Meses después
Verónica
El frío de Francia era realmente agradable, las calles estaban hasta el tronco con el tráfico por lo cual tardaría al menos media hora en llegar al hotel, los días solían ser muy aburridos para mi, cientos de veces buscaba trabajo y más trabajo para no tener que pensar en mi triste existencia, porque es cierto, el dinero no compra la felicidad, sólo nos provee distracciones para olvidarnos de que estamos solos.
En mi caso era así, estaba sola, aunque tuviera muchas personas a mi alrededor, la presencia fisica de una persona no siempre determina que su corazón o su mente estén contigo, y eso era lo que me hacia débil.
Cuando piensas que alguien esta a tu lado, la realidad te golpea y te das cuenta que no todo es lo que parece, que estamos en un mundo lleno de hipocresía donde sino eres igual a ellos, te destruyen.
Apreto el collar en mi cuello al tiempo que suelto un pesado suspiro.
Hoy tenía que reunirme con una modelo que tendría su boda dentro de poco, por consiguiente ella quería que yo diseñara su vestido de bodas, cosa que no me disgustaba en absoluto, me encantaban las cámaras, y por supuesto, yo estaba cordialmente invitada a la dichosa boda, que tenía más pinta de ser por un embarazo que por amor.
En fin, la hipocresía.
Media hora después de bocinazos y mucho tráfico, llegamos al hotel donde me espera la suite.
Mis tacones altos resuenan por los pasillos mientras miro a mi alrededor, mis lentes oscuros tapando mi azulada mirada.
Llego a la gran habitación escaneándola y sonrío satisfecha al saber que hoy tendré una agradable noche, dado que tendría la visita de un viejo amigo, Francesco Julio, a quien le tenía una gran estima, éramos una especie de amigos con derecho, sólo que esta era la vida real, y eso se mantenía así, sólo era sexo casual.
Dejo mi cartera en el sofá mientras me quito la ropa para ducharme, dentro de un rato tendría que salir a mi tienda, donde me esperaba la chica, Emilia Richard.
Antes de salir miro mi atuendo, una falda de jean pegada al cuerpo con un cinturón color rosa pastel, una blusa blanca, y por último unas tenis rosa.
Doy un beso al aire mirandome a través del espejo y río.
Si mi hermano me viera, estaría de acuerdo que entre el y yo, yo era la más egocéntrica.
El transcurso del hotel a la tienda es corto, sin embargo mi mirada se mantiene en mi teléfono checando i********: durante todo el camino, mi naturaleza curiosa sale a flote y me veo buscando el perfil de Patrick, buscando una foto de mi cuñada, sonrío al verlos juntos en una foto en la playa, son tan lindos juntos, que el orgullo crece en mi pecho, siempre mi hermano quiso una persona que lo amara de verdad, ella era esa chica, podía verlo cada vez que ella lo miraba.
Entro en el perfil de ella por la etiqueta en la foto y curioseo sus publicaciones.
Mi mirada se queda fija en una foto en especial donde ella sale con un chico más joven que ella, le doy me gusta a la foto y sonrío al reconocerlo.
El mismo joven del desfile, el valiente pelinegro que además de todo, estaba guapo.
Brother forever, I love you.
Decía la foto. Así que era su hermano...
Muy interesante.
—Señorita, llegamos.
Desvío mi mirada a la ventana y mi tienda de ropa se alza ante mis ojos.
Me bajo del auto poniendo mis lentes otra vez mientras guardo mi teléfono, tenía mucho que investigar, sólo que de un país a otro era un poco difícil sonsacarle información a esa pelinegra, debíamos estar cara a cara para que me dijera lo necesitaba.
Camino por el lugar inspeccionando que todo vaya como es debido, sin embargo noto que una chica esta tratando mal a una empleada.
Oh no querida, con mis empleados no.
—¿Que sucede aqui?
—¿Y tu quien eres? Pierdete, estoy exigiéndole a esta chica que busque ese vestido y la muy incompetente ¡No lo hace!
Espeta con voz chillona irritandome.
Esta chica no sabe con quien esta hablando.
Subo mis lentes con lentitud y mis cejas se alzan mostrando superioridad, porque yo era mucho mejor que esa niña mimada con aires de reina.
—¿Quien soy?—cuestiono bajo su mirada altanera—Veronica Willians, dueña de esta y miles de tiendas de ropa más. ¿Tu nombre?
La chica abre los ojos como platos y su rostro pierde todo el color.
—Yo... Usted... Usted es... Lo siento... No sabía... No puedo creer...
Empieza su vómito verbal haciendo que me irrite más de lo debido.
—¿Nombre?
—Laila Stevans.
—Quedarás vetada de mis tiendas, no podras comprar ni en esta, ni en ninguna más, porque esta falta de respeto.
—¡No! ¡Señorita Willians! Lo siento mucho, yo no sabía que era usted... ¡Sus tiendas son las mejores! No haga eso, pagare lo que sea.
Ruedo los ojos volviendo a ponerme los lentes y resoplo con molestia.
—No necesito el dinero de tu padre, puedes estar segura que tengo mucho más que tu, y todas las niñas mimadas de Francia.
—¿Como... Como sabe eso?
—No tengo tiempo para responder preguntas estúpidas, tengo cosas que hacer.
Me doy la vuelta adentrándome aún más en la tienda, donde si me reconocen, y esperan.
—Buenas tardes Señoritas.
—¡Hola! Soy Emilia Richard, es un placer conocerla señorita Willians.
Asiento dandole mi mano, ambas las estrechamos y yo me siento frente a ella.
—Dime Emilia, ¿Que idea tienes para tu vestido?
—¡Quiero uno diferente! Talvez estilo sirena, con encaje y brillos.
—Perfecto, ¿Ya tienes fecha para la boda?
—¡Si! Para dentro de un mes.
Asiento anotando todo y miles de ideas para el vestido perfecto surgen en mi mente.
Amaba mi trabajo sinceramente, sin importar todo lo que tuviera que hacer para tener la satisfacción de que les gustaran mis creaciones.
—En tres semanas te enviaré el vestido directamente a tu casa, ¿Que presupuesto tienes?
—Diez mil dólares.
Asiento de acuerdo y ella sonríe animada.
La reunión fue extremadamente rápida, mientras ella me relataba su gran amor, que se notaba a leguas su mentira, cuando te rodeas de mentirosos, te acostumbras a ellos y aprendes la forma en la que operan.
Por lo que cuando empezó a contar que conoció a su prometido en una cafetería, supe enseguida que era mentira, porque ella evidentemente, no era el tipo de persona que iba a comer a un lugar tan simple como eso. Ambas éramos parecidas, aunque claro, yo era mucho más glamurosa.
Y mucho más inteligente que ella, porque ¡Vamos!
¿Embarazarte? ¿Por una noche de diversión?
Sólo esperaba que la pobre chica al menos se llevara bien con el padre.
Sino, pobre la vida de ese escuincle.
Mi teléfono suena en mi bolso por lo que lo saco mientras salgo de la tienda.
—Veronica Willians.
—Hola hermana.
—Ah, eres tu.
—Yo también te amo.
—No tengo tiempo Patrick, estoy en Francia, tomando un taxi para ir al hotel.
—Solo quería avisarte que mañana iremos a Río.
Una mueca se forma en mi rostro al escucharlo y al ver un taxi cruzarse en mi camino levanto la mano.
Este se detiene permitiéndome subirme y luego de darle la dirección le presto atención a mi hermano.
—¿Iremos?
—Rode y yo. Esperaba que vinieras con nosotros
—¿Yo? Patrick, sabes lo mucho que detesto a nuestras primas, exceptuando a Alexandra.
—Porfavor, quiero tener apoyo.
Suelto un resoplido y me acomodo mejor en el asiento.
—Bien bien, iré. Acabas de arruinar mi noche de sexo idiota.
—Uy, que gravedad.
—Bye.
Cuelgo el teléfono indicándole al taxista que me lleve al aeropuerto
Ahora debía llamar a Francesco y avisarle que ya había regresado, lástima, quería pasar unos días con el.
Una vez en el avión, sigo viendo mi celular pero este comienza a vibrar en mis manos.
—¿Hola?
—¿Hola?
—¿Nancy?—cuestiono, esta chica si me caía bien.
—Si, soy Nancy, tenemos que planear la boda de Rode¿Puedes venir?
—¿Hoy?
Bueno, talvez si podía llegar a tiempo.
—Si, hoy mismo.
—La verdad... Estoy en camino a italia, no creo que llegue a tiempo, pero mañana puedo ir.
—Mañana, a las 2 de la tarde, busca una organizadora. Perfecto, Adiosito.
Suelto una risa al ver que ya colgó, había conocido a Nancy en una de nuestras salidas, y había sido realmente gratificante hacerlo, era una chica extrovertida y capaz. Así como yo. Por lo que nos llevábamos de maravilla.
Sólo faltaba conocer a uno de los hermanos de mi cuñada, y la verdad, tenía aún más curiosidad.
Marco el número de Tania, quien era organizadora de eventos, no conocía a nadie mejor para ese trabajo, debíamos organizar la boda de mi hermano, y que fuera ¡Perfecta!
Era la boda de un Willians, por lo que debíamos impactar.
—Hola Verónica.
—Tania querida. Necesito tu ayuda, ¿Estas en Italia?
—Si, dime ¿Que pasa?
—Tenemos una boda que organizar.
¡holaaa! ¡empezamos con "diseñando tu corazón"! espero les guste dejenme sus comentarios ❤ me gusta leer sus opiniones.
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