Kalha naturalmente estaba asustada, nunca ningún hombre la había tocado más que para golpearla, no conocía de ellos más que dolor y aunque lo está sintiendo en ese preciso instante, no es una molestia que la hace sufrir.
Tobal se hundió en ella con tanta fuerza que la hizo gritar, pero no fue escuchada, él no podía detenerse ni quería hacerlo, hundirse en ella era como mínimo lo mejor que había sentido en demasiado tiempo y no quería detenerse.
―Es para esto que te compré. ―La miró a los ojos sin detener sus profundas y bestiales penetraciones. ―Me perteneces, lobita, ahora eres solo mía. ―Kalha fue incapaz de no gemir.
Sus pequeñas manos intentaban aferrarse al enorme hombre que la estaba haciendo sentir extraña, pero gustosa. Nunca había tenido sexo ni sabía que ese acto se llamaba así, pero recordar como las
mujeres en el burdel eran tomadas por hombres bruscos tal cual estaba pasando con ella supo que era la misma situación.
¿Por qué su cuerpo se sentía más caliente de lo normal? ¿Por qué cada cosa que ese hombre le hace aumenta esa presión en su bajo vientre? ¿Por qué sus pezones duelen, pero al contrario de hacerla sentir mal le gusta? ¿Por qué él mete su parte íntima en la de ella? ¿Es normal acaso? Y lo que más la desconcertaba era el hecho de que su loba se sintiera en paz y cómoda con la situación. Sin embargo, no podía cuestionarse más, todas las preguntas eran interrumpidas por los fuertes empellones que estaba recibiendo y el frenesí del momento.
―"Por favor, detente" ―Quiso detenerlo. ―"Me asusta, por favor, ya basta, creó que me estás rompiendo" ―Tobal al verla mover sus manos la colocó nuevamente en cuatro y se hundió en ella como un maniaco. Puede percibir su excitación y se niega a interrumpirla.
Su v***a jamás había estado tan dura y ansiosa como lo estaba en ese momento y su cuerpo no había sentido tanto placer como ahora. Lo asoció todo a que era virgen y su olor excepcional, así
que no quería detenerse él deseaba seguir haciéndola suya hasta ya no poder más.
Kalha se sentía explotar, estaba tan asustada por lo rápido que latía su corazón y la presión en su bajo vientre que no dejaba de intentar huir, pero nada de lo que hacía era suficiente, pues su cuerpo ya no tenía energía y lo que sea que le estaba pasando ya no se
pospondría más.
—Dioses. —Tobal gruñó al sentir el chorro salir del pequeño coño de su esclava y empaparlo por completo, ella había llegado al orgasmo. —Aaarrggg. —No pudo contener el gruñido y no fue capaz de retrasar más su propia explosión, él la llenó por completo y solo cuando estuvo vacío salió de ella.
Kalha cayó en el piso desmayada, cansada y satisfecha por lo que sea que había pasado. Tobal al verla dormida maldijo en un susurro y sin poder hacer más, se echó a su lado para reponerse. No había hecho un esfuerzo como ese desde ya hace un tiempo y el controlarla a Dark le quitó bastante energía.
—Alfa. —Farid lo miró ignorando por completo el olor de su alfa impregnado en la mujer.
—Llévate el carruaje, yo llegaré por mis propios medios. —Al ver la mirada de su beta sobre la mujer la apretó a su hombro. —Vendrá conmigo, debo llegar lo antes posible. Mi luna necesita ese riñón.
—Nos veremos en la manada. —Farid hizo una reverencia. Nunca cuestionaba a su alfa y sabe perfectamente cuál es el papel de la esclava por lo que no puede sentir pena por ella.
***
Kalha respiró profundamente, la cabeza le dolía un poco y su cuerpo se sentía como si hubiera sido embestido por mil centauros, eso la hizo recordar lo que había pasado. Sentada miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en una pequeña habitación con una sola ventana.
Sus manos instintivamente recorrieron su cuerpo y por alguna razón su corazón se sintió vacío y triste. Era como una marioneta con la que cualquiera puede hacer lo que le plazca y ella solo tiene la opción de resistir o llorar justo como lo estaba haciendo.
Había sentido tristeza cada día de su vida, es algo con lo que ella vive y conoce muy bien, pero esta vez era distinto y eso dolía más.
—Bebe. —La enfermera entró sin tocar o preguntar nada. —Obedece. —Gruñó adelantándole el vaso con agua y la pastilla.
—“¿Qué está pasando?” —La miró confundida, pero como siempre fue ignorada debido a que nadie sabía hablar con lenguajes de señas. Era primera vez que un lobo no tenía el sentido auditivo superdesarrollado ni el del habla.
—Abre. —La mujer sin un ápice de paciencia le abrió la boca, le metió la pastilla y la obligó a beber el agua. —Muéstrame. —La obligó a abrir la boca y con su mano alzó la lengua para asegurarse de que la pastilla no estuviera por ahí. —Vamos, debes darte una ducha. —Kalha bastante confundida porque no la escuchaba bien y sus labios no se movían tanto, no tuvo más opción que seguir a la mujer hasta lo que parecía un baño.
Al meterse al baño, se miró al espejo, la mujer del reflejo era desconocida para ella. Su cabello ya no estaba chocolate del sucio, ahora un blanco perfecto se extendía por cada mechón, su cara parecía la de otra, estaba completamente limpia. Ya no era la mujer sucia que se miraba al espejo antes, pero eso solo la hizo sentir tristeza.
Ella no estaba siendo ayudada solo por bondad, estaba ahí para ser la esclava s****l de un hombre y la salvadora de una mujer a la que ni siquiera conocía.
—Alfa. —Farid hizo una reverencia, llegó un día después de su alfa. —Me han informado que hoy será el día. —Tobal asintió un poco inquieto.
—¿Cómo va todo en la manada? —Quiso saber, desde que llegó dos días antes, estaba desesperado por el despertar de la esclava y no ha podido hacerse cargo de sus responsabilidades.
—Todos están a la expectativa, alfa. —Tobal lo miró. —Su gente está pidiéndole a la Diosa para que todo salga bien con la luna. —Hizo una reverencia. —¿Hay algo que pueda hacer yo? —Tobal lo miró.
Todos en la manada sabían que él había comprado a una esclava para salvarle la vida a su mujer y no solo eso, estaban al tanto que complacía sus deseos carnales con esa hermosa mujer que captó la atención de cualquiera que logró verla.
—No, puedes retirarte. —El beta hizo una reverencia y se marchó.
Tobal pasó saliva y cerró los ojos tratando de tranquilizar a su lobo que había estado inquieto desde que poseyó a la esclava. Sabía que eso le pasaría factura, pero no había dolor ni malestar, solo la desesperación de su lobo.
—Nos esperan. —Kalha miró al hombre sorprendida y más por la silla de ruedas que lleva consigo. —Monta, no puedes llegar caminando. —Ella que había logrado leer sus labios y comprendió lo que se le pidió, no hizo más que obedecer.
¿Qué más podía hacer? Estaba confundida, ni siquiera recuerda cuánto lleva dormida y ahora que despertó personas desconocidas para ella se acercan a revisarla y no le explican absolutamente nada.
Su mirada curiosa no se mantuvo quieta, es primera vez que ha estado en un lugar tan hermoso y grande como ese, ni siquiera sabía que los castillos existían.
Su fascinación terminó al ver la sala blanca con un fuerte olor a desinfectante, todo ahí parecía ser tan limpio que le dio incluso miedo respirar. ¿Por qué la habían llevado a una habitación tan limpia? La confusión fue mayor cuando personas vestidas de batas blancas y gorritos se desplazaban de un lugar a otro moviendo y arreglando cosas.
—Debes acostarte. —Ordenó el hombre ayudándola a ponerse en pie para posteriormente acostarla sobre la mesa.
—“¿Me van a quitar mi riñón?” —Preguntó con incredulidad, había olvidado eso. —“Por favor, necesito saberlo” —Como siempre sus intentos de comunicarse fueron en vano así que se quedó con las dudas.
El silencio que se hizo en el quirófano fue notado hasta por Kalha, el alfa había entrado y en sus brazos llevaba a una hermosa mujer de cabellos tan rubios que parecían blancos como los de ella, sus ojos grises enormes destellaban dulzura y su piel blanca parecía tan suave que se podía imaginar la sensación al tocarla.
—Mi alfa, tengo mucho miedo. —Kalha no fue capaz de apartar la mirada, ellos estaban justo a su lado y podía leer a la perfección sus labios. Ella era como un ángel y la manera en la que ese hombre cruel y rústico la acariciaba la paralizó, él la toca como si ella fuera frágil.
—No tengas miedo. —Esa suavidad con la que la miró y esa sonrisa sincera que le dedicó hizo cuestionarse a Kalha, ¿Acaso es el mismo hombre que la compró y después le hizo esas cosas en medio del bosque? Parecía otra persona. —Mi hijo y tú estarán bien, lo prometo. —Con una delicadeza que Kalha jamás había visto en nadie, le besó los labios y después el vientre abultado. Eso último desconcertó a Kalha, ¿Estaba ella embarazada? Ahora comprendía por qué la quería como su esclava s****l, él solo está cuidando de su luna y su cachorro. —Inicien. —Ordenó Tobal dirigiéndose a la salida, ya que no podía estar presente. Él ni siquiera le dio una última mirada a Kalha.
—Cuenta del diez al uno. —Ordenó el doctor al ponerle la mascarilla a Kalha.
Ella miró la luz cegadora sobre sí y las lágrimas saltaron de sus ojos, ¿Es para eso que había llegado al mundo? ¿Solo había nacido para sufrir y ser la felicidad de otros a costa de su sufrimiento? Por primera vez en la vida deseó no despertar más.