CAPÍTULO 6

1477 Words
Maria Eduarda Tan pronto como abro la puerta, todos miran en mi dirección y me paralizo sin creer lo que está ante mis ojos. Mi madre está en medio de la sala de estar, frente a mi padre que está arrodillado en el suelo, con las manos atadas a la espalda y su cara toda golpeada, al lado de él hay dos hombres fuertemente armados, no entiendo el porqué de todo esto, ¿qué está pasando aquí?! - pienso angustiada. Busco, pero no encuentro a mis hijos en ningún lado, Dios mío, ¿dónde están mis bebés? — me pregunto. — ¡Calma, ella es mi hija! — exclama mi madre saliendo de frente de mi padre y viniendo hacia mí. — ¿Qué está pasando aquí? — pregunto en estado de shock mirando a todos. — ¿Mis hijos? ¿Dónde están? — pregunto desesperada. — ¿Entonces eres la hija de Fabricio? — escucho la voz de un hombre, giro mi rostro hacia un lado y veo a un hombre alto de piel clara, sonrisa fácil en los labios, con una mirada penetrante y, al mismo tiempo fría, siento que todo mi cuerpo se estremece cuando descruza las piernas, se levanta del sofá y viene hacia mí con su más de un metro noventa de altura y me dice: — No te preocupes, tus hijos están bien en el cuarto viendo dibujos, ni siquiera vieron al abuelo en este lamentable estado — habla calmadamente. — No queremos traumatizar a los niños, ¿cierto?! — pregunta con una sonrisa fría. — No se acerque a mi hija, hombre. — pide mi madre poniéndose nuevamente frente a mí. Él frunce el ceño y su sonrisa se cierra dando la expresión de un hombre extremadamente frío y sin sentimientos. — La señora no está en posición de pedirme nada más, ya basta con llevar a sus nietos al cuarto, ahora sugiero que se aparte de mi camino para que pueda hablar con su hija. — la voz del hombre sale baja y fría, haciendo que todos en la sala sientan miedo solo por el tono de su voz. — Por favor, no le haga daño a mi hija. — pide mi madre con la voz quebrada, pero sin moverse de mi frente. Cuando creo que el hombre va a cuestionarla nuevamente, simplemente levanta una de sus manos y casi de manera inmediata los dos hombres que están con él preparan sus revólveres apuntando a la cabeza de mi madre, siento que la sangre se me congela al darme cuenta de que están listos para disparar, rápidamente agarro su brazo haciéndola mirarme. — Mamá, está bien, voy a hablar con él. — digo tratando de mostrar calma. — Hija, pero si él te hace daño? — pregunta con la voz llorosa. — Lastimaron a tu padre, pueden lastimarte a ti también. — dice en voz baja. Inspiro profundamente tratando de mantener la calma en este momento, no puedo desesperarme en medio de todo este caos que ni siquiera sé cómo surgió. — Está bien mamá, solo voy a hablar. — digo tratando de calmarla. Ella niega con la cabeza. — Estoy perdiendo la paciencia. — dice el hombre que creo que es el jefe del grupo. — Mamá, por favor. — prácticamente le imploro a mi madre que termina asintiendo con la cabeza. — Está bien. — dice apartándose de mi camino. Miro al hombre en el centro de la sala y pregunto: — ¿Qué hizo mi padre para merecer ser golpeado de esta manera y ustedes venir a aterrorizar a toda mi familia? El hombre me examina de arriba a abajo antes de responder. — No vine a aterrorizar, solo estoy aquí para cobrar algunas pendencias que su padre tiene conmigo, ya que me debe mucho dinero y alguien tiene que pagar la deuda. — él mira a mi padre que está callado, no parece el mismo hombre grosero que vive con nosotros. — Mi padre no está trabajando y... — él suelta una carcajada que resuena en toda la sala. — Ja ja ja, la mala suerte es toda de él y no mía. — él habla totalmente sin empatía. — Su padre me debe desde hace mucho tiempo, pero pensó que no lo iba a encontrar, solo que gusanos como él siempre se meten en más problemas y vino a parar justo en una de mis áreas nuevamente, cuando tomó más dinero para sustentar sus vicios en apuestas, drogas y prostitutas con las que anda comiendo. — él dice y mira a mi madre. — Disculpe señora, pero debería conseguir un marido mejor. — percibo su sarcasmo estampado en sus palabras frías. — No le importó estar desempleado cuando usó mi dinero para sus deseos, así que no me importa nada referente a él. Trago en seco sus palabras y digo: — Señor, sé que mi padre se equivocó al tomar su dinero, pero no tenemos dinero y... — el hombre me interrumpe de manera brusca dando una de sus órdenes. — Maten al viejo. — ¡No! — mi madre grita asustada viendo a los hombres apuntar sus armas hacia mi padre. — Señor, sé que mi marido no es el mejor hombre, pero no quiero verlo muerto. — Por favor, no mate a mi padre. — pido entrando en desesperación. El hombre abre una sonrisa fría y mira a mi padre, lo veo sujetarlo por el cabello con fuerza y tirar de su cabeza hacia atrás haciéndolo mirarnos. — ¿Ves, Fabrício, a tu familia pidiendo misericordia por ti? — él pregunta, pero mi padre no responde nada. — ¿Ves? — él pregunta sujetando con más fuerza. — Sí...sí. — mi padre responde con dificultad. — Deberías valorar a estas mujeres, si fueran otras, agradecerían tenerte lejos de sus vidas. — él dice a mi padre y suelta su cabeza con fuerza hacia abajo nuevamente. — Ustedes no tienen dinero y no me conmueven las simples lágrimas. Inspiro profundamente antes de soltar el aire poco a poco. — ¿Cuánto debe? Puedo intentar conseguir el dinero. — digo mirando al hombre, pero sabiendo que dependiendo de la cantidad será imposible pagar. Él me analiza y luego suelta una risa alta. — ¿Puedes conseguir cincuenta mil dólares ahora para pagarme, chica? — él pregunta. Abro los ojos sorprendida mientras llevo mis manos a la boca haciendo que el folleto que sostenía se caiga al suelo. — Es mucho dinero. — digo asustada. El hombre asiente con la cabeza positivamente. — Casi nada, sin embargo, tu padre quiso hacerme el tonto huyendo de mí y aún dándose el lujo de hacer más deudas, es atrevido tengo que admitir. — el sarcasmo se percibe en cada palabra que pronuncia este hombre. — Mira, estoy buscando un mejor empleo y si lo consigo, si usted me lo permite a plazos tal vez pueda pagar y saldar la deuda en algunos años. — digo siendo sincera. Él suelta una carcajada alta. — ¿De aquí a algunos años? — pregunta volviendo a ponerse serio de repente. — ¡No es así como trabajo y mucho menos negocio, muchacha! — responde. Percibo que sus ojos bajan hasta el suelo y se fijan en el panfleto que cayó de mis manos. Luego vuelve a mirarme. — Bueno, estás buscando trabajo, ¿verdad? — pregunta llevándose una de las manos al mentón. Y yo asiento con la cabeza afirmativamente. — Imagino que sea en el lugar que está en ese panfleto allí en el suelo. — Asiento con la cabeza confirmando. — Hum... eres bonita, ciertamente vas a llamar la atención fácilmente, tal vez puedas pagarme incluso más rápido, muchacha. — dice. No entiendo nada de esto. — ¿Cómo es eso? — pregunto. Él sonríe fríamente. — Tu padre no va a morir, no hoy. — dice mirando a mi padre. — Pero — se acerca a mí deteniendo su cuerpo muy cerca del mío. — Tendrás un plazo para pagarme, pero será de la forma que yo decida. — Él hace una señal a los hombres que bajan sus armas y comienzan a caminar hacia afuera. ¿Este hombre solo habla con gestos? — pienso. — ¿Cómo es eso? — me atrevo a preguntar cuando lo veo empezar a pasar junto a mí. Él me mira de lado y dice: — Pronto lo comprenderás. Ve a tu entrevista, y pronto nos veremos nuevamente y no huyas, porque no soy un hombre de misericordia y no voy a perdonar a nadie dentro de esta casa cuando te encuentre, recuerda que ahora asumiste la responsabilidad de conseguir mi dinero y voy a cobrar. — advierte fríamente y sale de nuestro apartamento. Me quedo sin entender nada, pero al mismo tiempo me siento aliviada porque se ha ido. Continuará...
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