(Punto de vista de Sofía)
Miré el consolador en mi mano.
Entonces en ese momento.
Una hora antes de mi turno.
No hay tiempo suficiente para dormir. Demasiado tiempo para no hacer nada.
Me dolía el cuerpo: de cansancio, de estrés, de algo más. Una frustración persistente que llevaba días acumulándose, causándome inquietante. La culpa es de Chris.
Necesitaba una liberación.
Metí la mano en mi cajón, aferrándome con los dedos al que siempre buscaba. Más grande. Más grueso. Con la textura de uno de verdad. Escondido bajo lencería de encaje y seda, esperándome como un amante secreto.
Cristóbal .
Sí, le puse nombre. Y sí, era mi juguete favorito.
Fue ridículo. Estúpido. Pero la primera vez que lo usé, la idea se me había colado, inesperada, indeseada, imparable. Y ahora, cada vez que m
