Capitulo 4

2006 Words
Hoy... es hoy... Hoy Damian regresaba a su antigua casa y volvería a ser su vecino y volvería a ser todo como antes. Estaba emocionada. Janine sentía ganas de vomitar. Las mariposas en su estómago eran más bien como gaviotas, volando y cayendo en picada. Con la mano sobre su vientre, sacudió la cabeza con incredulidad. —¿Qué me está pasando? —se preguntó—. Es solo Damian . No debería estar tan nerviosa. Pero no podía evitar sentirse así mientras observaba desde la ventana, expectante por ver aparecer el coche de los Blake en cualquier momento después un año. Se suponía que debían haber vuelto antes; la escuela empezaba al día siguiente, pero el proyecto del señor Blake se había alargado más de lo esperado así que se habían quedado en California hasta el último día de vacaciones. Y ahora eran casi las diez de la noche y no iban a tener tiempo de ponerse al día antes de tener que irse a dormir. —¿Sería diferente? —se preguntó Janine. ¿Habra cambiado? La chica se apartó de la ventana, se miró en el espejo y apenas reconoció a la joven que le devolvió la mirada. Janine había cambiado, era más alta y esbelta, levanto la camiseta y observó la curvatura de sus caderas y sus senos habían tenido un crecimiento anormal, por qué tenían un tamaño considerable, su cuerpo ya no se asemejaba al de una niña, sus rasgos faciales también habían cambiado , eran más suaves y femeninos. Las horas de ensayo con la banda habían sustituido a esas largas horas sentada frente a la televisión jugando con la consola. Las tardes en la playa habían reemplazado a las tardes en la casa del árbol, comiendo bocadillos y holgazaneando. Su cuerpo estaba tonificado, bronceado y, sorprendentemente, desarrollado. ¿Cómo se sentiría Damian al ver que su mejor amiga había dejado de ser una niña para convertirse en toda una mujer? Por fin escuchó el motor de un coche acercarse a la acera de enfrente así que echó un último vistazo a su reflejo y rápidamente sacó una camiseta de franela de su armario para cubrirse. Cuando se dio cuenta de que la prenda escondía todas sus curvas, no pudo evitar sonreír. —La vieja Janine está de vuelta —susurró. Corrió por las escaleras, salió por la puerta principal y se apresuró hacia la entrada de los Blake. La farola le ayudó a orientarse en la oscuridad alrededor de los arbustos. Pensó ver al señor Blake cargando las maletas en el interior de la vivienda y miró por todas partes en busca de Damian . —¿Janine? Ella se volvió, sorprendida al encontrar al señor Blake acercándose y fundiéndose con ella en un abrazo. —¿Qué tal estás, cariño? —le preguntó. —Estoy muy bien, señor Blake. ¿Qué tal por California? —Todo genial. Nos ha hecho muy buen tiempo —dijo con una sonrisa. Pero nos alegramos de estar de vuelta en casa. —Nosotros también nos alegramos de tenerlos de vuelta en casa — dijo antes de girarse y mirar a su alrededor. —¿Dónde está Damian ? El hombre mayor miró por todas partes. —Debe estar ya dentro —dijo, luego hizo una pausa y sonrió—. Ahí está. Entonces, agitó su mano en dirección al porche. —¡Damian ! Parece que tenemos un comité de bienvenida. Janine se alegraba de que todo estuviera oscuro, porque estaba segura de que se habría quedado boquiabierta cuando su amigo la viera. No era el señor Blake al que había creído ver cargando su equipaje. Era Damian . Había crecido. Y mucho. Y había embellecido notablemente. Ella sacudió la cabeza con asombro mientras que el chico se acercaba. —Hola, —dijo tímidamente—. Me alegro de verte. —¿Qué te ha pasado? —le preguntó—. ¿Has tomado una pócima mágica mientras que has estado por ahí fuera? Él se rio suavemente y ella sintió que su estómago se desplomaba. —Nah, supongo que finalmente he pegado ese estirón que mi madre me había estado prometiendo durante tanto tiempo. Su voz también había cambiado. Ahora era más profunda y un poco ronca. Eso la hizo temblar de una manera muy peculiar. —Um, tu voz también es diferente —dijo antes de gemir silenciosamente. Menudo comentario más estúpido. —Sí, ha descendido un par de tonos —explicó—. Y probablemente suene más ronca de lo normal porque estoy muy cansado. Parecía que no íbamos a bajar nunca de ese avión. Damian la miró y sonrió. Era esa misma sonrisa, pero de alguna manera había cambiado. Tenía rasgos más masculinos, y su cara se había vuelto como lo de esos chicos de revistas, mi amigo patito feo se había convertido en un cisne muy ...pero muy atractivo. —Yo te he echado más de menos —bromeó. Ella y le devolvió la sonrisa. —Sí, ya lo he notado con todos los mensajes que me has mandado. Damian bajó la mirada avergonzado. —Sí, bueno, respecto a eso —titubeó— … Lo siento. He pasado mucho tiempo en la playa y apenas había cobertura. —¿En la playa? —preguntó Janine sorprendida tras habérselo estado imaginando en un gimnasio, agotado y sudoroso, por que cargaba un cuerpo de atleta. Él asintió y la sonrisa que le regaló hizo que se revolviera de nuevo el estómago. —He aprendido a hacer surf. La imagen de aquellas chicas californianas a su alrededor revoloteó por su mente. —¿Surf? —balbuceó. —Sí, ha sido genial —respondió—. Tendré que enseñarte. Ella se echó a reír. —Claro, te tomaré la palabra la próxima vez que vayamos a la playa y la marea esté fuerte. Él también se rio. Luego se acercó un poco más y acarició su mejilla. —Janine, de veras… te he echado mucho… —¡Janine! ¡Es muy tarde y mañana hay escuela! —gritó su madre desde el porche. La caricia de Damian había causado una oleada de emociones y de calor a través de su cuerpo y sentía casi alivio por tener que alejarse. Casi, porque por otra parte quería acercarse más y sentir su roce de nuevo. Ella respiró hondo y asintió. —Bueno… mañana nos vemos —dijo tratando de ocultar el temblor de su voz. —Sí, mañana nos vemos —respondió Damian . —Dulces sueños. —Buenas noches —contestó ella, retrocediendo y tratando de no caerse cara. Finalmente, se giró y corrió hacia casa. ¡¿Dulces sueños?! Al día siguiente. Janine salió de la cama de un salto tan pronto como su despertador empezó a pitar. ¡Era el primer día de escuela y el primer día de su vida de nuevo al lado de Damian ! Estaba ansiosa. Tomó su teléfono y se fue con él al baño, mirándolo mientras caminaba. Tenía un mensaje sin abrir. Cuando lo pulsó, vio que era de Damian . >>Ey! Tengo que irme antes Entrenamiento. Nos vemos en el colegio. Janine se detuvo en seco y miró fijamente la pantalla de su teléfono. ¿Qué? ¿En serio? ¿Se había ido sin ella? De repente, el día parecía haber perdido parte de su emoción. Ya que Damian iba un año por delante que ella probablemente no tendrían clases juntos. Por supuesto, ahora no sabría en cuáles iban a coincidir porque no tendría la oportunidad de comparar sus respectivos horarios como hacían todos los años al comienzo de curso. —Esto es una mierda —exclamó ante el espejo—. ¡Una verdadera mierda! Todavía estaba murmurando cuando bajó veinte minutos más tarde, lista para marcharse. —¿Qué te pasa Janine? —le preguntó su madre. —Damian me ha enviado un mensaje esta mañana para decirme que debía irse antes porque tenía entrenamiento —dijo tratando de ocultar la decepción en su voz—. Así que no vamos a ir juntos a la escuela en nuestro primer día. —Vaya… lo siento —contestó su madre. Janine suspiró. —Sí, bueno al menos podremos volver a casa juntos —añadió tratando de mirar el lado positivo. —¿Has olvidado que tienes práctica con la banda después de clase? Janine cerró los ojos con frustración. —Es cierto —gimió—. Me había olvidado por completo. —No te preocupes —dijo su madre alegremente—. No es como si Damian fuese a irse a alguna otra parte. Vive justo al lado. Janine trató de sonreír pero fue en vano. —Sí, tienes razón —contestó. ¿Adónde podría ir? La joven tomó un último bocado de pan tostado, se terminó el zumo y agarró su mochila. —Adiós, mamá —dijo mientras abrazaba a su madre—. Que tengas un buen día. —Tú también, cariño. Janine caminó hacia la puerta principal. —¿Janine? —llamó su madre. —¿Sí? —preguntó volviéndose. La mujer se acercó a ella con un estuche n***o en la mano. —No te olvides a Freddy. Sería muy difícil tocar en la banda sin él. Asintiendo, Janine tomó la funda de su flauta. —Gracias, mamá —dijo antes de salir de casa y correr hacia la parada del autobús. El autobús llegó poco después que ella. Janine subió y echó un vistazo alrededor en busca de un sitio vacío. Pash estaba sentada hacia la mitad del vehículo y agitó la mano en su dirección para que pudiera verla. —¡Ey, Janine! ¡Estoy aquí! Janine se apresuró por el pasillo y se sentó a su lado. —¿Y bien? ¿Dónde está Damian ? —le preguntó su amiga—. Sin duda no esperaba verte tomar el transporte escolar sin él. Los dos siempre están pegados como gemelos. Encogiéndose de hombros, Janine trató de fingir que la cosa no era para tanto. —Oh, tenía entrenamiento de fútbol esta mañana —le explicó. Así que ha tenido que salir más temprano. Pash asintió. —Bueno, eso es entendible —dijo antes de girarse en el asiento e inclinarse más cerca de su oreja. —Entonces, ¿California lo ha cambiado? —Ha vuelto un poco más alto —respondió Janine. Y su voz parece un poco más profunda. Dice que piensa que finalmente ha dado el estirón que había estado esperando durante tanto tiempo. —Sí, esas cosas suelen suceder durante el verano —reflexionó Pash —. Es como si fuéramos plantas, creciendo gracias a la luz del sol. Menos mal que es un proceso que se detiene durante el curso escolar o de lo contrario, todos seríamos gigantes a estas alturas. Ella se rio de su propia broma y Janine se unió a ella. —¿Cómo fue el gran reencuentro? —preguntó Pash—. ¿Te ha echado tanto de menos como tú a él? —Bueno, en realidad no tuvimos mucho tiempo para hablar — admitió Janine—. Llegaron bastante tarde y luego… bueno, ya sabes… se entretuvieron descargando el equipaje del coche y todo eso. —¿Así que apenas habláste con él? —preguntó Pash un poco atónita—. Entonces no sabe que lo quieres. —¡Pash! —susurró Janine avergonzada —. No digas eso. No lo quiero. —Ya, claro —contestó su amiga con tono de burla—. Permíteme que te diga que sé reconocer el amor verdadero cuando lo veo. —¿Ni siquiera sabes qué es el amor verdadero? —He leído libros y he visto muchas películas —dijo Pash defendiéndose—. Y lamento decirte que tú muestras todas las señales. Todo lo que necesitas ahora es una historia dramática. Janine sacudió la cabeza. —No, no necesito ninguna historia dramática —insistió. Solo necesito que mi vida vuelva a ser la de antes. 
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