EL CREADOR

4450 Words
El mejor momento del día era sin lugar a dudas cuando después de cenar y de oír pacientemente las reivindicaciones, quejas o peticiones, la mayoría de ellas absurdas por parte de mi parásita familia, me encerraba solo en mi despacho antes de retirarme a descansar, saboreando mi Cohiba Behike de quinientos pavos cada uno y mi vaso de Bourbon Woodford Reserve con hielo, mientras iba escuchando a volumen tenue y ambiental un disco de Marcus Miller. Entonces me ponía a reflexionar sobre las cosas de la vida. Pero no para reflexionar sobre la vida en sí misma, pues como concepto humano, filosófico o metafísico la verdad es que me importaba tres carajos, sino para meditar sobre la mía en particular y que era la que realmente me importaba. Mi familia tenía pleno conocimiento de que ese momento era sagrado para mí y nadie ni nada jamás podía interrumpirlo ni profanarlo bajo ningún concepto. El único ser vivo con autorización para poder disfrutar de ese instante a mi lado era mi gran dogo alemán blanco y moteado con el nombre de Giant y de poco más de un metro de alto. Giant siempre permanecía tumbado en la suave alfombra persa al lado del escritorio medio somnoliento, mirando con curiosidad y atención las extrañas figuras que producía las estelas de humo del Behike. Aquella noche iba a ser más larga y complicada de lo habitual. En cualquier momento llegaría Blum Hadock, mi mano derecha, con el propósito de tratar el comprometido y turbio asunto del sujeto número uno Harry Jones y de su percance un día atrás en una calle de la ciudad con el operador David Colleman. Blum Hadock era un varón elegante de mediana edad que siempre vestía trajeado de punta en blanco. Sobresaliente intelectualmente, eficaz al máximo nivel, con una memoria privilegiada y una lealtad hacia mí indiscutible, o al menos eso pensaba yo. Siempre era capaz de ir un paso por delante de los acontecimientos y de resolver los obstáculos y problemas de una manera especialmente brillante, incluso muchas veces original y rayando la línea de lo inmoral. Blum siempre me pareció un lobo con piel de cordero. No poseía ningún tipo de escrúpulos a la hora de conseguir sus objetivos y podía a llegar a ser uno de los mayores hijos de perra del planeta, dejando al mismísimo diablo a la altura de un mero aficionado. Dicho rasgo de su opaco carácter me inquietaba, aunque siempre acababa pensando que la lealtad estaba muy por encima de su ambición. Mientras esperaba su llegada, yo observaba de reojo la portada de la última edición de la revista Forbes que descansaba sobre el escritorio de caoba y en donde salía una foto mía con un titular que decía: "BB King". ¿BB King?. No. La revista no se refería al incomparable músico de blues y jazz, sino a "Baker Blade el Rey". El rey de los microprocesadores informáticos, de la bioinformática y sobre todo de la biónica con la implementación de sus revolucionarios microprocesadores en el cuerpo humano. La biónica fue el área con la que la empresa BakerB Industries llegó a su máximo apogeo y en el último ejercicio superó por primera vez los doscientos billones de dólares anuales en ingresos, catapultando a mi persona a los primeros puestos del ranking de la lista Forbes y dejando a la competencia a la altura del betún. La biónica era la aplicación de soluciones biológicas a la técnica de los sistemas de arquitectura, ingeniería y tecnología moderna. Hablando en lenguaje llano. Si sufrías un accidente y te mutilabas una mano, BakerB Industries te volvía a colocar la original completamente funcional conectándola a través de un chip subcutáneo a los árboles nerviosos del antebrazo. El santo grial de BakerB Industries fueron los microprocesadores subcutáneos que interconectaban una zona nerviosa muerta haciéndola de nuevo cien por cien operativa. Actualmente abarcaba a nivel comercial todas las extremidades del cuerpo; tales como brazos, antebrazos, manos, piernas y pies. Los individuos sometidos a este tipo de tratamiento pudieron disfrutar de una reinserción completa en la sociedad. Una utilidad que tuvo un éxito rotundo fue el microprocesador subcutáneo instalado en el m*****o viril del varón, más conocido como el BB-125. Gracias a este dispositivo, dicho m*****o recuperaba una funcionalidad s****l plena. La citada prótesis de carácter electrónico no afectaba a la comunicación bidireccional química con el cerebro y su función era simplemente la de mantener activos los músculos del m*****o a voluntad para conseguir una experiencia completa. La aplicación de la biónica en este área logró defenestrar de un plumazo píldoras médicas desarrolladas para tal fin por empresas farmacéuticas punteras que se encontraban en el mercado por aquel entonces y cuyo objetivo era el de potenciar la virilidad total en los varones con deficiencia s****l. A mí personalmente me parecía paradójico e incluso cómico que uno de los mayores avances tecnológicos destinados a cambiar por completo el campo de la neurociencia estuviera basado en la temática s****l. Gracias a esta peculiar aplicación de la informática, BakerB Industries abrió una brecha científica espectacular de innumerables posibilidades para la integración de la informática e ingeniería con el cuerpo de los seres vivos. Este área completamente vanguardista y revolucionaria era alto secreto. Absolutamente nadie tenía conocimiento de ella exceptuando en algunos casos aislados la implicación de organismos oficiales y gubernamentales tales como la CIA, la cual no solo era consciente, sino además fue parte activa en varios proyectos. Uno de aquellos planes en los que la Agencia de Inteligencia se metió de lleno, fue la evolución del microprocesador BB-125 y que dio lugar al desarrollo del prototipo BB-250 utilizado en perros. Esta versión resultó ser un salto tecnológico impresionante porque se instaló sobre un órgano tan delicado como era el de la médula espinal del ser vivo a través de la columna vertebral. Su objetivo era el de poder controlar los movimientos del animal a través de un ordenador que se podía encontrar a miles de kilómetros de él. Básicamente se programaba a través de la computadora las órdenes o movimientos que se deseaba ejecutar mediante una persona que se llamaba operador y que estaba en continua conexión y comunicación en tiempo real con el microprocesador implantado en el animal. Las órdenes alcanzaban el microchip BB-250 y se convertían en impulsos eléctricos iguales a los producidos por los nervios naturales que llegaban a las extremidades. Tales estímulos artificiales conseguían que el animal se moviera a voluntad del operador. En aquella época el terrorismo islámico era particularmente intenso y violento. La CIA estaba obsesionada por dar caza a uno de los cabecillas de Al Qaeda más buscados y sanguinarios de Oriente Medio, responsable de varios atentados con centenares de muertos a sus espaldas. El principal problema residía en que el líder terrorista tenía tal nivel de protección y seguridad, que el acceso a él se convertía en una quimera. La Agencia Central de Inteligencia entonces se enteró del proyecto BB-250 y además tuvo la suerte de descubrir simultáneamente una brecha en la seguridad del terrorista árabe. Era un apasionado de los perros rottweiler y los agentes israelíes se enteraron de que estaba muy interesado en adquirir un ejemplar específico que vivía en Suiza. Al momento, la CIA se encontró con la oportunidad de oro que llevaba esperando durante años para poder ejecutar su plan. No podían desaprovechar bajo ningún concepto esta ocasión. Una mañana llegaron tres funcionarios de la agencia de espionaje a mi despacho con el propósito de interesarse sobre el BB-250 y sus prestaciones. Por aquel entonces, solo teníamos un par de prototipos los cuales habíamos instalado con total éxito en dos canes; sin embargo, ninguno de ellos era un rottweiler. Así que rápidamente tuvimos que sacrificar a uno de los perros para poder extirparle el microprocesador de la columna vertebral. El rottweiler que el terrorista buscaba era un impresionante ejemplar adulto que vivía a las afueras de Ginebra. El equipo de especialistas de BakerB Industries y unos agentes de la CIA se desplazaron sin perder tiempo a esa ciudad con el objetivo de hacerse con el animal e implantarle el microprocesador. Paralelamente la agencia gubernamental americana no quería dejar ningún tipo de rastro del asesinato del terrorista y pidió explícitamente a mi empresa una modificación específica para que el microprocesador se pudiera autodestruir de alguna manera por programación una vez alcanzado el objetivo. Para poder realizar la instalación del dispositivo en el can, era necesaria una pequeña incisión en la columna vertebral y así poder acceder a la médula espinal. No dudamos ni un momento en romperle el espinazo al animal sin dañarle los nervios. Después de varios días, el microprocesador estaba completamente operativo con el perro a pleno rendimiento y bajo las órdenes del operador David Colleman. A través de una operación secreta diseñada con una precisión milimétrica y con la ayuda del Mossad israelí, el perro por fin llegó a su nuevo dueño. El comportamiento del animal era exquisito y en ningún momento el líder terrorista ni ninguno de sus guardaespaldas sospecharon que aquel imponente can era en realidad el arma que posteriormente le iba a ejecutar. Transcurridas cuarenta y ocho horas de tiempo, el líder de Al Qaeda se encontraba descansando apaciblemente en su dormitorio con la compañía de su nuevo rottweiler que permanecía tumbado en su regazo. Entonces David Colleman mandó la orden mortífera al animal y de repente el perro levantó la cabeza, se quedó mirando fijamente durante unos breves instantes a su amo, y a continuación dio un salto violento hacia la yugular de su dueño arrancándosela en apenas un par de segundos. Los sensores de su collar mandaron al operador las coordenadas exactas donde el perro debía atacar. Toda la secuencia de movimientos había sido milimétricamente programada. Al escuchar los gritos de angustia, los guardaespaldas entraron como un relámpago en el dormitorio. Cuando vieron al animal con la boca llena de sangre y sin tener ninguna intención de soltar el cuello del terrorista, le apuntaron con sus ametralladoras y abrieron fuego descargando todo el cargador sobre el animal. En menos de un minuto, perro y amo yacían muertos sobre la cama. Fue cuando el microprocesador comenzó a fundirse silenciosamente en medio de la confusión y del pánico, sin que ninguno de los allí presentes se percatara de lo que estaba sucediendo. David Colleman perdió la conexión para siempre y entonces fue cuando se percató de que la operación había concluido con total éxito, alcanzando de lleno el objetivo. Con la muerte del líder terrorista de Al Qaida, la Agencia Central de Inteligencia americana se apuntó un tanto importantísimo del que se publicaron durante mucho tiempo centenares de líneas en las diferentes editoriales del país. A raíz del éxito cosechado con el episodio del rottweiler, decidimos dar el salto evolutivo definitivo y que no era ni más ni menos que el de aplicar esta obra de arte de la bioingeniería a los seres humanos. Dicha decisión era extremadamente delicada y provocaba muchos detractores, tanto dentro como fuera de la empresa, sobre todo porque existía infinidad de dudas de carácter ético, moral y legal. Por este motivo, decidimos llevarla a cabo bajo el máximo de los secretos. Un círculo muy reducido de personas de la compañía, que por sus características y perfiles fueron escogidos meticulosamente para evitar potenciales problemas de filtración de información y seguridad, fueron designados con el propósito de realizar este innovador y excitante nuevo proyecto destinado a marcar un punto de inflexión en la historia de BakerB Industries. En un principio nadie que no estuviera directamente implicado en el trabajo sabía nada. Ni el resto de la compañía, ni el gobierno, ni incluso la CIA estaba al corriente de lo que ocurría. El fantástico microprocesador BB-250 utilizado en el perro rottweiler evolucionó al nuevo modelo BB-500 de aplicación humana. El problema que se nos presentó al instante fue el de la adquisición de sujetos experimentales para poderles implantar el nuevo prototipo. Estaba claro que no podíamos ir por el mundo secuestrando a la gente y partirles la espalda para a continuación instalarles el microprocesador como si nada hubiese acontecido. El brillante Blum Hadock tuvo la fantástica idea de utilizar a personas que ya estuvieran lesionadas con la espalda rota o lesión medular; tales como enfermos irreversibles, parapléjicos, o tetrapléjicos. Recuerdo a la perfección que cuando expuso dicha solución, me di cuenta de que su sueldo de más de dos millones de dólares al año, incentivos aparte, estaba completamente justificado. La idea era sencillamente genial. Se buscaría a personas que tuvieran ese problema de parálisis y que hubiesen sufrido algún tipo de accidente en la vida con el fatal desenlace de una rotura en la médula espinal. Además, los sujetos aceptarían sin reparos someterse a este tipo de tratamiento, ya que para ellos representaría la solución definitiva a su problema de movilidad, de autonomía y de reintegración en la sociedad. Ya que el nuevo proyecto tenía incidencia directa en la salud de los seres humanos, era crítico sortear el problema legislativo y poder legalizarlo. Para ello nos pusimos en contacto con la FDA (Food and Drug Administration) con la intención de proponer un ensayo que evaluara la seguridad y la eficacia del microprocesador BB-500 implantado en los seres humanos. Después de duras y agotadoras reuniones repasando los diferentes protocolos de actuación, nos autorizaron a probarlo en un máximo de tres personas.  Tal beneplácito supuso un paso de gigante para la presunta futura legalización del BB-500. Además, no solo conseguimos dicho permiso, sino que la misma FDA al profundizar en los detalles del proyecto se interesaron tanto por el tema, que incluso nos concedieron el SPA (Special Protocol Assessment) y el Fast Track Development Program, con lo que si éramos capaces de llegar a los objetivos establecidos por ellos en eficacia y seguridad, la propia FDA se comprometería en la aprobación del microprocesador para la comercialización del mismo en casos de parálisis provocada por lesión medular en un tiempo record, dándole total prioridad al asunto. No quería ni pensar lo que supondría este hito para el futuro de la empresa en valores monetarios. De hecho, el día que se hizo pública la noticia, las acciones de BakerB Industries subieron notablemente en el mercado de valores rompiendo máximos históricos. El círculo estaba cerrado y ahora lo que tocaba era trabajar duro en ello. Sonaron dos toques muy suaves en la puerta de mi despacho y acto seguido entró Blum Hadock. ─ Hola Blum. No te quedes en la puerta, pasa. ─ Buenas noches Señor Blade. Blum entró y cerró la puerta con sumo cuidado, procurando no hacer demasiado ruido, pues era tarde y la mayoría del personal, familia incluida, se encontraba ya durmiendo. Al dar unos pasos, mi principal ayudante se percató de la presencia de Giant. Paró en seco y se sobresaltó durante un segundo. El perro levantó la cabeza, le olisqueó de manera breve y luego indiferente la volvió a agachar para seguir dormitando. ─ Tranquilo. Es inofensivo. No te hará nada ─comenté dándole una de las últimas caladas al Behike─. ¿Quieres una copa?. Mira. Ahí en el mueble tienes todo lo que necesitas. Póntela tú mismo. Blum se dirigió al mueble bar, donde se encontraban los vasos, el licor y el hielo. Con una sonrisa irónica pero sin pronunciar palabra, comenzó a servirse el bourbon. Fue entonces cuando comenzó a hablar. ─ Supongo que estará al corriente señor Blade de que hemos perdido al sujeto número uno con el nombre de Harry Jones. ─ Claro que estoy al corriente. Esta mañana al ver que no te localizaba, llamé a Arcan y él mismo me lo comunicó. De hecho, por este motivo te hice venir ¿O pensabas que era para invitarte a un bourbon? Al oír esta frase, Blum realizó un gesto de contrariedad con las facciones de la cara y empezó a darse cuenta de que yo me sentía muy enfadado por el asunto. ─ ¿Dónde has estado todo el día Blum? Se supone que te pago entre otras cosas para poder disponer de ti cuando lo necesite y para que me informes al instante de los temas críticos que nos afectan, como este tan delicado que nos ocupa ahora mismo. ─ Es cierto que debí de informar al instante, pero me fui al laboratorio del BB-500 a despachar con Kowalski para obtener más datos antes de hablar con usted. ─ ¡Ya! ¡Bueno! A mí esto que me dices me suena a pretexto. Además, en este momento me da igual. Lo que me preocupa mucho y quiero saber ahora mismo es porqué el proyecto más importante en la historia de BakerB Industries iba a una calle determinada por la noche con una pistola en la mano y con el propósito de matar a un operador de la compañía ─dije sin rodeos. ─ El operador David Colleman constituía un peligro inminente en la supervivencia de la empresa ─contestó Haddock dándole un trago al licor─. Disponemos de datos contrastados y veraces que indican que estaba a punto de filtrar información altamente sensible sobre el BB-500 a un hacker a cambio de una buena suma de dinero. ─ ¿A un hacker? ¿A qué hacker? ¿Estás seguro de eso que dices? ─ No sabemos a quién, sin embargo sí estamos seguros de cuáles eran sus intenciones ─respondió Blum impasible. ─ Para no saber, veo que no te tiembla el pulso cuando llega el momento de tomar decisiones comprometidas y arriesgadas. Ahora mismo tenemos dos muertos relacionados con la empresa y me extraña mucho que aún no haya tenido noticias de la policía ─a medida que acababa de recitar esta frase, notaba como me estaba subiendo la tensión y el nerviosismo. Yo era una persona cuadriculada y obsesionada por tenerlo todo controlado. Que Blum actuara de esa manera libremente y sin consultarme, no me hacía ninguna gracia porque quería decir que se estaba tomando licencias que no le correspondían. Tenía claro que yo era el que debía retomar las riendas de la situación y tratar de enderezarla a toda costa. Blum Hadock dándose cuenta del cariz que estaba tomando la conversación, intentó calmarme rápidamente. ─ Los cadáveres no constituyen ningún problema señor Blade. Cuando el sujeto Harry Jones disparó al operador David Colleman y luego a su propia cabeza, Arcan llegó con una furgoneta para esterilizar y limpiar toda la zona. Realizó dichas tareas minuciosamente, como siempre hace. Inmediatamente después se largó sin dejar ningún rastro. Cuando llegó la policía al lugar de los hechos y vieron el cadáver de David Colleman, llegaron a la conclusión de que la muerte había sido producida como resultado de un simple atraco. ─ A pesar de que parece que no has dejado cabos sueltos, te diré un par de cosas Hadock. Primera, que habrá que buscar la manera de explicar a la FDA la muerte de Harry Jones, pues como los dos sabemos perfectamente, era uno de los tres humanos autorizados para realizar el ensayo con el microprocesador. Segunda, y que es la más importante, si vuelves a jugármela de esta o de cualquier otra manera, me ocuparé personalmente de cortarte el pescuezo ¿Me has entendido bien? Blum escuchó mi reprimenda con serenidad y sin dejar de ponerse a la defensiva. ─ Hay una cosa que me tiene bastante intrigado Blum ─proseguí sin dar oportunidad a la réplica─ ¿Quién era en ese momento el operador de Harry Jones?. Porque si Harry iba a matar a su propio operador, pues hay algo que se me escapa en todo este tema. Por la forma en que le vi tragando saliva a Hadock, supe al instante que no me iba a gustar nada su respuesta. ─ No había ningún operador detrás del sujeto señor Blade. Y le aseguro que ni mucho menos el plan era el de perder a Harry Jones. Estas palabras me pusieron todavía más furioso. ─ ¿Cómo dices? ¿Qué no había operador? ¿Y cómo diablos se controlaba al sujeto? Blum sabía en ese momento que había echado toda la carne en el asador y que en este punto de la conversación tenía que llegar hasta el final asumiendo las consecuencias. Dejó la copa ya consumida del Woodford Reserve encima del mueble bar y dándose la vuelta comenzó a informar. ─ Nadie controlaba al sujeto. Pusimos en funcionamiento el procedimiento de automatismo. Parametrizamos la secuencia de código para que el sujeto hiciera exactamente lo que tenía que hacer en cada momento. Como si fuera un robot programado. Le grabamos el bloque de programa que le permitiera ser totalmente autónomo, desde la salida del laboratorio, hasta la vuelta al mismo; porque repito, entre los planes ni mucho menos estaba el de perder al sujeto. La verdad es que en este sentido no sabemos qué provocó que se disparara a la cabeza. Arcan se encargó de recuperar el microprocesador y está siendo analizado por los expertos con el único objetivo de intentar averiguar qué diablos ocurrió. No obstante, nuestra principal hipótesis es que seguramente el suicidio debió de ser provocado por un error en el código. Pero repito que de momento no lo sabemos a ciencia cierta. ─ ¿Programasteis un automatismo al sujeto Harry Jones? ¿Estáis locos? ─contesté muy alterado. Giant se despertó debido al volumen de mi tono y acto seguido se levantó como un resorte, quedándose inmóvil y mirándome con atención. ─ ¿Sabéis lo que hicisteis y los riesgos que tomasteis? El automatismo en los sujetos del ensayo era una etapa precaria y que constituía una fase completamente tardía y marginal de todo el proyecto; hasta tal punto, que incluso tenía altas probabilidades de que nunca se llegara a desarrollar debido a su delicadeza y sobre todo a su peligrosidad. ¡Habéis jugado con fuego Hadock y al final os habéis quemado a base de bien! ─proseguí hablando aunque esta vez algo más calmado─. El sujeto Harry Jones podía haberse quedado fuera de control y en vez de suicidarse, yo que sé.....podía haber ido a un centro comercial y haber realizado una matanza, una locura o alguna cosa todavía peor. Por un momento hubo un largo silencio en el despacho, hasta que continué poniendo contra las cuerdas a quien era mi mano derecha. ─ ¡Blum! ¡No sé en qué coño estabais pensando tú y Kowalski!, quien está claro que también está implicado en todo este embrollo. Si existían sospechas de que el operador David Colleman pensaba vender a algún indeseable información crítica sobre el BB-500, hubiera bastado con arrestarle y haberle realizado un interrogatorio en primer grado. Matarlo me parece una solución como mínimo excesiva. La mano del rey se sentó visiblemente cansado y fijando la vista a mi perro, se justificó en tono tranquilo. ─ ¡No era seguro! Nunca hubiéramos tenido la certeza de que ese maldito hacker no se hiciera con la información ¿Puede imaginar por un momento qué ocurriría si así fuera? Cualquier sujeto, cualquier persona con el BB-500 implantado en su médula espinal sería objetivo potencial de ese c*****o y eso supondría que los podría controlar a voluntad. Terrorismo, extorsión, cualquier cosa. Y todo desde un maldito ordenador doméstico. Era necesario eliminarlo. Estaba claro. En el fondo pensaba que tenía razón, aunque por otro lado también creía que matar a ese hombre había sido una decisión demasiado radical. No obstante, bajo ningún concepto quería que notara mis dudas. Me levanté y fui al mueble bar con la intención de servirme otra copa. Giant sintió por un momento que la alta tensión que reinaba en el ambiente se había disipado y volvió a tumbarse de nuevo. A medida que caminaba hacia el lado opuesto de la sala, mi mirada estaba centrada en el suelo. Meditando en voz alta comencé a hablar y a dar instrucciones sobre los siguientes pasos a seguir. ─ En todo caso insisto en que la decisión del asesinato no te correspondía a ti. Ya está hecho y por desgracia no hay vuelta atrás. Ahora te diré lo que vamos a hacer. No necesitamos ni vamos a informar a la FDA sobre la muerte de Harry Jones, pues sabemos que todavía nos queda una ventana temporal de unos quince meses hasta tener que reportar sobre los resultados finales del estudio. Cuando llegue ese momento, ya veremos qué hacemos. A la familia de Jones le diremos que nos lo hemos llevado a cualquier otra parte del planeta con el propósito de perfeccionar su tratamiento y que de momento es imposible que lo puedan visitar. Habla mañana con mi secretaria. Ella se ocupará sin problemas de este tema. Blum asintió con la cabeza y yo continué dando instrucciones. ─ En este momento nos queda el segundo prototipo del BB-500 y un tercero estará finalizado la semana que viene. Como su implantación es relativamente sencilla y está operativo gracias a la cápsula instaladora creada por Kowalski, quiero que busques ya mismo a un nuevo sujeto y le coloques el segundo microprocesador disponible. Debemos poder seguir adelante con el desarrollo de toda la plataforma ¿Están las órdenes claras? Si tienes cualquier contratiempo o problema me informas directamente a mí y al instante. Después de una breve pausa acompañada de un buen trago a la copa, añadí. ─ Una cosa más Blum. Ahora mismo no tenemos ningún operador porque el que prestaba servicio fue aniquilado por Harry Jones. Tampoco disponemos de tiempo para entrenar a otro ya que tardaríamos demasiado. Actualmente solo hay tres personas que sepan hacer de operador. Una es Kowalski, otra eres tú y la tercera soy yo. Como tú te tienes que encargar de otros asuntos más importantes y yo por razones obvias no puedo ser, dile a Kowalski que él será el operador del nuevo sujeto ¿Lo has entendido todo? Blum volvió a asentir con la cabeza y se levantó dirigiéndose a la puerta de salida del despacho. Antes de cruzar el umbral se giró y sentenció. ─ ¡Todo se hará como ordenáis señor Blade! Esta semana tendré listo a un nuevo sujeto con la segunda unidad instalada en su espalda. Cuando Blum salió de mi despacho y cerró la puerta, algo no me cuadraba. Había muchos cabos sueltos en toda esta historia y empecé a tener la extraña sensación de que podría estar viviendo el principio del fin de BakerB Industries. Tomé un último trago al bourbon, apurando la copa y acto seguido deposité el vaso vacío en el escritorio de mi despacho. Me senté al lado de Giant y acariciándole la cabeza medité sobre el terrible y antinatural artilugio que había creado mi empresa. El microprocesador BB-500 que te permitía tomar el control físico de los seres humanos.
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