Capitulo 3

1190 Words
Un mes después de su llegada al hogar de los Havisham. la señorita Smith se había adaptado a su rutina como institutriz . La pequeña Jane, le parecía el ser más adorable que hubiera conocido una niña dulce, amable y sensible. Sin embargo en el otro extremo estaba su progenitor que muy por el contrario,  le parecía la criatura más fría con la que le hubiera tenido que  convivir jamás. El hombre hacia todo lo posible por evitarla y prácticamente ignoraba su presencia cuando estaban en la misma sala. En el único momento, que el condenado Lord, se dignaba a dirigirle la palabra era para darle alguna orden o en su reunión mensual, en la que solicitaba un  informe detallado sobre los avances de su querida hija. En ocasiones era tanta su incomodidad que pensaba que lo mejor sería renunciar, pero la verdad es que necesitaba tanto de este  trabajo y veía difícil la opción de  encontrar  otro  con tan buenas condiciones económicas. Así que al final solo le  quedaba la resignación hacia el  trato osco que recibía de su patrón. Además  si él estaba tan determinado a ignorarla , ella haría exactamente lo mismo. así que evitaba en lo más posible que se produjera algún encuentro desafortunado para los dos. Una hermosa tarde  de primavera caminando por berkeley Square con su pequeña damita como ella había apodado a Jane.   un galante joven se acercó a ellas. ¡Hola pequeña Jane! saludo el apuesto joven dirigiéndose a la pequeña. ¡Holaaaaaa tío Robert! grito Jane de la emoción lanzándose a sus brazos Jane quedó desconcertada con la escena mientras veía a ese joven alto y galante sonriendo con ternura a la criatura que sostenía con tanta dulzura entre sus brazos. El pareció ser consciente de la extrañeza que debía estar causando en la joven, así que se acercó a ella y devolvió a Jane con su tutora. Lo siento señorita .... ? ¡Smith!-  respondió Catherine Señorita Smith-  continuo él - disculpe debí presentarme soy Robert Havisham hermano menor del Vizconde Havisham- dijo haciendo un gesto galante con su sombrero. Catherine respondió el gesto con una inclinación. Siento haber interrumpido su paseo con mi sobrina señorita Smith No sé preocupe señor Havisham yo ya iba caminando de regreso Por supuesto... ¿No hay inconveniente si camino con ustedes ? No, claro que no , señor Havisham Gracias señorita Smith- sonrió el con una sonrisa amplia sincera y llena de hoyuelos en sus mejillas. Catherine pensaba, que si bien había un parecido entre el vizconde Havisham y su hermano. Definitivamente en el último había facciones más dulces, muy similares a los de su madre. Por el contrario en las  del Vizconde había una firmeza muy viril, incomparable con ningún hombre que hubiera conocido. Dentro de las próximas semanas, Robert Havisham pareció dar una nueva vida al hogar. Era un joven dulce y travieso, que hacía reír a su madre con sus ocurrencias y a su sobrina con sus juegos. En cambio el  Lord  no hacía más que  regañarlo, para que sentará cabeza de una vez por todas. En la mesa, durante la cena de bienvenida Lord Havisham había tocado el tema. A lo que  Robert respondió: ¡Deja el tema sabes que este año entraré a estudiar  leyes en Oxford! aunque tú sabes que lo odio. Lady Havisham dándose cuenta de la tensión en el ambiente decidió cambiar el tema y pregunto a Robert sobre su viaje a Italia. Este empezó hablar sobre el arte reinante en Roma y todo volvió a ser más pacifico. Catherine tuvo que dejar la habitación, para llevar a Jane a dormir ya que está vez, por única excepción se le permitió estar durante la cena. Debido a la llegada de su querido tío y a consecuencia de las súplicas de este. de lo contrario, el Lord jamás lo hubiera permitido. Catherine la acercó para que la pequeña recibiera las buenas noches  de todos al llegar donde su tío este la abrazo a la niña  y sonrió con picardía hacia Catherine que se sonrojo de inmediato. Esto no paso desapercibido por el Lord  que sintió una profunda molestia . Cuando la institutriz se acercó se despidió de Jane, mientras que a ella prácticamente ni la miró. Catherine se sintió fatal pero ya estaba acostumbrada a los desplantes, sin aparente provocación del Lord.                                                                     >>>>>   Con su presencia Robert  Havisham había logrado animar aquella casa que a veces resultaba tan fría y estricta. Su madre se encontraba tan feliz con su visita que decidió comenzar los preparativos para la recepción de bienvenida de su adorado hijo. Durante todas la cenas posteriores no hacia más que hablar sobre el asunto. Pero sobre todo de un tema en particular. La hija menor de la Duquesa de York. ( la molesta Elizabeth que había sido llamada así en honor a su madre que era la mejor amiga de la duquesa, casi como una hermana) Por supuesto, todo tramado con la firme intención de realizar labores de casamentera. ¡Quería que su hijo sentará cabeza de una vez por todas!. sabía que las leyes no eran algo que le apasionara. Pero sí se enamora de su prometida, estaba segura, que haría todo lo posible por finalizar lo más pronto posible su carrera. Así que recurrió a la nostalgia con comentarios como; lo buenos amigos que habían sido Elizabeth y él durante la infancia y en la hermosa mujer en la que se había convertido. Robert por su parte intentaba ignorar aquellas artimañas de su madre. No quería un matrimonio por conveniencia. Menos con la fría y mimada hija de la Duquesa. Cuando quisiera formar una familia (algo que veía muy lejano) Sabia que sería exclusivamente por amor. De Elizabeth recordaba la profunda irritación que le producía durante la pubertad. En su opinión lo único rescatable de ella, es que era una excelente amazona, de lo demás solía ser una mocosa mal educada con los sirvientes y soberbia con todo el mundo. No conforme con eso, solía intentar de todas las maneras posibles hacer su soberana voluntad y en el proceso, que Robert la obedeciera en todo. Así fue como a los quince años se vio obligado a ser el dueño del primer beso de Lady Elizabeth. Aquella arpía lo había extorsionado para que la besara en las caballerizas. Durante un verano donde su madre y él habían sido invitados a pasar una temporada. Ese beso estuvo cargados de muchos sentimientos contradictorios rabia, algo de pasión juvenil,  mezclándose con la  frustración de haberse visto manipulado por aquella muchacha. Y ahora su madre ¿quería que fuera su prometida? ¡imposible! ¡Dios me libre de aquella calamidad! se repetía mientras escuchaba las alabanzas de su madre a aquella víbora. Mientras el simulaba no darse por aludido con aquella platica. La mujer que si había logrado cautivarlo a su llegada era la silenciosa, dulce y femenina señorita Smith. Con ese cabello color del cobre y esa cara que le hacía recordar a ratos a la difunta Lady de Havisham. Esa mujer que aún muerta lograba atormentarlo con la culpa y el deseo prohibido.
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