Una frase que cambió todo El padre de Clara terminó la cena con una frase que cambiaría el rumbo de los siguientes días. Al mencionar que su hija estaba investigando, sin darse cuenta, encendió una alarma en la mente calculadora de Adriano Núñez. Con sus 40 años, experiencia en negocios turbios y un ego que no admitía fallas, Adriano sabía que no podía permitir que Clara siguiera hurgando en asuntos que no debía. Y aunque jamás la había visto como una amenaza, una idea se encendió en su mente: si lograba ganarse su confianza, podría desviar su atención o incluso obtener información directamente de ella. Esa tarde en la oficina Adriano pasó por la oficina de Clara con una sonrisa en el rostro. Ella estaba revisando unos papeles, concentrada, cuando él golpeó suavemente la puerta. —Cla

