4- guerra de comida.

3109 Words
NARRA ROXANA:  Estoy llegando tarde, anoche de la bronca que tenía me fui a dormir y olvidé buscar un nuevo despertador y colocar la alarma. Para cuando me desperté salte de la cama y me coloque lo primero que encontré, ni maquillaje. Así nomás baje tome una tostada y casi me lance de cabeza al coche luego de saludar a Daniel.  Llego al instituto bajo y corriendo me dirijo a mi clase, no para en mi casillero ya que llego tarde. La clase ya comenzó y cuando entro el profesor me dirigió una mirada reprobatoria, la cual ignoro. Me dirijo a mi lugar, encontrándome con mi amiga que su cara muestra una sonrisa de feliz cumpleaños.  —Hola —saludo casi ladrando, mi humor no será el mejor esta mañana ya que no he desayunado.   —Hola perra —le dirijo mi mirada dulce y envenenadora, sabe que no me gusta que me llame así—. Aunque tu humor sea el peor te quiero amiga.  —¿Sí? ¿o será que tu amigo imaginario te deseo que tengas un buen día? —siempre que sonreía como psicópata él tenía algo que ver con eso.   —¿Hay como lo supiste? es tan dulce él —casi le puedo ver los corazones dibujados en sus ojos.  Cuando estaba por sacar mi cuaderno para ponerme a dibujar, la profesora nos pidió que formáramos grupo para hacer una tarea en equipo, ¡iupi! que divertido, nótese mi tono sarcástico. Formamos grupo con mi amiga y las chicas que estaban en frente de nosotras, por suerte la tarea era fácil y cuando la terminamos pude ponerme a garabatear en mi cuaderno. Hacerlo me desestresaba. Al finalizar la clase salimos y me dirigí a mi casillero a buscar mi libro de literatura, aunque poca bolilla le daba.  Erica se va a su próxima clase y yo parto para la mía, en el camino me cruzo con la pesada de Ariana. Me mira y se ríe.  —¿Qué paso hoy, no tuviste tiempo de maquillar tu horrorosa cara? —me pregunta.  —Que surte que tu sí —le respondo mientras sonrió.  La escucho bufar mientras sigo mi camino, entro al aula y recuerdo mi compañero de banco, mierda. En mi mente se me viene el beso de ayer, tratando de que no me afecte llego a mi lugar y me siento sin mirarlo. Esta sentado mirando su celular. Saco mis cosas y me pongo a garabatear.   Uno de mis pedidos es algo de un juego y tengo que practicar, hago algunos bocetos del personaje. como siempre que dibujo me concentro y pierdo la noción del tiempo como la del tacto. Termino el tercer boceto y levantando mi libreta lo observo.   —Wow, que bien te quedo —pego un salto en mi lugar.  —Mierda! me asustaste estúpido —le digo poniendo una mano en mi corazón.  —¿Cuándo será el día que me trates mejor?  —Si ese día llega, recuérdame darme una bofetada —le indico con mi lápiz apuntándolo.  —Bueno si tú lo dices.  —Miller, Del Re! ¿quieren compartir con la clase?   —Lo siento profe, acá Roxana me preguntaba si la podía ayudar después de clases con unos temitas que no le quedaron muy claros, y como soy buen compañero me le ofrecí a ayudarla. —yo lo miro y mientras escucho la sartenada de pavadas que dice, por debajo de la mesa no dejo de patearle.  —Es cierto eso señorita Miller?  —si profe. —le respondí fingiendo mi mejor sonrisa y llevando mi mano a su brazo para hacerle un tierno cariñito.  —¡Auch! —se queja Alex mientras se soba el brazo, lo miro y le dedico mi mirada asesina—. ¿Qué? sabes que eres malísima en matemáticas yo solo quiero ayudarte.  —Sí, porque yo te lo pedí encantada. Sobre todo, porque no compartimos esa clase.  —Si —apoya su cara en su mano y sonríe, es tan bonito que hasta ganas de besarlo dan.  Con ese pensamiento aparto la mirada, me hace sentir perdida. Miro al frente mientras el profesor mueve su boca, pero no tengo idea de lo que dice, siento la mirada de Alex quemarme.   —Eres mucho más bella sin nada de maquillaje —me susurra en el momento que suena el cambio de asignatura, levantándose y saliendo del aula dejándome muda.  Tomo mis cosas y salgo casi tropezando con mis pies, ¿de verdad me dijo que me veo bien? no, mañana sin falta no faltare sin maquillaje. Entro a mi clase y luego de escuchar lo que dice la profe, saco mi cuadernillo y dejo mi mente divagar. Mientras dibujo recuerdo el aliento rozar mis oídos y mi piel se estremece y un escalofrió recorre mi columna. Cuando salgo de mi ensoñación me encuentro con que dibuje un par de ojos, sus ojos. Verlo me pone nerviosa y arranco la hoja para hacerla un bollo y tirarla.  Cuando termina mi clase, la cual no sé de qué se trata, salgo embalada para la cafetería. Mientras camino voy metiendo mi cuaderno dentro de mi mochila y al salí me choco con la víbora de Ariana.  —¡Cuidado, no ves que me arrugas la ropa! —me grita levantando sus manos.  —Lo siento, no que va, no lo siento —le respondo y sigo mi camino.  Entro y lleno mi bandeja, no desayune asique necesito calorías. Miro hacia mi mesa y Erika ya me está esperando.  Voy caminando, viendo en mi bandeja la rodaja de piza y trato de llegar a ella sin detenerme, mi estoma ruje como un camión por el hambre que tengo. Logro alcanzarla y le doy un mordisco, feliz sigo mi camino y viendo que probare ahora cuando de pronto algo se interpone en mi camino y veo con lágrimas en los ojos mi bandeja volar por los aires y todo su contenido siendo esparcido a mi alrededor. La rebanada de piza cae muy cómicamente en la cara de Ariana, diría que es el karma. De mi brota una carcajada mientras sigo paseando mi mirada, papas fritas por todos lados, el yogurt cayo como salpicaren sobre varios estudiantes que ahora ponen cara de asco, ¡es yogurt señores! y bueno mi ensalada de frutas, quien diría que se veía tan bien de sombrero y corriendo por la cara de Alex. No puedo evitarlo y sigo riendo como enferma. Él se une a mí y ambos reímos hasta que siento que me tira algo y pega en mi cara casi cerca me mi labio. Paso mi lengua y es puré, encogiéndome de hombros digo:  —Esta rico —ese arrebato de sinceridad causa gracia a varios y todos comienzan a lanzarse comida.  La cafetería se convierte en una batalla de comida que va y viene por todo el lugar, entran profesores gritando y tratando de calmar tantos lanzamientos, pero el piso esta tan resbaloso que algunos terminan cayendo y ensuciándose sus ropas con lo que sea que allá en el lugar. Pronto se escucha la voz tronadora de la directora en los altavoces, haciendo que todos paremos en seco esta guerra y nos manda a sacar al patio.  Muchos reímos mientras esperamos a que la directora se presente ante todos nosotros. Cuando la veo venir con su cara crispada siento que no sacare nada bueno de todo esto. Cuando se para en frente de todos nosotros no hace falta que diga nada para que la muy zorra de Ariana se presente ante ella y señalándome con su dedo miserable, me hace responsable de todo.   —A dirección señorita Miller! —escucho, bajando mis hombros y borrando mi sonrisa la sigo mientras le dejo claro a la perra que ya me las cobrare.  Entro a la dirección después de la directora y me indica que me siente en frente de ella, pero al estar toda cubierta de comida prefiero no hacerlo y me quedo parada esperando que me lance un sermón de cinco horas.  —Señorita Miller, viendo que su falta de educación y contención para hacer travesuras no la amilanan en nada, no me queda alternativa que expulsarla. —mierda como no me senté.  —¡Yo no hice nada! —y es cierto, en parte—. Me tropecé y mi bandeja bola con su contenido, quien comenzó la guerra de comida no lo se.  —Pero la continuo.  —No solo yo, tengo quien pueda dar fe de mí.  —A ver quién podrá defenderte, porque la verdad viniendo de ti me espero cualquier cosa.  —Alexander Del Re.  —Lo mandare a llamar, espere un momento.  La veo levantarse y hablar con su secretaria, minutos después vuelve y me pide que esperemos que llegue mi supuesta defensa. Mas tarde veo venir con su pelo mojado y ropa de gimnasia un sudado Alex, que esta para comerlo. Él nota que me lo estoy comiendo con los ojos y sonríe, ¡yo aparto rápido la mirada, que te pasa estúpida no puedes estar tan tonta por un chico! me reprendo internamente, pero siendo sincera esta tan... apetecible mmm.  —Señorito Del Re, acá la señorita Miller asegura que usted puede dar fe que ella no comenzó la guerra de comida.   —Eso es cierto, señora Rufino. Ella tropezó y en medio de la confusión comenzó a bolar comida, pero quien tiro primero no lo se. Aunque sí sé que todos participamos de la revuelta.  —Con todos se refiere ¿A.…?  —Ariana también participo.  —Muy bien con todo esto ya veré como procedo, pero desde ya les digo que todos tendrán su castigo. —cuando ya estaba por salir me vuelve a llamar—. Señorita Miller hoy no podrá cumplir con la hora de servicio, la pospondremos para mañana.  —Muy bien gracias.  Salgo pensando en el nombre de la directora, Rufino, de tantas veces que vine nunca me pare a ver como se llamaba. Recuerdo que al lado mío estos pantaloncitos cortos y lo veo.  —Gracias —ni yo me lo creo.  —¡No, enserio! ¿Tienes fiebre? —toca mi frente, le aparto la mano—. No wow, ¿Como se siente?  —¿Qué cosa? —lo miro confundida.  —Agradecer —su sonrisa casi le cubre toda la cara.  —Vete a la mierda!  Como estoy frente al vestuario me doy la vuelta para entrar, pero rápidamente me jala de la mano y pega su boca a la mi sosteniéndome fuerte de mi nuca, ya que mi intención es apartarme. Mis defensas caen y mi boca se abre, nuestras lenguas se encuentran y se saludan con añoranza. Me suelta muy pronto dejándome con la boca abierta esperando más.  —¿Te gusto mi beso? —pregunta el idiota.  —¡No! —le digo todavía con los ojos serrados como presa de una ensoñación.  —¡Veras que pronto si te gustara! —y sale corriendo para su vestuario.  Entro tambaleando al vestuario, esta despejado. Las chicas ya se deben haber retirado, miro la hora en mi celular y confirmo que hace quince minutos terminaron las clases. Me saco la ropa sucia y me meto a la ducha.   Luego de asearme coloco la ropa sucia en una bolsa y empujándola en el fondo de mi mochila la llevo para que la laven en casa. Termino de arreglarme y después de informarle a mi chofer que ya estaba lista salgo afuera del instituto a esperar q que venga por mí.  Ya en la vereda me llega un mensaje de Erika preguntándome como me fue con la Sra. Rufino. Le cuento lo ocurrido, evitando la parte en la que Alex y yo nos comimos la boca. Luego de enviar el mensaje levanto la mirada encontrándome con la de dos tipos sospechosos que me miran desde la vereda del frente. Inmediatamente recuerdo la ocasión en la que me robaron y saco de mis bolsillos el dinero que tengo, lo dejo caer al piso junto con mi celular y corro lo más rápido que puedo dentro del edificio, cada tanto vuelvo la mirada hacia atrás y uno de los tipos me sigue hasta que frena en seco. Volteo para ver hacia el frente y me encuentro con la cara iracundo de Alex lo tolo de la mano y lo llevo conmigo dentro del colegio. Una vez dentro sigo corriendo sin soltarlo y me encierro en una de los cuartos donde se guardan los artículos de limpieza.  Agitada dirijo la mirada hacia Alex que está nervioso, le pido que se calme con la mirada y con un dedo sobre mis labios le indico que haga silencio. Apoyo mi oído a la puerta tratando de escuchar, me quedo así un rato.   —¿Estas bien? —me susurra.  —Sí, no sé si entraron, por el momento nos quedemos un rato acá. —le respondo igual, susurrando.  —Bueno —me mira y me abraza, me tenso—. Pensé que te habían hecho algo.  —Estoy bien —le respondo todavía tensa—. No es la primera vez que me roban. -le aclaro para que me suelte.  —Esos tipos no creo que quieran robarte —me rio nerviosa.  —No le demos más importancia de la que es.  —¿Y tú chofer, porque no estaba afuera?  —Lo estaba esperando, recién le avise que viniera a buscarme, como sabe que tengo una hora de servicio.  —Mañana esperare contigo.  —¿Qué estás loco? ¿Por qué harías eso?  —Porque me parecía sospechoso, además después de clases no tengo nada que hacer.  —No, apenas te soporto como para tenerte de guardaespaldas.  —Sí, ¿Estas seguras que apenas me soportas? —rosa su boca con la mía y pasea sus ojos de mi boca a mis ojos—. Yo creo que lo que no soportas es que no te bese.  —Yo creo que te crees mucho —le respondo alejando mi cara y arqueando una ceja.  —Sí, seguro —responde acorralándome contra la pared, mierda.  Atrapa mi boca y sin resistirme me dejo besa, sus labios devoran los míos. Sus manos aprietan mi cintura, pegándome más a él, me separo de él un momento, solo eso porque nuevamente me entrego a sus labios, me siento como drogada con sus besos. Cuando sus manos llegan a mi trasero, me separo de él. Pongo distancia.  —Llegaste lejos pervertido —sonríe.  —Pero bien que te gustan mis besos.  —Vete a la mierda —le digo mirando en techo y cruzándome de manos.  Esperamos un rato más y cuando el espacio que nos separaba me pareció mucho, decidí que era momento de salir.  Lentamente abro la puerta y me asumo, veo a los lados y no hay nadie.   —Vamos, por lo visto se han ido —Me acompaña y cuando estamos por salir me frena, señala la calle.  Lo que vi me hizo doler mi corazón, ahí estaba mi chofer hablando con ese par de tipos que querían robarme o quien sabe que más. ¿Él me había salvado una vez, como puede ser que ahora me haga esto? Mis lagrimas corrieron silenciosas por mis mejillas.  —Shh, no llores. Llamemos a tu padre —acaricia mi cabello apegándome a él.  —Mi padre no está en la ciudad, tiene un caso no sé dónde carajos y vuelve la semana que viene.  —Con quien te quedaras mientras tanto?, no puedes estar sola.  —Mi casa es un hervidero de gente, nunca estoy sola.  —Pero mira ahí, en el que más confías trato de hacer algo malo contigo. Tendrás que llamarlo.  —No, ni loca. ¿Me puedo ir contigo? —sé que es una locura, pero no se me ocurre nada.   —Ok, vamos de paso hablamos con mis padres y vemos que nos aconsejan, pero pienso que deberías hablar con tu padre.  —¿Por dónde saldremos? —pregunto para cambiar de tema, me mira un rato y suspira.  —Por acá, vamos.  Salimos por la puerta del gimnasio y rodeamos la pista, salimos a un callejón y sin soltarme de la mano me guía hasta su casa. En mitad de camino paro en una tienda para comprar algo de ropa, sé que no tengo nada encima más que la que esta sucia, gracias a Dios que existen las tarjetas de crédito y mi padre con tal de no tener que lidiar con cosas de mujer hace más de siete años que me dio una. Compro dos mudas y desecho la que esta asquerosa. Retomamos el camino a su casa. En el camino me fue preguntando cosas sobre mis dibujos, sé que lo hacía para distraerme del hecho que mi chofer conspirara hacia mi persona, y de verdad es de agradecer.  Luego de caminar un par de cuadras llegamos. Su casa no es tan grande como la mía, pero se la ve linda y acogedora. Entramos e inmediatamente me sentí mejor.  —Mama! ¡estas en casa! —grito Alex  —En la cocina hijo! —nos dirigimos hasta allá—. ¿Por qué te tardaste tanto? —pregunta justo cuando entramos y me ve— o ya veo.  —No comiences a imaginar cosas mama —la amonesta mientras que ella dirige su mirada a nuestras manos unidas.  —Bueno como digas, pero preséntame a tu amiga —me dirige una mirada amistosa.  —A sí, ella es Roxana, una compañera del colegio, Roy ella es mi mama Triana.  —Un gusto señora Del Re —le digo estrechando su mano, pero sin soltar la de Alex.  —Solo dime Triana, o, pero Roxana que hermoso color de ojos tienes —me sonrojo, muy pocos dicen que son lindos.  —Gracias Triana, mi mama ella los tenía como yo, pero más claros.  —No todos los días se pueden ver unos ojos violetas tan bonitos.  —Bueno mama deja de alagarla que seguro después me pega o me tira el pelo a mí. —la regaña y ella levanta una ceja, me señala.  —¿Es ella? —y se ríe dejándome más descolocada.   —¿Quieres algo de tomar?  —me pregunta y yo lo miro feo apretando su mano—. ¡Ves ya se enojó! —y comienza a reír a carcajadas.  —Lo siento, de verdad. Pero es lindo que lo bajen de la nube en la que estaba este Don Juan —sigue riendo.  —¿Don juan? —pregunto sonriendo.               
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