—Uh... ese. Tengo suerte, supongo —respondo con una sonrisa pequeña, intentando restarle importancia al tema del collar. Dylan quiere regalármelo, y ya ha hecho otros gestos como ese antes: flores, la pomada... ¡El ungüento! ¿Por qué pensaba en ese regalo tan embarazoso? ¿Realmente fue considerado un buen obsequio? Me siento como si estuviera atrapada entre pensamientos incómodos sobre el pasado cuando Dylan me codea con el codo. Lo miro sin comprender, con una gran interrogante sobre mi cabeza. Se acerca y susurra en mi oído: —La tía te preguntaba si quieres pasar la noche aquí. Me toma unos segundos darme cuenta de lo que quiere decir. No, definitivamente no quiero pasar la noche aquí. Estar con Alicia todo el tiempo no es lo más cómodo. Prefiero irme a mi apartamento y pensar un poc

