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LOS CUATRO

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La vida de Selene Wexford no podría ponerse más confusa y complicada; además de luchar por mantener a flote la empresa familiar y descubrir la verdad tras la muerte de su padre; Cuatro imponentes y atractivos hombres intervienen en su vida iniciando una lucha campal por ganarse su corazón.

El arrogante y frío multimillonario Solomon Volkov; Oliver Brenan, un detective protector y caballeroso; Trevor Zaitzer, el tierno y romántico doctor; y su peor enemigo el reservado y solitario Aidan Wexford.

Descubre cada una de las hazañas que este cuarteto lleva a cabo para ganarse el corazón de Selene y a cual de ellos la joven le entrega su amor.

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ÚLTIMO ADIÓS
CAPÍTULO I El olor a flores frescas y café recién hecho inundaba el lugar. Una curiosa combinación de aromas que Selene Wexford solo recordaba haber olido en el funeral de su abuela; La joven de cabellera larga y extremadamente oscura, se encontraba de pie bajo el umbral de la sala de velación en la que un gran número de personas se daban cita para darle el último adiós al gran Alejandro Wexford, reconocido empresario del mundo de las telecomunicaciones. Selene se debatía entre acercarse al ataúd, el cual descansaba al centro de la sala fúnebre ó mejor irse, al fin y al cabo nadie esperaba que ella se presentará al funeral de su padre. –Soy su única hija– se dijo a sí misma – Aunque a él eso no le importará y me abandonará – rezongo otra voz en su cabeza. Hacía más de diez años que Selene no veía a su padre, desde que él y su madre se separaron, él jamás volvió a buscarla. A la joven, aquel abandonó le causó demasiado sufrimiento, él rechazó por parte de su propio padre, la había marcado. Varias personas comenzaron a murmurar sobre ella, pudieron reconocerla, y cómo no hacerlo si era la viva imagen de su padre. Antes de que los cuchicheos subieran de tono, Selene aliso la parte inferior de su vestido. Un vestido de talle recto con mangas largas en color oscuro el cual hacía resaltar la blancura de su piel. Se encaminó con paso dudoso hasta el féretro y ahí estaba su padre, tal y como ella lo recordaba, salvo unos mechones encanecidos. Verlo tan tranquilo, como si durmiera plácidamente provocó en la joven no más que sentimientos de ira. El rencor y la rabia acumulados dentro de ella por tantos años de abandono y desprecios, hervían en su interior –Tanto daño, tanto dolor, ¿ y te vas así?, ¿ como si nada de eso importará?– reclamaba la joven internamente al cuerpo de su padre que yacía frente a ella.– Vas a descansar en paz, mientras dejas un caos tras de ti. Siempre tan egoísta. —Mientras los reproches continuaban dentro de ella, varias lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas sin que ella se diera cuenta, sin embargo, aquellas lágrimas no eran de tristeza, eran de frustración y rabia, la única oportunidad de restaurar la relación con su padre, la esperanza de que él algún día se arrepintiera por el daño que le provocó, habían muerto con él. En un acto inconsciente puso sus manos sobre el ataúd. –Aléjate de él– se escuchó una voz en tono exigente. Cuando Selene levantó la mirada, se dio cuenta que no se trataba de otra que de Sofía Mulay, la mujer que ocasionó todas las desgracias de su vida, comenzando por el divorcio de sus padres. –¿Que no escuchaste?, ¡lárgate de aquí!– Exigió los dientes apretados aquella mujer de cabello rojo chillante, claramente teñido, cobijado bajo un velo n***o de encaje. Toda ella gritaba extravagancia y falsedad. –Era mi padre– aseveró Selene, como si aquello fuera suficiente para justificar su presencia en aquel lugar. –Un padre que te depreciaba, que no quiso saber nada de ti. Que poca dignidad tienes– las palabras de aquella odiosa mujer atravesaron a Selene cual cuchillos afilados. –Por lo menos yo no estoy usurpando un lugar que no me corresponde– Señaló Selene furiosa, –Soy su hija legítima, más de lo que puedo decir de usted, una vil trepadora, que primero engatusó a mi tío y luego siguió con mi padre, envenenándolo en contra de su propia hija, no es más que una serpiente.– llamar la atención de los presentes no estaba en sus planes, aun así, ocasionar un escándalo poco le importaba a Selene. –Compórtate Selene– Aidan, el hijo de Sofía y a quien había hecho ver como su primo cuando ella se casó con su tío, Dom Wexford, hermano de su padre, intervino. La voz de Aidan sonó autoritaria y exigente, igual que su personalidad. –No voy a tolerar un escándalo, ten respeto por la memoria de mi tío– la oscura mirada de aquel joven, alto, de piel extremadamente blanca, cabello castaño, mandíbula definida y nariz afilada; se clavó en Selene, como si quiera conocer hasta el último de sus pensamientos. No era difícil adivinar lo que la joven pensaba, bastaba con darse cuenta como atravesaba con la mirada a madre e hijo para darse cuenta. –¿Respeto?, respeto y vergüenza deberían mostrar tu y tu madre a mi familia y largarse de una vez por todas. Tengo más derecho de estar aquí que ustedes dos juntos, no son más que unos arribistas, trepa….. Aidan tomó bruscamente por el brazo a Selene y la sacó de la sala, sin importarle llamar la atención de quienes se encontraban en el lugar. Mientras caminaba por el largo pasillo, hacia la salida, Selene luchaba por zafarse del agarre de su primo; pero no era fácil, este la sostenía con demasiada fuerza, su agarre se sentía como grilletes, atados a una enorme roca pesada. Lastimaba. –¡Suéltame Aidan!– Ordenó la joven entre dientes. –No voy a tolerar tus insultos de mocosa caprichosa, no en un momento como este– siseó él. –Tu y tu madre me lo arrebataron por años.¿ también me van arrebatar su último instante?– reclamó la joven dolida. Aidan se detuvo de golpe al escucharla, no obstante, no aflojo su agarre en ella, ni por un segundo. –No puedo creer que su avaricia llegue tan lejos– agregó. –¡Suficiente?– Los ojos de Aidan ardían de rabia – No te importa en lo más mínimo la memoria de mi tio. Solo has venido a destilar tu rencor y no te lo voy a permitir, él era como un padre para mí–señaló. Aunque a Selene le costara aceptarlo, la sinceridad en las palabras de Aidan era notoria, de verdad le dolía la muerte de su tío. —No es rencor, es odio, no sabes cuanto odio a ti y a tu madre – Selene pronunció aquellas palabras clara y lentamente, para que Aidan no tuviera dudas sobre lo que sentía por ellos. Selene logró hacer que Aidan perdiera la compostura por completo, este afianzó su agarre en ella hasta el punto de provocarle dolor. –¡Suéltame que me lastimas¡– chilló. –Vete, aléjate , no hay nada para ti aquí– ordenó Aidan soltándola de golpe. Selene perdió el equilibrio y por poco va a caer al suelo, si no fuera porque unos fuertes brazos la atraparon antes, la joven Wexford habría sellado su humillación por los suelos. –Esa no es manera de tratar a una dama– señaló el hombre que sostenía a Selene en los brazos. Aidan no se intimidó ni por un segundo aun y cuando aquel chico era casi de su estatura y más fornido que él, y eso que el joven Wexford mantenía su cuerpo en muy buena forma. –No es asunto suyo– respondió Aidan de manera desdeñosa. –Si la está lastimando, si es mi asunto– Afirmó el chico rubio y ojos verdes, entrando a Aidan. –Entonces no es su asunto– rebatió Aidan, sosteniéndole la mirada. –Eso que diga ella, ¿ está bien señorita?–el hombre dirigió su mirada hacia Selene quien aun estaba rodeada por sus brazos. –Si, gracias– respondió aturdida. –¿Está segura?– insistió el hombre. –Si, bueno es el funeral de mi padre, comprenderá que me encuentro un poco afligida–explicó ella soltándose de su agarre, algo incomoda. La mirada de aquel chico se tornó sorprendida – ¿Es la hija del señor Wexford?– quiso saber. –Así es– respondió ella de inmediato. –Soy el detective, Oliver Brenan, me gustaría hablar con usted– informó el rubio. –¿Detective?– intervino Aidan –¿ qué razones tiene para querer hablar con ella?, yo ya le dije a la policía todo lo que querían saber acerca de mi tío. –Eso solo lo hablaré con ella– afirmó el detective. Seguramente estaba siendo poco profesional; pero después de ver como Aidan trató a Selene, este no le daba confianza. –Yo soy su sobrino y quien ha estado en contacto con la policía, el indicado para tratar el tema soy yo, ella–señaló despectivamente a Selene –ella estuvo lejos por años, no hay mucho que puede aportar sobre él– aclaró Aidan. Selene sintió que la sangre se hervía, no conforme con intentar sacarla a rastras ahora la humillaba frente a los demás, restregándole en la cara que no era cercana a su padre. –Juro que te haré pagar todo esto Aidan–se dijo a sí misma. –Aidan Wexford, ¿ cierto?— preguntó Oliver. –Así es– Afirmó el joven. Oliver suspiro, Aidan no le había agradado en lo más mínimo; pero también tenía que hablar con él. –Siendo así, no veo problema en informarles a los dos– recalcó lo ultimó –Tenemos razones para creer que la muerte del señor Wexford no fue un s******o– informó Oliver. –¡¿qué?! – soltaron Aidan y Selene al mismo tiempo. –¿Cómo es posible?–inquirió Aidan – La investigación dictaminó que así fue– agregó. –La investigación preliminar, señor Wexford... –El no es el señor Wexford- interrumpió molesta Selene – El señor Wexford está muerto.- agregó. –No es momento para esto Selene, por dios– respondió Aidan, pese a que hizo parecer que el comentario de Selene estaba fuera de lugar, este le afecto, se sentía de cierta manera avergonzado por ser llamado señor Wexford, ese título era demasiado para él. Era evidente que la relación entre aquellos dos no era para nada cordial así que Oliver decidió intervenir. –Los resultados que nos llegaron, muestran que no había rastros de pólvora en las manos del señor Wexford, eso significa que él no disparó el arma– explicaba Oliver. –El la sostenía cuando lo encontré– la voz de Aidan se volvió un murmullo, era la primera vez que Selene lo veía afectado, fuera de su actitud imperturbable. –Lo asesinaron– intervino Selene estupefacta – Asesinaron a mi padre – dijo más para ella misma que para los demás. –Lamento darles la noticia en este momento; pero entenderán la importancia que tenemos por hablar con ustedes– explicó Olover al ver a Selene tan impactada. –Lo haremos, colaboraremos en todo lo que nos pidan; pero no ahora, podrá entender la situación.– intervino Aidan, consciente de cómo Selene había tomado la noticia. –Señorita ¿ podría acompañarnos?–insistió Oliver ignorando por completo a Aidan. –Claramente ella no se encuentra en condiciones de responder nada ahora– Aidan sonó exasperado por la insistencia del detective. – Lo acompañaré– dijo de pronto Selene, no tenía claro lo que pasaba en ese momento; pero de lo que sí estaba segura era de que averiguar todo acerca de lo que pasó con su padre en realidad. –Entonces vamos. –¡Está loco!, ¿ Piensa llevarla a la comisaría?– reprocho Aidan. –Está bien– aseguró apresuradamente Selene. –Yo la llevaré–intervino Aidan –Permítame uno minutos y yo mismo la llevo, al fin y al cabo también requiere hablar conmigo. –Yo no voy contigo a ningún lado – Aseveró Selene - Vámonos detective. –Lo veo en la estación, señor Aidan – Oliver salió tras Selene dejando tras él a un furioso Aidan. –Detective Brenan – lo llamó Selene una vez que estuvieron fuera del velatorio. –Acabo de prometerle que responderé todo lo que usted quiera y lo haré tenlo por seguro; pero ahora… –Lo entiendo, no se preocupe– se apresuró a decir Oliver – No es necesario que me acompañe ahora, pero si fui imprudente, solo, me pareció que necesitaba salir de ahí con urgencia – echo un vistazo hacia el interior del velatorio. Selene formó una línea con los labios, fue lo más parecido a una sonrisa que pudo expresar. –Tomé mi tarjeta, llámame en cuanto este lista – Oliver tendió una pequeña tarjeta hacia Selene. –Sabe, Aidan tiene razón, no sé mucho acerca de la vida de m i padre – admitió ella con tristeza – Pero si existe alguien que se pudo haber beneficiado más que nadie con su muerte, son ellos. –¿a quién se refiere?– inquirió él. –Aidan y su madre– afirmó Selene. –Son acusaciones fuertes señorita Wexford. –Lo verá por usted mismo– afirmó ella –si me disculpa me tengo que ir. –Gusta que la lleve a algún lado –se ofreció. Oliver. –No, muchas gracias, lo llamaré después.

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