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TODO POR ELLA

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Blurb

Iniciar la universidad sabía que iba a ser complicado, pero no se imaginaba que conocer a aquel joven de ojos verdes, alto y rubio, le pondría todo al revés, creyendo que era su amor, su vida, sin embargo, el trato y el pasado de Jason Montana, hace que Ainara pierda parte del sentido de su vida, una carrera y hasta su propia felicidad. A pesar de todo ello, llega Harry Goldman, alto de ojos color cafés, pestañas kilométricas, cabello ondulado, aquél joven que jamás deja su guitarra y su cámara, quien sabe que ella no puede elegir lo que siente pero que sí puede elegir qué hacer con lo que siente, y que se ha prometido cuidarla y alejarla del pasado de Jason, ¿Lo hará? ¿Cumplirá su promesa?

Todo por ella, es una historia donde dar todo el lo principal; es todo o nada, no existen intermedios.

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PRÓLOGO
JASON –No estás haciendo lo correcto, ¡es lo peor que nos podrías hacer! – me encontraba bajando por las escaleras hasta que oí el grito de mi padre, puse los ojos en blanco. Ya no era novedad que se estén gritando, aunque lo raro es que estén peleando tan temprano, bueno nuevo horario supongo. Así que continué con mi camino. –Baja la voz, Leo– escuché como mi madre decía, pensé en salir de casa sin avisar, pero decidí acercarme hasta la biblioteca. –No puedes dejarnos, ¡tienes a tu hijo! –Tu hijo y yo estamos hartos de tu carácter– vaya vaya, mi madre poniéndole frente a mi padre, eso era nuevo. Los recuerdos que tengo de ellos peleando abarca solo gritos y más gritos; cosa que sigue siendo un maltrato, sí. Pero no han llegado a los golpes, y sé que en el fondo mi padre no sería capaz de ponerle una mano encima. –Y yo estoy harto que me quieras ver la cara de imbécil, como para no darme cuenta que te revuelcas con otro, ¡vaya estupidez! – me detuve frente a la puerta, ¿qué es lo que dijo mi padre? –Leo, no puedes culparme, ¡ni siquiera nos prestas atención! –¡Estoy trabajando, para darles la vida que quieren! –gritó mi padre, fruncí el ceño y decidí entrar. Ambos se callaron y desviaron su mirada a mí. –¿Qué pasa con ustedes? – pregunté mirando alternativamente. La mirada de mi padre transmitía cólera y la de mi madre, miedo. –¡Mira, aquí está tu hijo! ¡Dile lo que vas hacer! – dijo mi padre apuntándome con su mano, me fije más en la estancia y al lado de mi madre había unas maletas. –¿Te vas de viaje? – le pregunté, giro su mirada centrándola en mí. Sus ojos gatunos; ahora rojos por las ganas de querer llorar, me miraron con tristeza. –¡¿No se lo dirás?! Bien, entonces lo haré yo. –¡No! Seré yo quien se lo diga– le respondió mi madre levantando una mano para que mi padre no continúe hablando. No entendía que diantres pasaba. –Bien, adelante entonces– mi padre se sentó y puso sus piernas sobre su escritorio. –Cariño, yo…he decidido– cerró los ojos un momento y continúo hablando–, bueno, debes tener en mente que esto que haré no es fácil para mí. Toda mi atención se centraba en cada palabra de salía de la boca de mi madre, pero antes que siga mi padre volvió hablar. –¡Oh vamos! Solo dile que te revuelcas con un maldito delincuente y por esa razón piensas en dejarnos, no es tan difícil– ¡¿qué?! –¿Estas bromeando? – le pregunté acercándome un poco al filo de su escritorio. –¿Te crees que soy un maldito payaso, como para jugar con algo así? Pues la verdad es que no, entonces.... –¿Te iras con otro? ¿Eso es lo que pasa? Mi madre no soportó más y cayó en llanto. –Cariño, yo te quiero más que a mi vida, cuando supe que estaba embaraza, no sabes la ilusión que tuve, mi pequeño Jason, con sus inmensos ojitos verdes– dijo con emoción en la voz–, pero, no solo soy madre, también soy… –Una cualquiera– termine por ella. Levantó su mirada y vi dolor– ¿por qué lloras? ¿acaso te duele? No puede afectarte en lo más mínimo, porque…si amas a tu familia, la cuidas, la proteges, ¡te quedas con ella! Grité, ella se sobresaltó y ahora entendía la molestia de mi padre. –Jason yo… –¡Tú nada! ¡Te acostaste con otro, engañaste a mi padre! ¿Y quieres que ahora te tenga pena? Si piensas irte, ¡hazlo! Por el rabillo del ojo vi como mi padre se ponía de pie y sentí que puso su mano sobre mi hombro. –Lárgate Mafer, a ninguno de los dos nos afectará tu partida– dijo mi padre con voz tajante, me erguí con toda mi altura, y desde allí observé a mi madre impasible. Mi madre intentó acercarse, pero retrocedí unos pasos y eso fue suficiente para romper su corazón de madre. No dijo nada, cogió sus maletas y salió de la biblioteca sin mirar atrás. Y es ese momento el que siempre anhelo con volver a vivir, ¿para qué? Para detenerla, y decirle que la quiero, y que no importa lo que haya hecho, siempre podría contar conmigo. Pero no fue así, supongo que eso es lo que hace la rabia, ¿no? Querer transmitir seguridad en un momento tan crítico y doloroso para cualquiera. Y mi padre y yo éramos expertos en dejarnos llevar por la rabia, en lugar de tener una razón lógica. Las consecuencias a ese momento no tardaron en llegar, mi padre cayó en el alcohol y yo por otro lado, solo buscaba al sujeto que nos quitó a mi madre, ¿y saben? No tardé en encontrarlo. Incluso ahora sabía quién era: Falanco Moncler. Un narcotraficante muy poderoso y que ahora me tiene como su lacayo trabajando para él, ¿por qué lo hacía? Porque deseaba volver a ver a mi madre, y al trabajar para él tenía acceso a su lujosa mansión y también a mi madre. Pero todo se fue a la mierda aquella noche de junio, cuando tuve que ir a cobrar el dinero que debían. Al ser nuevo tuve que acceder. Y ahora estaba fuera de aquel local, caminé un poco para observar más adentro y vi que estaban dando un show. Me quede fuera esperando a ver al tipo que nos debía, me sentía nervioso, aún más porque en la parte de atrás de mis pantalones llevaba un arma. Dijeron que la usé si lo veía conveniente, estuve con la mirada en el piso hasta que las personas empezaron a salir de aquel local. Bien, era el momento. Con la mirada buscaba al tal Riki, cabeza rapada y siempre iba de n***o. Estaba por rendirme hasta que lo vi, sin dudarlo me acerqué. –Oye tú– dije acercándome, él no iba solo, estaba rodeado de más chicos. Se giró confundido. –¿Me hablas? – preguntó y asentí. –De parte de Moncler, será mejor que pagues tu deuda– le dije, él frunció el ceño y empezó a mirar a sus amigos. –¿Disculpa? Tío vienes aquí a incomodarme y encima a decir que pague mi deuda– me dijo con indignación. –Solo cumplo con… –¡Me importa una mierda! Será mejor que te vayas– se fue acercando hasta donde estaba y me mantuvo la mirada. Me erguí todo lo que mi altura me permitió y me fijé en que era por lo menos una cabeza menos que yo. –No tienes ni idea de con quién te estas metiendo, Falanco te buscará y hará que tu cuerpo crie larvas por algún lugar de la ciudad. –¿Me estás amenazando? ¡Lárgate hijo de puta, o te juro que de aquí no saldrás vivo! –me acerqué un poco más a su rostro y le espeté lo primero que se me vino a la mente. –El único hijo de puta aquí, eres tú, así que de una maldita vez ve soltando la pasta o…– no me dio tiempo a continuar ya que su puño aterrizó en mi rostro, y caí al suelo. –¡¿A quién le dijiste hijo de puta?! ¡Repítelo y te mato! – me gritaba, intenté levantarme, pero una patada en el estómago me terminó por dejar allí en el pavimento. –¡Paga tus putas deudas! – le grité limpiándome la sangre de mi labio con el dorso de mi mano. –Creo que quiere una paliza, para que aprenda– dijo uno de los chicos que le rodeaban. Riki se giró hacia ellos y aproveche para ponerme de pie e ir a por él. Me abalancé contra él y como no esperaba mi ataque los dos caímos al suelo nuevamente, me subí sobre él y empecé a darle puñetazos. Con sus manos trataba de ahorcarme, pero mi fuerza era más. –¡Ayuda! ¡Ayuda! – escuché que los chicos de allí gritaban, pero sin intención de intervenir. Riki y yo seguíamos sumergidos en puños y patadas. –¡Hey, Hey! – escuché unas voces, yo no tenía cabeza para otra cosa que mi contrincante, pero entonces sentí unos brazos fuertes rodearme el cuello, hice uso de toda mi fuerza y me zafé de su agarre. Entonces corrí hacia Riki y sin dudarlo saqué el arma. –Quieto hijo de puta– dije mientras escupía un poco de sangre. –¡No, por favor! – me respondió dándose por fin por rendido–¡Yo he pagado todo! ¡No debo nada, te lo juro! Fruncí el ceño ante sus respuestas, pero no, no podía creerle. A nuestro alrededor ya se había formado un ruedo de gente, que observaban atónitos la escena. –¡Muchacho, deja el arma en el piso, la policía está en camino! – me gritó un señor, alto, incluso más que yo; llevaba una guitarra sobre su hombro y además intentaba acercarse hasta donde yo estaba. –Vamos, hijo, nadie quiere que salgas herido. Dame el arma– negué con la cabeza y di dos pasos hacia atrás. –¡Aléjese! – le grité, pero no obedecía. Él seguía avanzando y yo seguía retrocediendo. –Entrégame el arma, vamos– me volvió a decir y yo volví a negar con la cabeza, mis manos temblaban. Muchos de los presentes estaban grabando. Al tal Riki lo ayudaron a ponerse de pie y lo alejaban del lugar, dejé de observar mi alrededor y me centré en la persona que estaba a pocos metros de mí. –¡Aléjese, j***r! Grité y entonces escuché las sirenas, mierda. –No sé qué motivos tienes para haber venido armado, pero créeme, nada se soluciona así, entrégame el arma por favor– yo continúe negando con la cabeza, y entonces con dar dos pasos alargados intentó quitarme el arma, empezamos a forcejear. –¡Aléjese, por favor, suélteme! – le grité y entonces sin siquiera darme cuenta aprete la pistola y a la vez el gatillo, el sonido del disparo y los gritos de la gente hicieron que me quede quieto. Miré hacia abajo, y nuestros pechos estaban llenos de sangre, pero no mía. ¡Mierda! –Señor, señor– dije mientras botaba el arma al piso y traba de sostenerlo. –¡Lo ha matado! ¡mató a Goldman! – escuché que gritaban, busqué con manos temblorosas por todo su cuerpo, la bala estaba en el corazón, justamente ahí. –¡Señor, por favor, reaccioné!¡Señor! – grité mientras le daba pequeños golpes en la mejilla, pero nada. Lo miré y sus ojos estaban abiertos, pero sin vida. Yo se la arrebaté, se la quite de la manera más injusta, y una rabia ocupo todo mi cuerpo. Me puse de pie y con lo primero que encontré a la mano corrí hasta donde estaba Riki. Y lo golpeé, le di tantos golpes con… Me fijé y era la guitarra de aquel hombre, pero ahora estaba hecha añicos. –¡Arrodíllese! ¡Policía! – escuché como me gritaban y al levantar la mirada tres coches patrullas estaban frente a mí. Decidí soltar la guitarra y hacer lo que me pedían. Volví a mirar a aquel sujeto y su mirada sin vida fue lo único que hizo que algo dentro de mí se hiciese añicos. Acaba de morir, por mi culpa. Sentí como unas lágrimas caían por mi rostro y unos brazos me atrapaban y me ponían las esposas. ¿Tendría esposa? ¿Tendría hijos? Mi mirada seguía fija en el cuerpo inerte. Me condujeron hasta el coche patrulla. –Tienes que ser tremendo hijo de puta para haber hecho esto, te espera buen tiempo en la cárcel jovencito–me dijo la mujer que me conducía hasta el coche. Volví a girar para verlo, me merecía el mismísimo infierno. Lo maté, yo…lo maté. Y quizás es este suceso el que desencadena la siguiente historia…

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