ISABEL
Ya mi hijo Ignacio se va, desde muy temprano desperté para ocuparme de que nada se le olvide, también le llevé ese cafecito que toma cada mañana, sé que lo extrañará, pues lo preparo especialmente para él y no es que tenga un ingrediente en especial, sólo mi amor incondicional que tanta falta le hará a donde va.
— Mamá, gracias por dejarme hacer esto, pero si te veo llorar no podré irme nunca
— Quisiera que no te fueras, hijo, pero quiero que seas feliz y que logres todos tus sueños aunque es implique que estés lejos de nosotros
— Pero si no me voy para siempre, volveré pronto
— Y te estaremos esperando para que nos cuentes todo con lujo de detalles
— Sé que sí, mamita linda — me abraza, luego a su padre y por último a Lili.
— Llámame si necesitas algo — menciona Xavier
— Llámame si quieres chismear algo — dice Lili
— Así será, prometo llamarte en cuanto pueda para contarte sobre el viaje y mi nueva vivienda
— Ya dijiste, ¿Eh? Y tengo testigos
— Me tengo que ir, familia
Él se va y nosotros nos quedamos en espera de su llamada deseándole lo mejor.
IGNACIO
He llegado a la oficina donde todos los del intercambio ya esperan para marcharnos, no es que sea tarde, sólo que todos estamos ansiosos por empezar esta nueva aventura. La secretaria nos da indicaciones.
— ¿A alguno de ustedes no le llegó el correo de confirmación? — pregunta ya para finalizar — De se así, favor de levantar la mano.
Todos volteamos para todos lados esperando a que alguien levante la mano, afortunadamente no hay nadie que lo haya hecho. Suerte que el correo me llegó ayer por la noche justo antes de irme a dormir, si no, supongo que no podría realizar esta actividad.
— Creo que no hay nadie sin correo, señorita — aclaro
— Bien, entonces ya podemos irnos, los acompañaré hasta el medio de transporte y de allí ustedes se reportarán directamente con mi superior, para cualquier duda o contratiempo que tengan, problemas o diversas situaciones que se les presenten en la capital, él estará a cargo de ustedes.
Caminamos hacia el autobús de la universidad donde ya nos espera el chofer y el encargado de nosotros, se presenta y todos tomamos un asiento, el viaje comienza sin demoras. Pronto recibo una llamada de Marbella.
— Ignacio, ¿Dónde estás? Por favor no te vayas
— Marbella, cariño, lo siento, ya voy en camino
— Perdóname, creí que podría con esto, pero no
Ella cuelga el teléfono casi al instante, por lo que comienzo a escribirle un mensaje de texto.
— Piensa en que pronto estaremos juntos para siempre, ¿Sí? Recuerda que prometiste organizar la mejor de las bodas, yo te estaré esperando frente al altar, tan guapo como tú me ves y tú serás la de blanco…
Tarda un poco en responder, pero al final sólo me da la razón. Al menos no llegó a tiempo para hacerme un escándalo e impedirme el viaje, qué suerte que todos teníamos prisa.
ESTRELLA
Las galletas de ayer fueron todo un éxito, el padre Jacobo está muy feliz con los resultados, tanto que hemos regresado a las calles para volver a vender, salvo que esta vez me acompaña para evitar que me le escape otra vez, ay, ese padre que no confía en mi naturaleza.
— Y nada de alejarte de mí, Lupita, porque ayer bien que me di cuenta que te separaste del grupo
— Pero si sólo fue un momentito, además gracias a eso logre vender todas las galletas de mi canasta
— Lo sé, pero te pedí que no lo hicieras
— Padre, ¿Por qué no me acompaña a la construcción de ayer? Así se queda más tranquilo
— No, nada de eso, vamos a seguir por esta misma cuadra
— Está bien
— Además, hoy debemos regresar temprano porque los señores Monsalvo irán a visitarnos como cada mes
— ¿Por qué es tan importante su visita, padre?
— Porque ellos siempre nos llevan cosas como ropa, zapatos, alimentos y dinero, hijita, así que sin peros
— Está bien, padre, pero sólo porque esa familia suena a que es bien ayudadora
— Solidaria, Lupita, se dice solidaria
— Pos eso, pues.
Al menos el señor ese de ayer no me volverá a molestar con que me ha visto quién sabe dónde, sabrá Dios qué intenciones tenga o si es alguna persona que también viene del pueblo, pero no pienso averiguarlo, no vaya a ser que le avisen a mi apá y entonces sí venga a querer llevarme con él para sus malvados planes.
Al terminar de vender las galletas, regresamos al refugio donde los señores Monsalvo ya nos esperan. El padre entra a su oficina con el señor, es un hombre no tan mayor con cara de autoridad y tiene una sonrisa agradable, sí que parece una persona agradable. Mientras ellos platican, la señora Monsalvo se queda con nosotras.
— Miren lo que les traje, chicas, ropa, zapatos, aretes…
Es una señora muy bonita y se nota que también es de fiar, me inspira un poco de confianza, pero aún así me quedo un poco en la distancia porque me da pena, luego alguien me toma de la mano e intenta llevarme hasta donde está la señora repartiendo las cosas, pero yo me pongo difícil.
— No tengas miedo, no mordemos, — me dice una niña — mi mamá trajo cosas para todas, ándale
— Es sólo que me da pena — respondo
— No te había visto por aquí, tú debes ser nueva, ¿verdad?
— Sí, hace poco tiempo llegué a este lugar, gracias al padre Jacobo
— Yo soy Lili — me extiende la mano
— Y yo Lupita
— Mucho gusto, Lupita, — se me queda mirando un momento — ¡Pero qué ojos tan bonitos tienes! — me sonrojo
— Gracias, Lili — La señora Monsalvo mira hacia nosotras y nos habla
— ¡Lili! Vengan para acá.
— Mi mamá ya te vio, ahora si ni cómo esconderte de ella, será mejor que vayamos a que se conozcan.
Lili me lleva directo con su mamá y ella me mira detenidamente y luego un par de lágrimas salen de sus ojos.
— Mamá, ella es Lupita, ¿Verdad que es muy bonita?
— Sí, lo es…
ISABEL
Dios mío, esta muchacha podría ser mi hija, tiene los ojos verdes como Xavier y como mi Esmeralda cuando la perdí, ¿Será que la encontré al fin?
— Dime, Lupita, ¿Qué edad tienes? — la cuestiono
— Diez y ocho, señora, ¿Por qué?
— No, por nada, sólo quiero conocerte un poco más…
Es imposible que sea mi hija, ella tendría apenas quince años, y esta niña aunque es muy parecida es mayor que mi Esmeralda, por un momento sentí que mi corazón se detuvo al mirarla, como si la vida me pusiera frente a ella, pero sólo es una prueba más, algo cruel, pero en fin, no soy nadie para renegar de ello.
XAVIER
El padre Jacobo como siempre me ha presentado un informe detallado de los que se gasta en este refugio, no lo necesito, pero él es tan insistente con esos de las cuentas claras, nuevamente le he dejado una cantidad de dinero para solventar esos gastos y un poco más por lo inesperado, pues uno nunca sabe.
— Señor Monsalvo, es usted un verdadero ángel, no sabe cuánto le agradezco por su generosidad
— No me agradezca, padre, mejor siga pidiendo por mi hija Esmeralda para que algún día vuelva a su hogar
— Así lo hago siempre, don Xavier, aunque no fuera un alma tan caritativa lo haría sin pensar, pero venga, que ya las muchachas nos esperan, además quiero que conozca a las nuevas, entre ellas Lupita, una muchacha muy noble que le ha dado luz a este lugar con sus ocurrencias
— Suena muy interesante
— Lo es y se lo menciono porque alguna vez me mencionó que podría ofrecerle trabajo a alguna de mis protegidas y ella tiene muchas ganas de ocuparse en algo y de superarse, además de que ya es mayor de edad
— Siendo así, será un placer conocerla
— Nuevamente, muchas gracias por su apoyo
— ¿Sabe? El otro día, mi hijo Ignacio nos comentó que ayudó a una joven afuera de la iglesia…
— Ah, si, ya me había preguntado la señora Isabel, y precisamente se trata de Lupita
— Me alegra mucho que usted le haya prestado atención, mi hijo se quedó muy preocupado por ella…
La conversación parecía no terminar, pero poco a poco nos fuimos acercando a donde estaban todos, mejor dicho, todas, Isabel y Lili ya convivían con ellas y ya habían repartido algunas cosas, la joven de la que el padre hablaba se encontraba allí, justo en medio de ellas, pero no se le veía tomar nada, al contrario, ella misma repartía a sus compañeras.