo que quería hacer por el resto de mi vida, todo era perfecto en mi pequeño y solitario mundo, todo era lo era. Nunca cuestione por qué las hojas de los árboles caían en otoño, porque las flores eran más bellas en primavera, nunca cuestione el frío del invierno, ni tampoco el calor agobiante del verano. Jamás cuestione nada y para mí eso estaba bien, la hermana superiora María decía que "todo lo que sucedía, pasaba por algo, nuestro creador tenía un plan sobre nosotros y todo lo que Dios hacía era perfecto" y yo creía en eso, estaba bien para mí, era suficiente. Hasta que ella apareció en mi vida, hasta que ella movió cada partícula de mi cuerpo con su sola presencia, nunca antes me había preguntado ni cuestionado nada hasta que sus ojos chocaron con los míos por primera vez y supe que sería un problema. La primera vez que vi a Juliana tenía un uniforme de novicia, eso significaba que venía a nuestro convento para convertirse en monja, lo cual yo ya estaba en esa posición desde hace años, aún con mis apenas 20 años ya era monja, la más joven del convento y eso tenía una larga historia, pero lo único que puedo decir es que lo merezco, trabaje duro para estar aquí y a diferencia de lo que dice, nadie me regaló el puesto. Me levanté del suelo, el césped ni su luz ya no se veían milagrosos, ellos eran opacados por aquella joven que acababa de ingresar, no podía dejar de mirarla, ella caminaba junto a la hermana Lucia quién parecía estar mostrándole el lugar. Tuve que sostenerme del árbol, algo me desestabilizo. Continué siguiéndola con la mirada, solo podía observarla a ella mientras todo lo demás pasaba a un segundo plano, aun cuando me vio, mi vista seguía en sus ojos, sonrió y bajé la mirada rápidamente, sentí mis mejillas tornarse rojas, ya que estaba un tanto avergonzada. Fue entonces cuando volví a la realidad y me agache para tomar mi libro del suelo y hui, lo primero que hice al verla fue huir. Escape instintivamente de ella, aquello es de supervivencia humana, huimos del peligro apenas lo percivimos y tan solo esa pequeña interacción fue más que peligrosa para mi. Toqué mi corazón antes de entrar a la capilla, esté latía tan rápido. Entré a la Iglesia y comencé a rezar, sin parar, una y otra vez por horas, porque sé y supe desde ese mismo instante que estaba enamorada de ella. Y fue entonces cuando por primera vez cuestione el haber nacido, cuestione mi existir, me cuestione a mí, cuestione a Dios por traerla hasta aquí y sobre todo la cuestione a ella por tener esos ojos, por tener esa boca y por el simple hecho de respirar. Aún no sabía su nombre, pero había algo que sin duda no desconocía y era el hecho de que no podría seguir viviendo así de esta misma forma que lo hice por años. –Dios, por favor perdóname– susurré arrodillada en aquella solitaria capilla. Una lágrima cayó por mi mejilla, luego otra y otra, mi rostro estaba empapado en lágrimas, mi corazón tenía una angustia que nunca antes había tenido. – Dios, por favor perdóname porque he pecado. ¡Dios límpiame, limpia mi mente, quítala de allí! – rogué mientras mis manos se acercaban entre ellas, sentí el frío invadiendo mi alrededor, en mi panza había un gran nudo, le rogué a Dios más de mil veces que me quitara está sensación, pero supongo que suplique en un horario en el que él no estaba en casa, porque en mi mente mientras las palabras salían de mi boca, en mi mente, todos mis pensamientos eran sobre ella. ¿Quién es?, ¿Cuál es su nombre?, ¿A qué le teme?, ¿Qué la trajo aquí?, ¿por qué sus ojos brillan tanto?,¿porque sus mejillas se ven rosadas y el tono de su piel es tan perfecto?. Y sobre todo, ¿por qué estoy pensando en ella?. Puse mis manos nuevamente sobre mi rostro, mis dedos se clavaron con fuerza en mi frente intentando apagar estos pensamientos, pero nada los detenía. –¿Hermana Valentina, se encuentra bien? — oí al padre Camilo que preguntaba suavemente a unos metros de mí, mientras sentía como sus pisadas se acercaban. –Hija, ¿te encuentras bien? – preguntó con preocupación tocando mi hombro. Quité mis manos de la cara, no podía levantar la mirada, estaba avergonzada. –No, algo está mal conmigo padre – respondí mirando al suelo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD