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1815 Words
8 “Vampiros en Sunny Village” Los pies de Eva dan un paso hacia adelante, con el corazón en las manos, y un dolor intenso que comienza en su espina dorsal, y termina en la parte más baja de su estómago. Su boca quiere pronunciar alguna palabra, sin embargo, le es casi imposible al ver como la policía recoge el cadáver de uno de los habitantes de Sunny Village que ha sido asesinado de la forma más grotesca posible. Intenta dar un paso más hacia adelante, sin embargo, la enorme, y masculina mano de Sebastián Drake se lo prohíbe. Ambas miradas se conectan por un segundo, antes de que la chiquilla explote contra él. Busca la manera de liberarse de su doloroso agarre, aunque esa mirada llena de misterio la paraliza. —¿Qué cree que hace, señor? Escupe, mirando con fijeza como su vecino la sostiene con fuerza de la mano. —No irás. —¿Quién eres tú para prohibirme algo a mí? Trata de echarse hacia atrás, pero, el enorme cuerpo del lobo ni siquiera se inmuta ante sus ataques. —Eva, déjalo estar. —¡No! ¡Algo está pasando en Sunny Village, y necesito saberlo! —¿Qué crees que está pasando? Quizás, fue un animal el que mordió a tu amigo, venga ya. La mandíbula de la chiquilla se comprime, mira una vez más a Sebastián antes de morderlo con fuerza en su antebrazo; el hombre maldice al verla correr hacia la calle principal, sin embargo, a la vista de todos los vecinos la alcanza en un abrir y cerrar de ojos, tomándola posesivamente por las caderas antes de levantarla con rapidez, y posarla contra su hombro izquierdo. Nena abre los ojos, para acto seguido cubrirse la boca al ver tal escena. El pelinegro abre la puerta de la casa de los señores Smith de una sola patada, sube con pasos agigantados y firmes la escalera que da hacia la segunda planta de la vivienda, para luego tirar el cuerpo de Eva contra su cama. —¡Mierda! ¡Hijo de perra! Gritó, cuando sus glúteos tocaron el colchón de la cama. —Te estoy protegiendo. —¿De qué? ¡Dijiste que lo asesinó un animal! ¿Qué sabes que yo no, Sebastián Drake? Los labios del sujeto se humedecen por el rastro de su lengua contra su boca, sus manos se sienten pesadas, mientras que un escalofrío recorre su espalda al saber que las cosas se están saliendo de control. —No sabemos si es un psicópata. —¿En Sunny Village? ¡Por favor! ¡Aquí lo único interesante que ha sucedido fue cuando la cosecha de maíz se quemó por culpa del borracho del señor Foster! ¿Crees que soy estúpida? Él sonrió. —Algo… —¡Hijo de perra! La pelinegra se le tiró encima, mientras enterraba sus uñas contra los musculosos brazos de su vecino; Sebastián chilló de dolor, sacudiéndose un poco para liberarse de la pequeña luchadora. Ella estaba convencida de una sola cosa: Quería venganza. —¡Te odio, maldito! Le gritó, dándole manotazos en todo el cuerpo. —Detente… Mierda… Detente… Atacó, tomándole las manos con fuerza, los ojos azules de la chiquilla se abrieron al percatarse que el cuerpo de su vecino estaba demasiado pegado al de ella. Su mirada se inclinó hacia él, dándose cuenta que su cara quedaba justo debajo de su pecho. Su saliva se tornó espesa, mientras que cuando intentó dar un paso lejos de él, ambos terminaron cayendo en la cama. Sebastián cubrió a la pequeña con todo su cuerpo. Lo siguiente que Eva sintió fue el enorme pene del tipo encima de ella. —¿Interrumpimos algo? La voz de Nena, los obligó a separarse tan rápido, que la cama se sacudió con aquel movimiento. Sus manos tocaron sus calientes mejillas, entretanto, Sebastián solo miraba una cosa: Su hermano Kilian también estaba aquí. —¿Iban a follar? El alfa abrió los ojos ante la pregunta de su hermanito. —¡No! Gritó ella, de inmediato. —Pues parecía… Cuando un hombre está encima de una mujer es porque le va a meter el pen… —¡Kilian! Sebastián se alteró. —¿Qué? ¿No es cierto? —Le preguntó a Nena, y ella sintió. —¿Se pueden ir todos de mi habitación? Agregó la chiquilla ya cansada de toda esta situación, tenía demasiadas cosas por las cuales pensar, y una de ellas eran las personas que estaban apareciendo muertas en el pueblo de Sunny Village. —Si necesitan condones, yo tengo. Nena insistió, rebuscando en su bolso, aunque la almohada que Eva tiró contra su cara la dejó fuera de la recámara de un solo golpe. —¿Alguien me puede contar la verdad? Masculla, agarrando su teléfono, para luego caminar hacia la primera planta de su casa. La decoración de la residencia Smith era algo sencilla, su madre tenía descendencia italiana, así que las influencias de esa cultura hacían parte de su vida diaria. —¿Qué verdad? Habla Kilian, sentándose a su lado en el sofá. —Las personas muertas. —¿Qué sucede con eso? Le siguió el rollo, aunque su hermano negó para que se callara de una buena vez por todas. —Emiliano… Yo vi cuando quiso matarme… Él tenía… Tenía colmillos… El hermano menor de Sebastián comenzó a reírse con fuerza. —¿Era un vampiro? Siguió burlándose, ganándose la mala cara de Eva. —Algo está sucediendo, y lo voy a averiguar… Es imposible que dos chicos que crecieron en este pueblo costero se hayan ahogado, ¡Es ilógico! El pelinegro tragó en seco. Los ojos grisáceos de Kilian se abrieron, sus delgadas manos penetraron las hebras lisas y finas de su largo cabello. Su vista no se despegaba de su hermano mayor; comprendía que las cosas se estaban saliendo de control, y todo pronto les explotaría en la cara si no controlaban a los Strigoi. —Oh… —La voz de la señora Smith obligó al grupo a levantarse de sus asientos. —No pensé que tenías invitados, hija. Rosaura, se dirigió rápidamente hacia los Drake. —Señora. Sebastián besó su mano, para luego, saludar al padre de Eva. —¿Se quedan para cenar? Eva agarró a Nena, y la sacó de la casa. —¡Ya se iban! —los hermanos la miraron —, todos, ¡Todos! Thomas, sonríe al ver el carácter fuerte de su hija, y solo se burla al notar como pudo sacar a dos enormes hombres ella sola. Apenas estuvieron solos, todos quedaron en silencio. —Hay algo que no me han contado, ¿Verdad? Rosaura tensó la mandíbula. —¿De qué hablas? —Esto… Se levantó la polera para dejar ver el lunar en su barriga. —¿Qué sucede con eso? —Hay una jodida garra de lobo en mi estómago, y da la casualidad que Sebastián tiene uno igual. Su madre palidece. —¿De verdad? Qué curioso. Trató de hacerse la tonta. —¡Necesito la verdad! ¿Por qué comparto este jodido lunar con ese imbécil? Yo… Yo vi cosas. —¿Qué cosas? Esta vez es Thomas. —Emiliano, y Alec intentaron matarme anoche. —¡¿Qué?! Su madre se alteró. —Me llevaron a lo más lejos de la colina de las brujas, y… Ellos… Se convirtieron en cosas que no puedo explicar con palabras. Las frías manos de su padre la devolvieron a la realidad. —¿Qué es eso, amor? Se miraron. —Colmillos. Rosaura se sentó de golpe, lo inevitable ya estaba sucediendo, los Strigoi están detrás de su hija por ser la luna del Alfa de la manada Drake. —Thomas… Su voz se escuchaba tensa. —Hay que dejarla descansar, quizás, solo sea estrés. —¿Papá? No podía con la idea de que sus papás tampoco le creyeran, así que caminó con pasos fuertes las escaleras, y azotó la puerta apenas entró a su habitación. Mordió la almohada para no dejar salir el grito que nacía desde lo más profundo de su garganta, así que pensó que la mejor idea para hacer salir toda esta ira era escaparse esta noche de casa. —¡Joder! Se quitó los pantalones cortos que tenía, y se colocó de un solo tirón ese vestido rojo diminuto que Nena le regaló cuando ambas entraron a la universidad de West Nort. Pintó sus labios de rojo, para luego ponerse la cazadora de cuero, la misma que tenía la noche que Emiliano y Alec intentaron matarla. Con cuidado abrió la ventana, y se tiró del segundo piso, cayendo de culo en el pasto del jardín de su madre. —Jamás pensé que fueras ese tipo de chicas. —Mierda. Era Sebastián. —¿A dónde vas? Eva se levantó, y lo ignoró, para caminar directo al bar del pueblo. —¿Podrías dejar de seguirme? —¿Podrías dejar de buscar problemas? —¡No eres mi padre! —¡Que grosera eres! —¡Cállate la boca, viejo verde! Eva, apresuró el paso, aunque el lobo nunca se despegó de ella. Todos en el bar se quedaron en silencio al verlos llegar juntos, la pelinegra al notarlo se alejó lo más que pudo, y comenzó a beber una cerveza que Tony (el barrista) le ofreció de cortesía. —Qué bonita te vez hoy, Evie… Sebastián gruñó al oírlo llamarla de esa forma. —¿Entonces no soy bonita todos los días? —Lo eres… Eres la chica más linda de Sunny Village. Su vecino carraspeó con fuerza, obligándolo a ambos a mirarlo. —¿Te vas a quedar allí como larva? Preguntó, ya molesta con la situación. —¡Evie! Una mesera los interrumpió. —Aquí te mandan esos chicos de allí… El pelinegro abrió los ojos al notar a cuatro chicos entre sus 20´s tratando de coquetearle a Eva delante de él. Algo en su pecho se activó, mientras que los nudillos de sus manos se tornaron de color blanco. Una ira involuntaria recorrió su cuerpo desde la planta de sus pies hasta su coronilla al notar como su vecina caminaba a pasos agigantados hacia ellos, sin embargo, en un impulso notorio los pies de Eva abandonaron el suelo, entretanto los habitantes de Sunny Village notaban con sus propios ojos como aquel descomunal hombre se la llevaba cargada en su hombro derecho. —¡Animal! ¡Bájame! ¡Bájame ahora! Se apartó de él en la primera oportunidad. —¡¿Qué te pasa, Sebastián?! —No puedo dejar que hagas eso. Sus lunares de nacimiento comenzaron a doler. —¿Qué está sucediendo? —No puedo dejar que otro hombre te toque… —¿Por qué? Él la miró con hambre. —Porqué eres mía. Y sin más, la besó.
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