NARRA VALENTINA. Cada paso que daba con ella era tan embriagante que deseaba caminar sosteniéndola de esta manera por todo el convento si fuera necesario, sin embargo, las habitaciones no se encontraban muy lejos y para mi desgracia llegamos mucho más rápido de lo que desearía. Al llegar a su habitación abrí la puerta y deje que pasará primero, su mirada se posó sobre la mía, volví a notar lo rojo e hinchados que estaban sus ojos. Estos se veían agotados, pero aun así no perdían su brillo. –Buscaré el botiquín o yodo para curarte – comenté desde la puerta –Está bien – respondió ella entrando al interior de su habitación. Fui rápidamente por el yodo, no había encontrado banditas, pero estaba segura de que en el baño de la habitación de novicias había de sobra, entré a su cuarto, el cua

