1 -El primer encuentro
Capítulo 1: El Primer Encuentro
Capítulo 1: El Primer Encuentro
El edificio corporativo de Núñez & Asociados imponía respeto desde el primer vistazo. Su estructura, moderna y elegante, destacaba en medio del distrito financiero como un símbolo de éxito y poder. No era solo un rascacielos de cristal y acero, sino un bastión donde se movían fortunas enteras con la frialdad de un simple apretón de manos.
Valen Moreno cruzó el vestíbulo con el porte de alguien que pertenecía allí, aunque en su interior la tensión lo atravesaba como un hilo eléctrico. No era un empleado común; su misión iba mucho más allá de un simple contrato de trabajo. Infiltrarse, observar, encontrar el eslabón débil del engranaje de corrupción que movía los millones de esa empresa y destaparlo.
Pero antes de siquiera poner un pie en ese edificio, había tenido que someterse a un cambio drástico.
Acostumbrado a ropa cómoda, ahora se encontraba atrapado en un traje de diseñador que le resultaba tan ajeno como incómodo. La tela le apretaba los hombros y la corbata... bueno, esa era otra historia. Había pasado varios minutos en el baño de una cafetería cercana, luchando con el nudo, hasta que un hombre mayor, claramente un experto en la elegancia, se apiadó de él y lo ayudó con un gesto resignado.
—Tranquilo, muchacho —le dijo el anciano con una media sonrisa—, los trajes aprietan, pero te acostumbrarás.
"¿Acostumbrarme? Lo dudo."
Se miró en el espejo antes de entrar a la empresa.
"¿Quién demonios eres?"
El reflejo que le devolvía la mirada no parecía suyo. Sí, el rostro era el mismo: la mandíbula marcada, la barba pulcramente recortada, el cabello oscuro peinado con precisión… pero la esencia había cambiado. Ya no era el hombre que solía ser. Ahora era Valen Moreno, analista financiero, un empleado más.
Con una última exhalación, se obligó a entrar al edificio.
Sabía que la tarea no sería fácil, pero lo que no esperaba era que su primer día comenzara con algo completamente fuera de su control.
Al entrar en el ascensor, su mirada se encontró con la de una mujer. No cualquier mujer. Ella.
Clara Rivas.
Había escuchado su nombre antes, investigado su perfil, pero nada lo había preparado para la imagen que tenía frente a él. Ejecutiva estrella del área financiera, conocida por su inteligencia cortante y su implacable liderazgo. Su sola presencia parecía dictar el ritmo de todo el lugar. Tenía el cabello castaño recogido en un moño impecable y unos ojos de un azul oscuro, penetrante, como el océano en una tormenta. Eran ojos que parecían diseccionar todo lo que veían, con una mezcla de precisión y frialdad.
Ajena a todo lo que ocurría a su alrededor, incluso al impacto que provocaba en los demás.
Valen sintió que algo en su estómago se contraía. No tenía miedo, no tenía nerviosismo, pero tampoco le gustaba. Era una sensación desconocida.
"¡Dios mío! ¿Es normal que me sienta así solo de verla?" pensó, irritado consigo mismo. Él no era un hombre de emociones débiles, no creía en las cursilerías. Pero en ese instante, no pudo evitar pensar: "¿Esto es lo que llaman mariposas? No, seguro que son lombrices o algo peor."
Intentó apartar la vista, pero su cuerpo no colaboraba. ¿Así iba a ser todo el día? Si seguía así, lo mejor sería tirarse del ascensor antes de quedar en ridículo.
Cuando el ascensor se detuvo en el piso de finanzas, Clara salió sin mirarlo siquiera, y Valen supo que su primer día estaba a punto de complicarse de una manera que no había previsto.
El ambiente en el departamento de finanzas era tan pulcro como eficiente. Cada escritorio estaba organizado al milímetro, cada empleado parecía programado para operar como un engranaje preciso. El murmullo de teclas y hojas pasaba desapercibido en el trasfondo de un silencio disciplinado.
Valen se presentó a sus compañeros con una amabilidad estudiada. Tenía que pasar desapercibido, encajar sin llamar demasiado la atención... pero sus ojos, inevitablemente, volvían a buscarla.
Clara estaba de pie junto a una gran mesa de reuniones, revisando cifras proyectadas en una pantalla mientras daba instrucciones con tono firme.
—Laura, revisa nuevamente los balances. No quiero que haya margen de error antes de la junta de las cuatro. Y Javier, asegúrate de que los reportes estén listos para la revisión externa.
Había algo en su forma de hablar, en su precisión, que lo intrigaba. Perfeccionista, sí. Intimidante, también. Pero detrás de esa eficiencia inquebrantable, Valen detectó algo más.
Una pasión por lo que hacía, una dedicación que no se fingía.
Fue entonces cuando su intento de ayudar terminó en un desastre total.
Una moza entró al área con una bandeja repleta de tazas de café. Sus manos temblaban levemente mientras intentaba maniobrar entre los escritorios abarrotados. Valen, con un instinto de reflejo, se acercó para ayudarla.
—Déjame darte una mano —dijo con esa sonrisa rompe corazones que lo caracterizaban en todos lados que el iba ,hoy parecía que estaba en un comercial de pasta dental, él inconscientemente queria impresionar a alguien y la verdad fue que lo hizo.
Lo que no esperaba era que, en lugar de aliviar la situación, la empeorara. Al intentar sostener la bandeja, su movimiento fue torpe y brusco. Una de las tazas volcó, derramando el contenido oscuro y caliente sobre Clara. Fue un accidente....memorable .
El silencio en la oficina fue inmediato.No volaba ni una mosca .
Todos los empleados dejaron de teclear, de hablar, de respirar hasta él.
Clara bajó lentamente la mirada hacia su camisa blanca, ahora arruinada con una gran mancha marrón. Exhaló un suspiro contenido antes de alzar la vista hacia él con una calma tan peligrosa que Valen supo que estaba en problemas.
Por un breve segundo, pensó en huir. Nada drástico, solo un "accidental" desmayo que lo hiciera desaparecer de la escena. O tal vez podía fingir un infarto, algo rápido y efectivo. Pero no, su orgullo masculino lo detuvo. Enfrentó la mirada de Clara como un hombre… o al menos, como un hombre que estaba a punto de morir.
—¿Qué acaba de pasar? —preguntó, con una dulzura helada.
Valen intentó una sonrisa, pero lo único que salió fue una risa nerviosa.
—Lo siento muchísimo, señorita Rivas. No fue mi intención...
—¿No fue tu intención? —Clara arqueó una ceja, su tono goteando sarcasmo—. ¡Oh, menos mal! Porque por un momento pensé que habías planeado un atentado contra mi camisa.
—Yo solo quería ayudar a la moza…
—¡Ah, claro! ¡Porque derramar café es la definición moderna de "ayuda"!
Valen no pudo evitar soltar una pequeña carcajada, lo que solo pareció descolocar más a Clara.
—¿Te parece gracioso?
—No, no… es solo que pensé que nunca sería olvidado en este lugar, pero creo que acabas de asegurarlo.
Cuando Clara regresó al área de trabajo, se prometió a sí misma que no valía la pena arruinar su día por un accidente. Sin embargo, al pasar junto al escritorio de Valen, no pudo evitar lanzar un comentario.
—Espero que seas más hábil con las cuentas que con las bandejas.
Él la miró con esa sonrisa ladeada que ya empezaba a definirlo.
—Lo intentaré… aunque no prometo nada.
Clara rodó los ojos, pero una leve sonrisa apareció en su rostro, aunque apenas se notara.
Cuando Valen salió de la oficina esa noche, su misión no le parecía el mayor problema. No eran los riesgos de estar INFILTRADO en una organización peligrosa lo que le preocupaba.
Era algo mucho más simple… e infinitamente más desconcertante.
"¿Qué diablos me pasa con esta mujer?" pensó, mientras sonreía de camino a casa.