NARRA VALENTINA. Caminaba hacia la entrada principal, y desde aquí pude ver el colectivo irse, pero aun así caminé hacia la puerta y la cerré, ya que está estaba abierta de par en par. Últimamente solía pasar aquello, y aunque esta no era mi tarea en el convento cerraba aquellas puertas por precaución. Miré hacia la garita del portero, la cual estaba vacía, ya que aquel hombre encargado de la labor se encontraba ausente, como también era habitual, sin duda este nuevo portero que habían contratado los sacerdotes era todo un holgazán. Luego de cerrar camine hacia el patio interno y me recosté sobre el césped del jardín. El silencio me invadió, pero aquel fue rápidamente reemplazado por mis pensamientos, los cuales parecían no darme descanso. ¿Aquella novicia entrometida aún estará limpiand

