Elizabeth la a brazó diciendo:
— ¡De seguro es un chisme que anda circulando amiga, no hagas caso, ese hombre es tuyo!
— No Eliza, Alberto no es de nadie, es un hombre infiel, y no es un chisme del pueblo, es una realidad, está confirmado.
La abrazó más fuerte y Maitane siguió desahogando hasta que por fin logró calmarse, la amiga nuevamente intervino diciendo:
— ¿Que es lo que piensas hacer Maitane?
Ésta levantó la cabeza y respondió:
— Voy a irme lejos, no deseo volver a saber de Alberto Romano, que siga con su vida, yo haré la mía.
Estuvieron abrazadas unos instantes más, Elizabeth le pasaba una de sus manos por los cabellos de su amiga, sentía verdadera compasión y deseaba calmar el dolor que Maitane estaba sintiendo, porque era su propio dolor, pues ella también sentía que s
