Capítulo 2: La Identidad

986 Words
IG:@s.dalsanto17 Al día siguiente: 29 de marzo Mi mochila ya está preparada con todo el equipo que puedo llegar a necesitar, mi contacto ya ha confirmado que me ha dejado el vehículo en la frontera con Suiza, y solo me queda llegar hasta allí para empezar con esta nueva misión. Me cuelgo la mochila en los hombros, guardo el celular en el bolsillo de mi pantalón, y salgo de la casa después de asegurarme que todas las ventanas estén cerradas correctamente y el sistema de alarma este funcionando ya que estaré fuera por un tiempo indeterminado. Una vez que cierro la puerta con llave, emprendo mi camino a pie hasta la estación de tren. La gente pareciera tener bastante prisa, caminan de aquí para allá preocupados por sus problemas, otros simplemente van muy entretenidos en su celular y otros tantos conversando con quienes los acompañan. En mi caso voy pensando en las diferentes posibilidades que me puedo llegar a encontrar al arribar a mi destino. Según las coordenadas provistas, es una casa en el medio de la nada, pero el sitio es tan remoto que no me permitió ver a través de los radares que es lo que había a su alrededor. Por consecuencia, tengo que contemplar las infinitas posibilidades. Tal vez haya más propiedades a su alrededor, o quizás se trate de un campamento de algún grupo que se dedica a secuestrar gente, no lo sé. La única certeza que tengo es que debo rescatar a esa mujer. El camino transcurrió rápidamente, y al llegar a la estación, observo los diferentes letreros hasta que encuentro el tren indicado que me llevara a Verrières-de-Joux, una comuna fronteriza con Suiza donde está mi contacto para proveerme mi pasaporte con una nueva falsa identidad. Si algo he aprendido en cada una de mis misiones es que no debo develar mi identidad jamás, aunque con el caso de Cairo y Olivier, rompí todas mis reglas, pero al final del día Olivier sabía perfectamente quien soy y a que me dedico. Una vez que llega mi turno en la ventanilla, le pido a la joven el boleto que necesito y pago por este en efectivo para evitar cualquier registro. Ella con una gran sonrisa en su rostro me lo entrega y yo simplemente asiento —Merci— Digo amable y me retiro dejando que la próxima persona sea atendida. La estación es un caos y apenas puedo abrirme paso entre la gente para llegar al anden indicado. Miro el reloj y me percato que solo quedan unos pocos minutos para que llegue mi tren, por ende, agarro mi celular, le cambio el chip y le envió un mensaje a Sergio para dejarle saber dónde me encuentro, algo rutinario para la seguridad de todos. Pierre: “Ya en la estación de tren. En unas seis horas llegare a la frontera.” Espero el tiempo suficiente, pero no más de lo permitido hasta que llega su respuesta. Sergio: “El paquete es muy importante, se cuidadoso, no se puede dañar.” He rescatado a varias personas en estos últimos años, pero jamás me habían dado tan poca información acerca de mi misión, y esto me hace preguntar si estoy haciendo lo correcto. «¿Y si es la hija o esposa de un mafioso? ¿Y si estoy rescatando a la persona equivocada?» Me cuestiono por dentro, pero no es momento para retractarse, no hay tiempo para eso, mucho menos oportunidad. Otra lección importante de este tipo de trabajos es que una vez que aceptas, no te puedes arrepentir. Pierre: “Llegara sin un rasguño, sabes que soy uno de los mejores en esto.” Envió mi última respuesta, y saco el chip del celular para así romperlo y tirarlo a la basura sin que nadie se percate de mi acción. Una vez que lo hago, coloco uno nuevo y lo guardo en el bolsillo al ver que el tren se acerca. Miro a mi alrededor para asegurarme de que nadie me esté siguiendo, y cuando el tren se detiene frente a nosotros, me subo para así ir hacia el asiento más alejado del resto de los pasajeros. Hago un paneo general de quienes están aquí y simplemente trato de memorizar sus caras. Necesito saber si alguien llegara al mismo destino que yo o en verdad estoy solo. No quiero sorpresas, no necesito que nadie arruine esta misión, ya me ha pasado en una ocasión y no pienso dejar que algo así vuelva a suceder. Disimuladamente saco mi laptop y la enciendo para después empezar a revisar la información que recolecte, o, mejor dicho, la que me permitieron recolectar ya que el nombre de Aiyana Ackermann es completamente prohibido para mí. Estoy leyendo las coordenadas cuando de pronto el sonido de mi celular anuncia que he recibido un correo electrónico y al abrirlo me quedo anonadado, es de la embajada de Suiza, o, mejor dicho, del embajador de Suiza en Francia. “Señor Moreau, Me presento con usted a través de este medio, mi nombre es Silas Ackermann, soy el embajador de Suiza en Francia. El día de hoy decidí romper las reglas para explicarle quien es Aiyanna Ackermann. Es mi hija, y como entenderá, este hecho representa un conflicto muy importante para mi país, por ende, es importante que este suceso se mantenga en total confidencialidad. No responda a este correo ni intente contactarme. En caso de extrema emergencia llame al prometido de mi hija, su datos le llegaran a través de su contacto. Desde ya muchas gracias por su discreción y encargarse de este asunto tan importante para mí. Sila Ackermann.” Cierro el correo de inmediato y me quedo pensando en el problema que me estoy metiendo. No hay posibilidad para ni siquiera para cometer el más mínimo error, definitivamente toda mi concentración debe estar puesta en rescatar a esta mujer y llevarla sana y salva con su familia.
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