NARRA ELLENOR Las horas se convirtieron en días, lo días en semanas, semanas en las que, aunque me negara aceptarlo deseaba recibir su visita, cada vez que escuchaba un carruaje detenerse en la entrada de la casa espiaba a hurtadillas a la persona que bajaba de él, pero lamentablemente durante dos semanas no tuve noticias suyas a pesar de que había mencionado que me cortejaría. No podía negar que quería verlo, era un conversador agradable al que no le parecía molestar mis comentarios altivos que en algunas ocasiones salían de mi boca sin previo aviso. Mis dedos acariciaron las teclas del enorme piano de la casa, mi estado de ánimo era melancólico, había leído Persuasión de Jane Austen hasta la mitad y sinceramente me sentía débil sentimentalmente, pensaba en lo trágica de la relación ent

