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1354 Words
Kayda Dabria Sudo frío mientras subo y bajo más rápido sobre su regazo, montándolo con necesidad, observando toda la habitación, mi visión se hace borrosa, me roba varios gemidos, apretando mi cintura y glúteos, él está tan sudoroso como yo, mis uñas se clavan más a fondo en su hombro temblando de placer, veo el rojo carmesí sobre su piel y manchando la palma de mi mano, trato de alejarme pero a cambio un flash me ciega. Tiemblo sin entender que pasa al ver varios reporteros alrededor de mí impidiendo que pase. — ¡Aquí, aquí! ¡Señorita Dabria! ¿Cómo se siente acerca de la perdida de su prometido? ¡Señorita Dabria! — ¿Le a afectado su muerte? — ¡¿Es cierto que su prometido tenía una amante?! — ¿Usted lo engañaba por dinero? — ¡Señorita Dabria! ¡¿Cómo se siente de haber revelado los más oscuros secretos de los Carter?! — ¿Se siente satisfecha de haberlos mandado a la quiebra con la corrupción que ha expuesto sobre ellos? — ¡¿Los ha hundido al saber de la amante de su difunto esposo?! — ¿Es cierto que están metidos en la trata de mujeres? — ¡¿Cómo cree que proceda la demanda de difamación ante usted y toda su familia?! ¿Esto ha afectado en la economía a los Dabria? El tacto de alguien me atrae a la realidad junto a su delicada y paciente voz masculina. — Entonces linda... Dinos ¿Cómo te sientes al respecto de lo que ha sucedido últimamente en tu vida? — Miro a Bont apretando mis manos en puños. Trato de contener las lágrimas respirando profundo, esto me sobre pasa. — Perdí a mi prometido... Que ahora se que me engañaba con una de esas mujeres... — me cuesta tanto hablar que debo tomar un respiro — y ahora ellos le hacen esto a los Carter y me inculpan ¿Cómo crees que me siento Bont? — pregunto agobiada. Su expresión es triste, sintiendo empatía por mi, más lágrimas ya llenan mis ojos. — Lo se, debes sentirte terrible pero ¿A quienes ellos te refieres? — el aire se me corta cuando lo oigo hablar. — ¿A quienes más sino? — mi voz es ligeramente firme — creí que eran mis amigos... — Toda una vida con ellos. — Y me traicionaron, yo, yo no pude haber hecho eso, yo no conozco de tecnología Bont, tampoco de personas que... Que no sean ellos, solo ellos saben tanto y es... Es cruel. — Pagaste fianza para salir de prisión ¿No es así? — pregunta interesado. Hago aún lado mi cabello rubio y bajo un poco el hombro de mi blusa mostrando los cuatro puntos en mi brazo. — ¿Tu crees que podría haber sobrevivido ahí? ¡Fui la prometida de un proxeneta! Y no lo sabía pero para todos yo doy la culpable, una cómplice de los Carter. — Es claro que no, muchos dicen que lo buscaste. — No, no es así, yo creía conocerlo, novios desde la preparatoria y universidad, nos íbamos a casar... Sin duda todo esté tiempo he vivido en un engaño. Bont me sirve un vaso de agua temiendo me ahogue con mi dolor, es tanto que no se que mas hacer. — Si lo pudieras ver ahora mismo... ¿Que harias? — pregunta Bond mirandomr fijamente. Las manos me tiemblan y mis ojos se llenan de lagrimas recordando sus claros ojos, como brillaban cuando me miraba y como sonreia cuando me oia hablar. — Yo lo amaba — aprieto mi mandibula y el baso en mi mano — lo amaba tanto que ahora mi decepcion y dolor es tan grande, ha creado una repulsion dolorosa, temerosa de que se confirme todo lo que dicen que... — ¿Que? — pregunta Bond. Cierro los ojos temblando y respirando mal. — ¿Es eso cierto? — abro los ojos — no puedo pensar en otra cosa que no sea preguntar si es cierto o no. Bond, asiente con la cabeza. — Lamento tanto lo que estás pasando Kayda... Asiento con la cabeza cerrando los ojos, vienen más preguntas de nuestra relación con Carer Carter. Pero el ya no está aquí y yo tampoco porque siento que todo da vueltas, mi vista se hace borrosa, intento levantarme del asiento pero a cambio provocó mi caída al suelo, mi cuerpo se siente pesado, tan pensado que el rebote de el sobre el suelo es casi nada. No sé en qué momento pierdo la conciencia pero los gritos me ahogan seguido de un sonido ensordedor que roza mi oido. La luz es blanca, muy blanca, intento tener más de ella, algunas de mis neuronas comienzan a funcionar haciéndome retroceder, trato de parpadear pero mis párpados pesan, el mareo que sentí aún inicio ha sido remplazo por un dolor de cabeza tremendo, me palpita tan fuerte que fuerzo mis párpados a estar cerrados y no seguir con mi deseo. Quiero saber dónde estoy pero con este dolor, parece una misión imposible. El sonido de una puerta hace que mi cuerpo se congelé en la superficie que ahora distingo como plana, la luz blanca sigue dando a mi rostro. El sonido de una voz me rasga los oídos. Trato de entender lo que dice, oírlo. — ... Si, es así, lo quiero cuánto antes... — la voz la reconozco perfectamente, es mi padre — también deseo que resguarden a mi esposa, insiste en venir pero todo es demasiado peligroso para ellas en este momento... Si, encárgate de esos idiotas también, los quiero hundidos, pagando por lo que le han hecho a mi hija — la conversación se alarga casi permitiendo que me duerma hasta que escucho algo que llama mi atención — no, no me estás oyendo, nos quiero la agencia de Wagner, quiero a los Wagner en esto... Si, ya lo sé, no, no me importa lo que tenga que pagar y lo sabes, es la vida de mi hija y mi esposa. Lentamente abro los ojos observando la gran luz blanca que no proviene de otro lugar sino que del techo de una pared que considero es de hospital por los aromas que comienzan a presentarse, creo que mis sentidos se agudizan porque oigo el pitido que ignoraba. — ¿Seguridad? — pregunta con la voz más afónica de lo normal. Mi padre me mira con lujo de atención alejando el celular de su oído. Parpadea varias veces soltando el celular. — ¿Kayda? ¿Has despertado? — pregunta como sino lo pudiera creer. — ¿Ha sucedido algo papá? — mi voz se oye con la de un gallo por la mañana deseando despertar a toda una vecindad. Papá casi corre a mi lado tomando una jarra de agua la cual ignoraba, sirve agua en un vaso y saca una pajilla para que sorva el líquido, al mismo tiempo toca un botón rojo. — Toma agua mi niña — besa mi frente acercando eso a mi boca. Yo lo hago sin necesidad de que me lo repita de nuevo, la sed es inmensa que bebo más rápido de lo normal. — ¿Papá que sucede? — pregunto alejando el vaso con agua. El me mira con sus enormes ojos verdes musgo. — Te desmayaste en medio del programa ¿No lo recuerdas? — Realmente me cuesta recordar un poco los sucesos... — aprieto los labios y los párpados recordando a Carel — oh... ¿Cuánto tiempo llevo aquí? El se tensa peinando mi cabello con delicadeza. — Poco tiempo mi niña. — ¿Cuánto es poco tiempo? — interrogó confundida. Realmente siento que el cuerpo me duele demasiado para ser poco tiempo y a la vez siento que necesito más de mi sueño en cama. Por alguna razón ver la expresión de mi padre solo me hace pensar en Carel y su familia, los Carter. Veo la puerta abrirse y entrar dos hombres vestidos de médicos. — Dos semanas hija, llevas dos semanas aquí — responde mi padre dejándome atónita. — ¿Que?
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