Ludmila Salerno estaba nerviosa. Miraba a su hermano de reojo mientras pensaba en que en unos cuantos minutos estaría parada delante de Franco con su hermano mayor al lado. No le tenía miedo a Lucian si no a su temperamento poco ortodoxo y al odio sembrado que tenía por los Contti.
La ciudad de Siena era una belleza arquitectónica de colores terrosos que denotaba imponencia y glamour al estilo italiano barroco o algo similar. La ciudad era propiedad de los Salerno pero estaba en constante disputa con los Contti que intentaban dominarla. Lucian miraba su reloj, no quería seguir los términos de Franco pero al ser él quien envió al Consigliere tenía que hacerlo.
—No quiero que te apartes de nuestro lado, te mantendrás siempre a la vista de Giuseppe y alejada lo más posible de Contti. Si h
