¡Presentación!

1465 Words
Capítulo I El sol se alzaba con su habitual gracia, como cada día sobre las calles de la hermosa ciudad de Barcelona, tejiendo su resplandor dorado sobre los edificios centenarios y las estrechas callejuelas adoquinadas. En medio de este escenario de belleza inmaculada, una figura destacaba por su elegancia, compostura y esa figura perfecta para muchos que la observaban cada día. Una joven preciosa que atrapa miradas por donde quiera que circule, con su movimiento de cadera tan único, ese mismo que es causante del malestar de cuello de algunos hombres y también mujeres, porque ella nunca escatima en admiración. Victoria Márquez, una mujer joven cuya apariencia reflejaba la misma meticulosidad que caracterizaba cada día de su vida. Su manera de vestir, siempre tan pulcra, tan inmaculada; su principal característica es el perfeccionismo, mismo que usa para elegir cada una de las piezas que cubre su cuerpo día a día. Ella marca la diferencia entre las demás personas a su alrededor, aun siendo profesora, manteniendo ese magnífico rostro neutral y sin expresión, vuelve loco a todo aquel que la ve. Ella lo sabe perfectamente, pero no hace nada para evitarlo; en el fondo disfruta de ser vista, observada. Ella una mujer con temperamento, de carácter imponente, con un rostro angelical que transporta a un mundo fantasía, donde absolutamente todo es permitido. Mundo donde ella es la protagonista, donde brilla en todo su esplendor, mismo donde destaca incluso más que es su realidad. Ese sin duda es su lugar, su esencia, su verdadero yo… __________________________________________________________________________________________________________ La mañana comenzaba como siempre, con el sonido del despertador que reposa en la mesa noche, marcando el inicio de su día. Victoria o Vicky, como suelen llamarla, se deslizó fuera de la cama con la misma precisión con la que planeaba sus clases para sus alumnos. Con su elegancia habitual se dirigió al baño para prepararse como de costumbre. Su cabello color n***o azabache estaba perfectamente peinado en un moño alto, sus ojos oscuros brillaban con algo más que una determinación enmascarada con una capa usual de serenidad y seriedad. Vestida con un impecable traje de profesora. Que consistía en una falda estilo lápiz, usualmente de piel en tonos oscuros, y una camisa con botones, manga larga, se miró en el espejo. Su perfeccionismo la hizo ajustar un pliegue invisible en su falda antes de disponerse a salir de su apartamento rumbo a cumplir su ardua labor como profesora. Al llegar al reconocido Instituto de la Ciudad, las miradas de los estudiantes y colegas convergían hacia ella. Victoria era la maestra que todos querían tener, siempre dispuesta a escuchar y apoyar; no solo era hermosa, sino amable y comprensiva con todos. Sus clases eran un remanso de conocimiento y respeto, y su reputación como la educadora más destacada de la institución estaba más que justificada. Sin embargo, algunas miradas no iban dirigidas solo por ser la mejor profesora del lugar, sino por lo que su figura despertaba en lo profundo del ser de su admirador secreto. No obstante, mientras compartía sus conocimientos y sonrisas con sus alumnos, un susurro persistente en su mente le recordaba que había más en su vida de lo que dejaba ver. Era una verdad oculta detrás de sus ojos de color oscuro, brillantes y su carácter amable. Vicky venía de una familia de clase media, sus padres habían trabajado incansablemente para brindarle una educación de calidad, y ella había aprendido desde joven a valorar el esfuerzo y la dedicación que ellos tenían para lograr sus metas. Aunque en público se esforzaba por mantener su reputación intachable, inmaculada, en la privacidad de su hogar, ella se enfrentaba a la cruel soledad. El silencio del apartamento era su único compañero mientras dedicaba horas interminables a corregir tareas y planificar lecciones. No tenía pareja, y su vida amorosa parecía haber quedado atrás en algún rincón oscuro de su memoria. Aunque el agobiante silencio y abrumadora soledad la consumían de manera constante, ella sabía perfectamente como llenar ese vacío de su corazón. Pero lo que realmente la atormentaba era el secreto que había mantenido celosamente oculto durante tantos años. Un secreto que la separaba de sus colegas y alumnos, una verdad que amenazaba con resquebrajar y volver trizas la fachada de la profesora perfecta que había construido con tanto esmero. Era un secreto que estaba a punto de ser desenterrado, un misterio que cambiaría el curso de su vida para siempre. Su tan trabajada reputación pendería de un hilo sin siquiera saberlo, por esa misma razón. Ella veía como sus colegas se esforzaban por tener ideales y valores inquebrantables, seguían unos principios que parecían arraigados a su alma. Vicky era testigo de las quejas constaste de sus colegas respecto a su vida, sin ningún tipo de acción que las hiciera sentir viva, por miedos. Mientras ella en las cuatro paredes de su departamento, que le albergaba tantos oscuros secretos, disfrutaba tanto en la medida de lo posible, que le resultaba un esfuerzo no sentir culpa de su actuar ante los demás. Ella quisiera poder expresarse, gritar a los cuatro vientos, lo que es, sus más oscuros deseos, pero se arriesga a perder todo lo que ha construido con esfuerzo y dedicación, su tan inmaculada reputación se iría a pique. Y como no, si la sociedad obliga a las profesoras a reprimir sus más bajos deseos, convirtiéndolas en mujeres u hombres aburridos, reprimidos e infelices. Carentes de esencia, de autenticidad, de ganas de vivir… Vicky aprendió desde muy joven a ocultar su verdadera esencia detrás de una máscara cuidadosamente elaborada. Creció en un hogar donde las expectativas eran altas y las normas eran inquebrantables. Sus padres, devotos seguidores de una religión que dictaba cada aspecto de sus vidas, habían moldeado su mundo desde el principio. En su hogar, Victoria era la hija perfecta, debía serlo por el bien de todos, la que seguía los preceptos religiosos al pie de la letra, la que sonreía con amabilidad y se esforzaba por cumplir con las expectativas que sus padres impusieron. Sin embargo, detrás de puertas cerradas y en la privacidad de su apartamento, Vicky emergía, salía a luz como una figura completamente diferente en todos los sentidos. Era una mujer de deseos oscuros y pasiones prohibidas, pecaminosas en palabra de sus padres. Se dejaba llevar por impulsos que, si se conocieran públicamente, podrían poner en peligro su reputación como persona y su intachable carrera. Pero, para Vicky, la verdadera amenaza no residía en el mundo exterior, sino en la posibilidad de que sus padres descubrieran su doble vida y los decepcionara. El temor a la decepción de sus padres la había llevado a vivir una existencia dual, una donde Victoria cumplía con las expectativas impuestas por su familia y otra donde Vicky se entregaba sin restricciones a sus deseos más profundos. A medida que los años pasaban, la tensión entre estas dos identidades se volvía más insoportable. Se convencía a sí misma de que tenía un problema, un desorden de personalidad que la atormentaba constantemente. Pero, en realidad, era la presión de vivir una vida que no había elegido, lo que la estaba enloqueciendo. Los deseos de su alma eran muy diferentes a la realidad de su vida, pero para ella resultaba imposible admitirlo en voz alta, incluso para ella sola. En su soledad, en su espacio seguro, en la inmensa quietud de su gran refugio, Vicky se permitía ser completamente libre. Desplegaba sus alas con devoción y se sumergía en un mundo de placeres secretos, de adicciones a la vida que Victoria no podía siquiera imaginar en tener. Era un baile peligroso entre la mujer que quería y anhelaba ser y la que realmente era. Cada día que pasaba, la brecha entre estas dos personalidades se hacía más grande, más vulnerable, y Vicky sabía que algún día tendría que enfrentar las consecuencias de sus secretos, de esa doble vida que llevaba. Para ella resultaba estresante, agotador, extenuante, el hecho de tener que reprimirse cada día; cada segundo que transcurría sentía como si una soga se amoldara a su cuello y lentamente le cortara la respiración. Resultaba un reto mantener a rayas sus bajas pasiones, sentía que su vida era peor que la de un agente secreto, que tiene prohibido revelar su identidad. En ningún momento de ni niñez o incluso adolescencia, no cruzo por mi mente que mi vida sería doble, que lidiaría con una doble personalidad. Es una prueba clara que no todos los sueños que tenemos de pequeños se cumplen, muchas veces la vida teje otros andares, que nos llevan a lugares jamás pensados. La vida es así llena de misterio y constantes cambios de jugada… La pregunta que la atormentaba constantemente era cuánto tiempo podría mantener este delicado equilibrio antes de que todo se desmoronara y fuera descubierta.
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