Capitulo 2

1618 Words
—La historia se repite —dijo Janine en voz baja mientras veía por la ventana de su dormitorio cómo el coche de los Blake se alejaba de casa. Se secó un par de lágrimas corriendo por sus mejillas y observó al vehículo avanzar lentamente hasta que giró en la primera esquina y lo perdió de vista. —Solo va un año cariño, pasará rapido —comentó su madre desde la puerta. No es como si fuera a desaparecer para siempre. Janine suspiró. —A mí me va a parecer una eternidad. Su teléfono sonó, lo tomó y sonrió. —¡Es Damian ! —exclamó—. Ya me echa de menos. Su madre negó con la cabeza. —Das pena —dijo con una sonrisa para suavizar sus palabras—. ¿Por qué no invitas a Pash a casa? Podrías llevarla a la casa del árbol... —Mamá, la casa del árbol es sagrada —explicó Janine—. Jamás podría llevar a alguien allí. —Bueno, tal vez podrías invitarla a comer pizza y ver una película o hacer una maratón ya sabes algo así. Tenés un montón de películas entre las que elegir. Janine suspiró. —Sí, tienes razón. Será divertido pasar tiempo con Pash en ausencia de Damian . Su teléfono sonó de nuevo y bajó la mirada. —Están saliendo a la carretera —le informó a su madre. —¿Todavía te echa de menos? —preguntó esta con sarcasmo. Janine volvió a leer el mensaje. —No lo pone —respondió ligeramente alarmada. —Janine, han pasado menos de cinco minutos. Si vas a estar así durante los próximos meses, me acabaré volviendo loca. —¿Y qué quieres, mamá? Somos mejores amigos —dijo cargada de razones—. Nunca habíamos estado tanto tiempo separados. —Creo que será bueno para ambos —dijo su madre sorprendiéndola. —¿Qué? ¿Por qué? —Ambos necesitan tiempo apartados del otro para averiguar quiénes son individualmente. Siempre han sido Janine y Damian , Damian y Janine. ¿Qué pasa cuando es solo Janine?... depende mucho uno del otro, no te gustaría averiguar cómo seria ser tú misma. Janine se quedó en silencio por un momento, mirando hacia abajo mientras reflexionaba sobre las palabras de su madre. Finalmente, se encontró con sus ojos y se encogió de hombros. —No lo sé —respondió. —Nunca había pensado en ello. —Llama a Pash —insistió la mujer mientras que salía al pasillo—. Y piensa en ello. Janine se volvió para cerrar las cortinas cuando vio algo en la ventana de Damian . El sol se estaba reflejando en ello, por lo que era difícil intuír de qué se trataba. De repente, el cielo se nubló un poco y ella se echó a reír. Damian había pegado una foto suya de cartón a escala, con un cartel que decía: "Yo te echo más de menos." Janine tomó su teléfono y le envió un mensaje de vuelta. >>No, yo más.>Yo más.>No, yo.>No, yo.>Mentira... yo.>Verdad… yo más. >>Me tengo que ir. Buen viaje.<< A continuación, buscó entre sus contactos y pulsó el número de Pash, su segunda mejor amiga que vivía a un par de manzanas. —¿Aún estás viva? —dijo la joven nada más contestar el teléfono. Janine sonrió. —Bueno, solo han pasado ocho minutos y treinta y dos segundos. Y de momento sigo respirando. ¿Te apetece venir a mi casa? —Claro —dijo Pash—. ¿Quieres que me lleve mi set de pedicura?,mi madre me lo ha comprado. Podríamos pintarnos las uñas. —Eso sería genial —respondió Janine—. Y trae todo lo que se te ocurra para pasar la noche. Creo que las primeras vienticuatro horas serán las más difíciles. —En realidad —contestó Pash—, los primeros veintiundias. Ese es el tiempo que necesitas para crear o romper un hábito. Veintiún días. —¡¿Tres semanas enteras?! —preguntó Janine alarmada—. ¿Estás diciendo que me va a llevar tres semanas volver a ser normal? Pash se echó a reír al otro lado de la línea. —No te he prometido que vayas a ser normal. Janine soltó una carcajada enorme. —Muy graciosa. Date prisa antes de que cambie de opinión —le amenazó en broma. —De acuerdo. ¡Enseguida nos vemos!  8 meses después —Entonces, ¿has sabido algo de Damian hoy? —le preguntó Pash a Janine cuando se dirigían a la playa. Las dos chicas iban vestidas con sus bikinis coloridos y chanclas a juego. Ambas llevaban una enorme bolsa de playa donde había guardado sus toallas, protectores solares, bebidas y aperitivos. Janine negó con vehemencia. —No —respondió con una largo suspiro. La última vez que recibí un mensaje de él fue hace un par de semanas. Me dijo que estaba super ocupado y se disculpó. —¿Super ocupado? —preguntó Pash incrédulamente—. ¿Con qué demonios iba a estar tan ocupado? Janine admitió en silencio que ella también se había hecho la misma pregunta, pero no quería fallar a su mejor amigo. —Bueno, ya sabes que su padre le prometió al entrenador de fútbol que se encargaría de que Damian practicara mientras que estuvieran allí en California —dijo—. Tal vez se trate de eso. Pash sacudió la cabeza. —Sí, supongo que eso tiene sentido —razonó—. ¿Crees que tal vez sea por alguna chica? Ya sabes lo que dicen sobre las chicas de California… Janine se detuvo en seco y se volvió hacia su amiga. —¿Qué dicen sobre las chicas de California? Pash sonrió y empezó a cantar. —Desearía que todas las chicas pudieran ser... —Eso es solo una canción, Pash —dijo Janine negando tajantemente con la cabeza—. No es real. —Ahora en serio, —continuó Pash—. ¿Cómo te sentirías si Damian tuviera novia? Janine avanzó en silencio durante unos segundos pensando en la pregunta de su amiga. Cuando se imaginaba a Damian con otra chica, experimentaba una sensación muy extraña en la boca del estómago. Como una combinación entre rabia y tristeza. —No creo que me hiciera mucha gracia —dijo finalmente. —¿Porque estás enamorada de él? —preguntó Pash con timidez. —¡No! —negó Janine de inmediato—. ¡No! Es mi mejor amigo, eso es todo. Las chicas llegaron a la playa y se dirigieron a un lugar vacío en la arena para extender sus toallas y sacar las cosas de sus bolsas. —¿Quieres que vayamos al agua? —preguntó Pash. Janine negó con la cabeza. Después de la pregunta de Pash no se sentía demasiado bien y quería quedarse un rato tranquila para pensar seriamente en ello. —Creo que prefiero tomar un poco el sol primero —contestó forzando una sonrisa mientras que miraba a su amiga de piel morena. —Tal vez tú también quieras broncearte un poco. Pash se echo a reír. —Sí porque creo que hoy estoy un poco pálida —respondió en broma—. Bueno, quédate aquí tomando el sol el tiempo que quieras. Veo que Maddie y Lydia están en el agua así que me uniré a ellas. —Vale, ahora nos vemos —respondió Janine. Ella se sentó en su toalla, sacó la crema protectora y se la aplicó por todas partes antes de tumbarse a disfrutar plácidamente del calor prenetrante del sol. Una imagen de Damian en una playa de California de repente apareció en su mente. Podía verlo sentado en una toalla, rodeado por un grupo de chicas rubias y bronceadas en bikini. Luego se fijó muy bien en él y una suave risita escapó de sus labios. Damian siempre se quejaba de que estaba un poco gordo y que siempre se quemaba en lugar de ponerse moreno. Seguía a la espera de que se produjera ese estirón que su madre le había prometido que ocurriría muy pronto para dejar de ser un chico bajito para la media y pasar a medir más de metro ochenta, como su padre. De repente, imaginarse a Damian como ese chico un poco regordete con una enorme quemadura de sol de color rojo brillante hizo que se desvaneciera la tristeza persistente que había estado experimentado. Janine suspiró feliz. Probablemente solo estaba entrenando y jugando al ordenador. Pensó entonces en lo que le había dicho Pash el día que Damian se fue; que aún necesitaría veintiún días para no sentirse sola. Bueno, ya había pasado el doble, el triple del tiempo y todavía echaba muchísimo de menos a su mejor amigo. Y de repente, oyó la voz de Pash en su mente otra vez, ¿Porque estás enamorada de él? Sacudió la cabeza. ¡No! No estaba enamorada de Damian . Eso era una tontería. Era su mejor amigo. Era como un hermano para ella. Era... Janine se incorporó de repente y sus gafas de sol cayeron al suelo. —Estoy enamorada de Damian —susurró horrorizada—. ¿Cuándo he dejado que ocurriera una cosa así?
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