Un capricho predestinado.

1139 Words
NARRA JULIANA. –Es una decisión tomada, ahora bajaré del auto y me iré, papá –afirmé sin mirarlo. –¿Por qué haces esto?, cuando te anotaste en el colegio de monjas creí que era tonto, pero supuse que se te pasaría y ahora no solo lo continuas, sino que avanzas un nivel más, sé sincera contigo misma, ¿en verdad piensas hacer esto por el resto de tu vida?. Juliana te fue mal en unos exámenes no significa que no puedas aún dirigir la empresa, eres mi hija y yo soy el dueño – habló mi padre intentando hacerme entrar en razón. –¿Por qué supones que eso es lo que quiero hacer?. No quiero ser dueña de tu empresa, puedes afrontar el hecho de que esta es mi vida y soy yo quien debo tomar mis propias decisiones – contesté molesta. Llevé mi atención hacia aquella estructura antigua y un tanto gótica frente a mí, aquel convento sería mi hogar desde ahora. –¿Acaso buscas llamar mi atención de esta forma?, pues ya lo hiciste, tienes mi atención. Ahora deja está tonta idea y vayamos a casa. Tu hermano te necesita, yo te necesito. Sabes que nuestra familia se desmorona luego de lo que paso con tu madre y tú lo único que haces es huir. Eso es tan egoísta hasta para ti, Juliana –habló mi padre dolido, buscaba lastimarme pues ya sabía que aquella batalla que intentaba pelear, estaba perdida. Sin duda llevaba razón, desde un comienzo había hecho todo esto para llamar su atención y tal vez utilizaba esto para huir del dolor, de ellos y de mis responsabilidades. Ya que como afirmaba mi padre siempre fui una egoísta, sin embargo, eso no me hacía sentir avergonzada, nadie cuidará de ti más que uno mismo. Ser egoísta me ayudó a sobrevivir y eso jamás sería un insulto para mí. Desde que vine a éste mundo lo tuve todo en la palma de mis manos, mis padres, ambos tuvieron buen pasar gracias a negocios acertados que ambos dieron y trabajo duro. Mi preocupación diaria eran desde vestir adecuado y a la moda, hasta ser nutrir mi ambición y reputación todos estos años, siempre fui la mejor en el instituto e iba a recibirme con antelación hasta que en mi último examen rendí mal, sentí por primera vez el fracaso golpeando mi rostro y creí que aquella humillación sería el dolor más grande que viviría en mi vida, pero me equivoque. La vida al cabo de unos días iba a golpearme más fuerte de lo que nunca antes lo había hecho y de lo que nunca antes lo hará, cuando mi madre murió, sentí mi mundo derrumbarse por completo, me sentí sola y el dinero no abraza. Los cimientos de oro de nuestra mansión se movieron tan fuerte por aquel golpeé que nos sorprendió a todos, ya que uno se siente invencible dentro de un castillo, sin embargo, aquella fachada de indestructible solo era una pantalla, todos caímos ante aquel golpe. Mi hermano cayó en una gran depresión que trata de superar con drogas, mi padre con trabajo y yo tal vez con esta absurda idea. Fui a la escuela de monja algunos meses tan solo para alejarme de todos, y mientras todo colapsaba yo me sentaba en mi catre privado a revisar mis r************* mientras alguna que otra noche me escapaba a. Y sí, sé que esos meses fueron duros para ellos, pero mi egoísmo solo me permitía buscar mi paz y tan solo mi paz. El colegio terminó, pero volver a la realidad no estaba en mis planes. Al regresar a casa, todo había empeorado, es por eso que busqué esté lugar. Mi madre siempre fue muy creyente y yo siempre fui lo contrario a aquello, la vida es irónica. Quisiera decir que mientras mi padre lloraba desconsoladamente, lo abrace y le dije que lo amaba. Me gustaría poder al menos decir que me despedí de él, pero a metros del convento no intentaría mentir. Es por eso que tan solo bajé del auto con la frialdad que esta vida superficial me había dado y caminé lejos de él. ¿Por qué hacía esto?. No lo sé, supongo que disfruto ver el sufrimiento de mi padre, tal vez me da igual cuán solo se sienta mi hermano, o mejor dicho supongo que no siento nada. No siento culpa, ya que nadie realmente me importa. Tal vez en una semana este sitio se vuelva aburrido y solo quiera irme, porque sé bien que esté lugar no era como el colegio, aquí sería sin duda más estricto. Pero ahora mismo y como siempre haría lo que se me plasca la maldita gana. Sonreí cuando una monja me abrió la puerta, no por felicidad, más bien por cortesía. La primera impresión siempre es importante. –¿Juliana? – preguntó ella. –Así es. - respondí. Iba a saludarla con un beso en la mejilla, pero ella rápidamente me dio la mano, por lo tanto, imaginaba que este era un lugar muy estricto desde el comienzo. ¿Una semana?, seguramente esté lugar me aburra en mucho menos que eso. -Yo soy la hermana María Lucía.- se presentó ella y no me sorprendía el nombre, pero tuve que aguantarme la risa para ser sincera. Entramos por un gran pasillo, y salimos a lo que parecía un enorme patio. –Los horarios de las comidas se respetan a la perfección, al igual que los de misa, no puedes llegar ni un minuto antes, ni un minuto después– comenzó a decir mientras que mi atención se perdía por todo el lugar. Sentí una fuerte mirada sobre mí, debería prestar atención a lo que la hermana Lucia decía, pero no podía, mis ojos se conectaron unos segundos, tal vez menos que eso con aquella monja que me observaba, sonreí gentilmente, pero ella no me devolvió la sonrisa. –La habitación de las novicias están aquí abajo, las de las monjas escaleras arriba, en el último piso hay un ático está prohibido subir allí, pero si es que lo haces no cierres la puerta no funciona y te quedarás allí por horas – comentaba Lucia haciéndome caminar más deprisa. –¿Las habitaciones tienen baño propio? – pregunté levantando la mano e interrumpiendo su charla. –No, la de las novicias tienen un baño en conjunto al final de la habitación – respondió ella frenando su paso repentinamente. –Aquí será tu cuarto por los próximos años, estarás junto a otras 5 chicas, y si es la voluntad del señor todas podrán pasar la prueba –dijo la hermana Lucia mirándome fijamente, quería mirarla a los ojos, ya que ella me miraba, pero no podía hacerlo mi mente por alguna razón estaba dispersa buscando algo, buscando a alguien.
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