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Por fin tenía dieciocho años.Legal. Mayor de edad. Lista para confesar mi amor por el mejor amigo de mi padre: Christopher Vaughn.Tiene 33 años, pero no se dejen engañar por el número. Es el hombre más impresionante de toda mi escuela.Sí, oíste bien: también es mi profesor de psicología. Y sí, estudié psicología solo para verlo más a menudo. Cada mirada, cada palabra, cada momento con él empeoraba mi obsesión.He estado enamorada de él desde el momento en que aprendí la diferencia entre chicos y hombres. La diferencia entre un p*n* de aguja, *p*n*s visible, y uno que me estira.¿Cuántas noches me he tocado, imaginándolo, imaginándolo encima de mí, debajo de mí, de lado, en la ducha, en la cocina?Lo deseo tanto que estoy lista para ser la madrastra de su hija.Y sé que él también me ama. La forma en que me sonríe, la forma en que sus ojos se quedan demasiado tiempo en mi mirada, la delicadeza con la que me toca cuando me corrige el agarre del bolígrafo, la forma en que nunca me deja fallar.Ahora nadie puede detenernos. Ya no soy menor.
—¿Sofía? ¿Qué pasó? ¿Estás bien?La voz profunda de Chris me provocó un escalofrío en la columna cuando apareció en mi puerta.
Mi fiesta de cumpleaños abajo era ruidosa: la gente reía, gritaba y celebraba mi cumpleaños. Pero yo quería un regalo, y solo uno: él.
—Me torcí la pierna —gemí, despatarrada en el suelo, hecha un ovillo. Llamada de emergencia falsa, misión exitosa.
Suspiró y entró, levantándome sin esfuerzo y colocándome en la cama. Dios mío, esos brazos.
—Llamaré a Sam —murmuró, refiriéndose a mi padre.
No. Absolutamente no.
Lo agarré de la muñeca, dejándolo paralizado. Sus ojos azules se abrieron un poco, como si no hubiera esperado que fuera tan atrevida.
Le dirigí una sonrisa lenta y cómplice mientras me levantaba. Era hora de dejar de fingir.
—Tu pierna… —Su mirada se dirigió hacia abajo.
—Está bien. —Di un paso más cerca, con el corazón latiendo con fuerza.—Chris —ronroneé, haciendo pucheros—. Como eres tan cobarde, me confesaré primero.
Frunció el ceño. —¿Qué?
—Te amo —mi voz salió entrecortada—. Sé que no será fácil, pero hablaré con mi papá…
Antes de que pudiera terminar, Chris dio un paso brusco hacia atrás.
—¿Qué “nosotros”? ¿De qué estás hablando, Sofía? —Su tono se volvió agudo y alarmado.
Se me encogió el estómago. ¿Por qué parecía tan horrorizado?
Tragué saliva. —Chris, sé que me deseas tanto como yo a ti.
Apretó la mandíbula.
No. No, no, no. Estaba en negación. Quizás necesitaba un empujón.
Entonces, alcancé el dobladillo de mi blusa y me la saqué por la cabeza de una sola vez.
Chris se dio la vuelta tan rápido que era casi cómico. —Sofía, ¿qué carajos? ¿Estás loca?
—¿No me amas, Chris? —Mi voz vaciló.
—No lo sé —sus palabras me atravesaron como una cuchilla—. Nunca te había visto así.
Mentiras. Mentiras.—Eres la hija de mi mejor amigo. Mi alumna. ¿Por qué lo haría? —Su voz estaba llena de frustración—. Voy a llamar a tu papá. —Se dio la vuelta para irse.
El pánico me invadió. No.
Me interpuse en su camino, con los ojos encendidos.—Pero dijiste que te casarías conmigo —se me quebró la voz.
La respiración de Chris se entrecortó, pero cuando sus ojos se encontraron con los míos, estaban fríos.
—Tenías diez años cuando dije eso, Sofía —dijo, exasperado—. Nunca lo dije en serio.
Todo quedó destrozado.¿No lo decía en serio?Todos estos años... ¿estuve equivocada?
La desesperación me arañó el pecho. No. Solo estaba asustado. Me estaba poniendo a prueba.
Metí la mano en la espalda y me desabroché el sujetador. Mis pechos rebotaron, respirando el aire fresco.
La mirada de Chris se dispersó por un milisegundo antes de apartar la cabeza bruscamente.—¡Dios mío, ponte la maldita ropa! —Se desabrochó la camisa rápidamente y se acercó para cubrirme—. ¡Sofía, para!
Pero no me detuve. En cambio, lo agarré, presionando mi pecho desnudo contra él.
Chris me empujó por la cintura, intentando poner distancia entre nosotros, pero lo acerqué más y...
Le mordí el labio. Fuerte.
Él gimió de dolor, se sacudió hacia atrás y sentí algo cálido y salado: su sangre.
Entonces——¡¿Qué carajos?!
La voz de mi padre.
Chris y yo nos giramos al mismo tiempo. Mi padre, Samuel Koss, estaba en la puerta, con el rostro desencajado por el horror.
—¡Chris! —ladró, y antes de que me diera cuenta, lo alejó de mí.
*p*n*s tuve tiempo de agarrar la camisa caída y apretarla contra mi pecho antes de que toda la casa se agolpara en mi habitación: mi abuela, mi tío, mi tía, mis primos.
Y mi padre, un policía. Con una pistola.Ah, y le pegaba puñetazos a Chris. Una y otra vez.Chris nunca se defendió.
Dios, lo amaba aún más.
—¡No es lo que parece! —exclamó Chris entre golpe y golpe.
Oh. Oh, m**rd*.
—¡Sofía, explícame! —Me lanzó una mirada furiosa.
Me estremecí.
—Ni se te ocurra decir su nombre con esa boca sucia —espetó mi padre, agitado. Sus dedos se crisparon, buscando la pistola en su cinturón.
Todos se quedaron sin aliento. Oh, esto es malo.
—¡Tiene dieciocho años! ¡¿Cómo pudiste?!
—¡No es lo que parece! —gritó Chris.
—¿En serio? —preguntó mi padre, furioso—. Mi hija está desnuda y tú sin camisa. ¿Qué te parece?
Chris escupió sangre al suelo.—Jamás haría eso, Sammy. Es tu hija...
—¡Exactamente! ¡Mi hija! ¿Y si fuera Denise?
Denise. La hija de Chris.
La expresión de Chris se ensombreció.—No metas a mi hija en esto.
—¡Tiene dieciocho años, Chris! ¿Cómo pudiste?
Chris apretó la mandíbula.—Jamás haría eso, Sammy. Ella... —me señaló directamente—. Me sedujo.
Silencio.Todos se giraron hacia mí.
Mi cara ardía más que el mismo infierno.Me encogí ante sus miradas, apretando contra mi pecho la camisa abandonada de Chris. Estaba mortificada.
—Papá... —sollocé. Mi voz *p*n*s era un susurro.
Chris exhaló bruscamente.—¿Oh, ahora lloras? —Su voz estaba cargada de incredulidad.
Las lágrimas corrían por mis mejillas. Me sentí humillada. Tenía miedo. Y lo peor de todo: tenía el corazón roto.
—Deja de gritarle —gruñó mi padre—. Confié en ti, Chris. ¿Así que esta era tu forma de vengarte de mí?
Chris se quedó paralizado.—¿Venganza? —Soltó una risa amarga—. ¿Estás bromeando?
La voz de mi padre era gélida.—Por fin te vengaste de mí y de Bella.
Bella. Mi madre. Murió al darme a luz.
El rostro de Chris se endureció.No entendí a qué se refería mi padre. ¿Venganza? ¿De qué?Pero nada de eso importaba en este momento.Lo que importaba era que necesitaba arreglar esto.Necesitaba decirle la verdad a mi padre.
Pero antes de que pudiera, mi tía me agarró del brazo.—Ven conmigo, cariño.
Dejé que me llevara, con la cabeza dando vueltas.
Lo último que escuché fue la voz de mi padre:—Lo lograste, Chris. Finalmente te vengaste de mí y de Bella.
Y cuando me desperté a la mañana siguiente, Chris ya no estaba.Despedido. Fuera de la ciudad. Desaparecido.Y me quedé atrás, sola y con el corazón roto.
♡♡♡♡♡♡A/N – La historia que viene a continuación será madura y podría resultar provocadora. Proceda bajo su propio riesgo.