Capítulo 5

1954 Words
Maria Eduarda Estoy paralizada viendo a la familia que entra con sus narices altivas por la puerta de la sala de reuniones. — Me pregunto por qué, de entre tantas personas en la faz de la tierra, tenía que ser justo la familia de Dennis quien comprara este mercado? Con ellos en el poder sé que ni siquiera tendré la oportunidad de intentar quedarme en este empleo y hoy mismo mi carta de renuncia será firmada. ¡Rayos! La señora Gertrudes pasea por el lugar con ese aire de superioridad al lado de su esposo Patrick, Dennis entra después al lado de Tamara, pero no están cogidos de la mano, así que creo que él aún no ha asumido una relación con ella. — Les presento a la familia Bailey, ellos son los nuevos dueños del supermercado, les pido que los reciban con un enorme aplauso. — avisa el gerente Paul del supermercado y todos aplauden, excepto yo porque todavía estoy paralizada apoyada en la esquina de la sala. — Voy a dejar que se presenten ustedes ahora y estoy seguro de que vamos a tener un excelente año. ¿Excelente año? ¡Imposible! — pienso. Me doy cuenta de que todavía no me han notado en la esquina y quién sabe, si no me ven, tal vez continúe trabajando aquí. Qué ilusa de mi parte. — ¡Buenas tardes! — el señor Patrick es el primero en comenzar a presentarse. — Soy Patrick Bailey, el nuevo propietario de este establecimiento, estos son mi esposa Gertrudes y mi hijo Dennis. Esta es Tamara, será la nueva supervisora de ustedes y es una gran amiga de la familia. ¿Amiga de la familia? Nunca la han reconocido oficialmente. — pensé mientras una sonrisa se formaba en la esquina de mis labios sin que yo misma lo notara. — ¿Qué hace esta mujer aquí? — escucho la voz de Gertrudes y cuando miro percibo su mirada dirigida a mí, analizándome de arriba a abajo con desprecio. — ¿No es posible que este mundo sea tan pequeño como para hacer que una persona tan descalificada venga a trabajar con nosotros? — percibo su descontento, así como la mirada confusa de todos los empleados en la sala, tratando de entender lo que está sucediendo. — ¿Qué haces aquí? — pregunta Dennis sorprendido. — Mira... ¿Consiguió un empleo? ¡Increíble! — Tamara habla con desdén. Percibo todas las miradas dirigidas a mí y me siento avergonzada incluso intentando disimular, ¿realmente van a querer humillarme delante de todas estas personas? — pensé en shock. — La señorita Santos es cajera, Sr. Bailey, y una de las mejores. — el gerente Luke habla sin entender nada de lo que está sucediendo. — No importa qué tipo de empleada sea, mi mercado no está contratando personas como ella. — Patrick habla con aire de superioridad y desprecio. — De ninguna manera, oye, muchacha, puedes salir ahora mismo, quedas despedida. — Gertrudes dice moviendo sus dedos como si yo fuera un insecto cualquiera y veo una sonrisa formarse en los labios de Tamara mientras Dennis me mira sin decir nada. Todos mis compañeros de trabajo comienzan a murmurar, y siento que mi rostro se ruboriza. Inspiro profundamente, tratando de controlarme para no hacer una escena aquí, sobre todo porque la última vez me metí en un lío cuando perdí la cabeza. Salgo del rincón de la sala con la cabeza erguida mientras guardo el folleto de la discoteca en mi bolsillo y digo: — Agradezco la oportunidad de trabajar con un equipo tan maravilloso, ustedes son increíbles, les deseo buena suerte con sus nuevos jefes, porque sé que la van a necesitar. La familia de Dennis me mira impactada, mientras empiezo a pasar por la puerta. — ¿Qué quiso decir? — desde el pasillo escucho la voz de Gertrudes indignada. Tan pronto como entro en el vestuario voy a recoger mi bolso, pero cuando cierro la puerta del armario, tengo el disgusto de encontrarme con Tamara allí dentro mirándome con una enorme sonrisa. — Mira, si no es la chica más experimentada de Filadelfia trabajando en Nueva York. — su voz está cargada de desprecio. Ella solo está haciendo esto para irritarme. Suspiro mientras abro mi bolso para ver si todos mis pertenencias están dentro sin prestar atención a lo que Tamara dijo. — ¿No vas a hablar conmigo? — pregunta enfadada. — Lo siento, señorita, pero no te conozco. — hago lo mismo que ella hizo conmigo hace años y veo que sus ojos se encienden de furia al ser ignorada. — ¿Crees que eres algo para ignorarme así? ¿Crees que porque viniste a vivir a Nueva York eres alguien? — se ríe. — No eres más que una chica pobretona que se gana la vida como cajera y veo que te has puesto más rellenita. — me mira de arriba abajo con desprecio. — Ya no eres esa flacucha, pero tus grasas están bastante desproporcionadas, creo que fue por tener esos niños sin padre y... Ni siquiera termina de hablar porque le agarro el brazo con fuerza. Tamara me mira asustada. — Puedes decir lo que quieras de mí, Tamara, nada de eso me va a afectar, pero si vienes a hablar cualquier cosa relacionada con mis hijos, no me importará arrancarte esa peluca delante de todas estas personas. Y ya te digo, te jactas tanto, pero no veo que Dennis te asuma, para su familia sigues siendo una simple amiga de la familia y no la señora Bailey, así que Tamara, en el nivel de no valer mucho para esa familia somos iguales. Solo que a diferencia de ti, yo no acepto ser una opción más, pero ¿qué esperar de alguien que ni siquiera tiene personalidad, porque lo único que sabe hacer bien es humillar a los demás? — le suelto el brazo bruscamente. Ella me mira irritada y veo que está a punto de perder el control. — Me aseguraré de que no consigas ni un trabajo en esta ciudad. — dice Tamara. Me río a carcajadas. — ¿Quién te crees que eres para lograr hacer eso, Tamara? No mandas en todo Nueva York, y para empezar, por lo que veo, solo la familia de Dennis tiene dinero y tú no. — digo mirándola y veo una vena de ira palpitar en su frente, pero antes de que ella responda alguien habla en su lugar. — Justamente porque tengo dinero me aseguraré de que no consigas trabajar en otro lugar, porque una chica como tú ni siquiera debería haber conseguido empleo en una ciudad tan demandada como esta. — la señora Gertrudes entra en el vestuario con una sonrisa grandiosa. Cierro mis manos en puños, irritada por estar una vez más frente a una mujer que siempre ha tenido el placer de humillarme. — Eso mismo, Sra. Bailey, mira lo que hizo en mi brazo, esta mujer es una salvaje. — dice Tamara mostrando el brazo a la Sra. Bailey. — Eres una mujer horrible, por suerte mi hijo terminó contigo. — dice Gertrudes sorprendida al ver el brazo rojo de Tamara. Esbozo una sonrisa enorme mientras guardo mis pertenencias en la bolsa, cuando termino vuelvo a mirar a las mujeres frente a mí. — Sra. Bailey, su hijo me hizo un gran favor al traicionarme con Tamara, me liberó de un futuro horrible a su lado. Ella abre la boca sorprendida con mi respuesta ya que siempre bajaba la cabeza ante ella, pero han pasado años y he tenido que encontrar fuerzas para superar todas las adversidades del mundo, y aun así mantener a mis hijos. ‘’los hijos nos cambian’’ — Estoy segura de que solo querías aprovecharte de mi hijo, una pobretona como tú estaba loca por atrapar a un hombre con las condiciones de mi niño, pero afortunadamente no lo conseguiste. — dice queriendo rebatir mis palabras. Mi sonrisa se amplía y respondo: — Jamás querría nada de su hijo, Sra. Gertrudes, pero usted tiene a alguien a su lado que quiere todo de él, sin embargo, no lo consigue, ¿verdad?, ya que no está a su nivel, así que seguirá siendo una excelente supervisora. — digo mirando a Tamara que me fulmina furiosa. — Y otra cosa, ya no soy aquella chica a la que siempre humilló, así que cuide sus palabras conmigo, porque no voy a aceptar callada que me maltrate. — digo mirándola fijamente. Gertrudes me mira incrédula. — Veo que te has convertido en una chica totalmente maleducada, pero ¿qué se puede esperar de alguien como tú? Ya era de esperar que fueras así, pero ¿sabes qué? Sal ahora de mi establecimiento comercial, ya no formas parte de este equipo, y cumpliré mi palabra, en esta ciudad no conseguirás ningún empleo, ni siquiera de empleada de limpieza en cualquier supermercado. — exclama. — Y ni intentes acercarte al ángel de mi hijo, él no volverá con una chica como tú. Niego con la cabeza y respondo: — Sra. Gertrudes, creo que como está llegando hoy a Nueva York no tiene poder para impedirme trabajar, pero está bien. Le deseo que tenga un excelente año y no se preocupe, puede dejar que Tamara se quede con su hijo, ella es justo su tipo, y espero que me paguen los días trabajados. ¡Adiós! No espero su respuesta y salgo del supermercado con la cabeza bien alta, aunque con la mirada de algunos empleados sobre mí. Tan pronto como giro la esquina del supermercado, lejos de todas las miradas, las lágrimas comienzan a caer sobre mi rostro al darme cuenta de mi situación, ¡estoy despedida de nuevo! ¡Y todavía con tres hijos pequeños! Intenté ser fuerte frente a esa familia, pero aun así sus palabras me lastimaron y realmente tengo miedo de no ser contratada más por ningún supermercado. Sacudo la cabeza mientras camino sin rumbo por las calles de la ciudad. La ventaja de estar en una ciudad tan grande como Nueva York es que nadie te nota, porque están demasiado preocupados con sus propias vidas. Después de unos minutos caminando, tomo un autobús hacia el barrio donde vivo, aunque vivo en Nueva York, no resido en el centro, ni podría hacerlo, ya que el valor de los alquileres es un absurdo. Sentada en el autobús, miro por la ventana y pienso ¿dónde puedo conseguir un empleo tan rápido? ¿Dónde, dónde, dónde? — me pregunto varias veces. ‘’Si nos despiden, al menos hay una discoteca aquí cerca contratando.’’ Recuerdo las palabras de Ashley y rápidamente meto la mano en el bolsillo de mi pantalón, ni me acordaba de que había puesto el folleto de la discoteca aquí. Cuando veo el nombre Ricci, cierro los ojos y suspiro profundamente, la última vez que estuve en una discoteca mi vida dio un gran giro, pero esta vez voy en busca de empleo y nada puede salir mal, ¿cierto? Cuando miro por la ventana del autobús, veo que es hora de bajar, me levanto y toco el timbre, después de unos minutos de caminata llego frente al apartamento donde estoy viviendo, paso por un grupo de hombres que nunca había visto aquí antes, me miran fijamente y aprieto mi bolso con fuerza debido al miedo, tanto que ni me di cuenta de que arrugué el folleto de la discoteca que aún estoy sosteniendo. Suelto el aire que ni me di cuenta que había contenido cuando llego frente al apartamento, pero en cuanto las puertas se abren siento mi corazón dejar de latir dentro de mi pecho, ¡Dios mío, ¿qué está ocurriendo aquí? Continuará...
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