—¡Franco! ¿Enloqueciste?
—Shh…
Ludmila no pudo evitar derretirse entre sus brazos pues el italiano había irrumpido en el baño mientras revisaba su maquillaje. Había entrado por una puerta alterna y eso le había dado la ventaja de ser invisible al menos para los ojos de Giuseppe que permanecía nervioso a unos metros del baño. Sus ojos grises le miraron con preocupación así que antes de que volviera a besarla salvajemente decidió sujetarle el rostro.
—Franco no había necesidad de ir tan lejos. No entiendes lo peligroso que fue lo que hiciste. Aún es peligroso. Lucian puede parecer tranquilo pero si llega a enfadarse vas a tener problemas.
Franco suspiró y colocó su mano en la pared a un lado de la cabeza de la italiana. Llevaba semanas pensando en cómo verla y después de que su pacienci
