¿Qué es un hermano mayor? Es tener un protector, un mejor amigo que te cuida y quiere por el resto de su vida. Es tener tu propio príncipe azul a la mano.
Eso decía Google cuando busque esa definición.
¿Qué es tener a mi hermano mayor? Es la perdición, es tener un príncipe con complejo de rey. A un alemán con complejo de superioridad, a un idiota con ideas malas y pensamientos extraños. Tener a mi hermano es una bendición, pero la mayor parte del tiempo es una maldición. Tener a mi hermano es como tener dolor de vientre con estreñimiento severo.
El fin del mundo.
«De pequeño de seguro se cayó y se golpeó la cabeza, tal vez por eso él sea así. Sí, ha de ser por eso», pensé esperanzada.
No es mal chico a veces cuando él es normal hasta resulta encantador. El problema es que muy pocas veces actúa decente.
Por ejemplo, hace dos días cuando llegó estuve a punto de un colapso mental. Jamás en mi vida pensé que el señor ogro y él se conocieran. O sea, me parece ilógico que Alaric no me dijera que tenía trato con semejante ogro.
—Amaya, linda princesa, ¿por qué no me dijiste que venias a Inglaterra? Cielito, me hubiese despedido de ti —pregunta, sarcásticamente mi hermano, está cabreado, cuando usa esa clase de apodos es porque está a reventar de la rabia—. Liam, mi ex-amigo, tampoco me dijo que no estabas en Alemania.
¡No puede ser! Se me junto el ganado y ellos dos son los que al final de todo este problema podrán ayudarme.
—Amaya, ¿por qué no nos dijiste que se conocían? —pregunta, intrigado Thomas, Alaric alza una ceja divertido, Beca me mira seria y el señor ogro esta cruzado de brazos enojado. ¿Estamos jugando a preguntarle a Amaya? Porque no quiero responder nada—. ¿De dónde la conoces, Alaric?
Disimuladamente veo a mi hermano casi rogándole con la mirada para que no diga nada. Por unos segundos vacila y luego veo su macabra sonrisa.
—Ella es la mejor amiga de mi hermana menor. Son como gemelas o siamesas, la cuestión es que Amaya es más fea —responde divertido—. Amaya y Madeline, mis hermanitas queridas me deben la vida, para ellas soy su héroe. El único hombre en su vida —carraspea incomodo el ogro mientras Alaric se alaba—. Soy su príncipe azul y lo mejor que les pudo pasar en sus tristes vidas.
Es un idiota. Podía decir que era una amiga muy lejana. No quería que me ligaran con la realeza y ahora pensaran que estoy enamorada de mi hermano, que para ellos no es mi hermano.
—¡Incesto a la vista! Apoyemos al incesto, apoyemos al incesto —proclama mi conciencia. Tu tampoco eres normal. Necesito hablar con el creador de conciencias la mía vino defectuosa.
Beca pidió que nos viéramos en una cafetería, yo quería ir a una donde sale un dibujito verde en el vaso. Cuando abrí mi cuenta falsa en i********: pude ver que es bien famosa esa Starbucks, mucha gente de sueldo mínimo como yo va para allá.
Que deprimente debe ser pobre todos los días. Yo tengo como un mes siéndolo y estoy muy feliz, pero me gustaría un aumento de sueldo.
Llego a una cafetería alemana y siento nostalgia al escuchar a un mesero hablar. Ese inconfundible idioma es lo más hermoso que mis oídos han podido escuchar. Debo decirles la verdad, los alemanes si somos presumidos y elegantes. Pero eso es porque realmente estamos orgullosos de lo que hemos logrado en todo este tiempo.
¡Somos impresionantemente perfectos!
—Amaya —me llama beca haciéndome señas sacándome de mis perfectos pensamientos alemanes, me acerco hasta ella y no, no está sentada junto a la mesa de la ventana, está sentada en el medio del café junto a una familia alemana perfecta—, ya pedí unos cafés y unas galletas para las dos, espero que no te moleste.
Hablamos de cualquier cosa mientras llegaban nuestros pedidos y luego de una cómoda charla, ella empezó el sin fin de preguntas por mi hermanito.
—No me comí ese cuento de don príncipe azul. Ahora dime, ¿de dónde lo conoces? Nunca me has contado acerca de tu vida en Alemania. Somos amigas y te aseguro que puedes confiar en mi —me comenta mientras me ve tranquilamente.
Es verdad, debería confiar un poco más en ella y contarle quien soy.
—Por ahora no puedo contarte acerca de mi vida en Alemania, no me siento preparada para decirte que fue lo que deje allá —le explico con una media sonrisa—. Él es un príncipe, solo que no como el de los cuentos —ambas reímos por unos segundos, bajo mis manos de la mesa y empiezo a jugar con la uña de mi pulgar. Es la hora—. Lo conozco porque es mi hermano mayor, soy la tercera en sucesión del trono, soy la princesa de Alemania.
Por unos minutos se hace un silencio sepulcral y yo solo puedo parpadear esperando su reacción. Estoy demasiado nerviosa para preguntarle algo, solo espero que quiera seguir siendo mi amiga. De la nada empieza a reír como si lo que le dije hubiese sido el chiste más divertido del mundo.
—Si tú eres la princesa de Alemania yo soy la amante del príncipe William —se seca unas lágrimas que se le escaparon de tanto reír—. Si no querías decirme de donde lo conoces me lo hubieses dicho, no existen princesas plebeyas. Deja de estar inventando cuentos, Amaya —habla divertida. Le di una risita sin mucho ánimo, por un instante pensé que podría creerme.
«Por lo menos lo intenté», desanimada pensé.
Terminamos de hablar una hora después, ella se tenía que ir a la compañía, ya que es aspirante a guardaespaldas. Me confeso que se sentía atraída por Thomas y que debía ayudarle con él.
No sé cómo haré, solo he hablado como tres veces con él y no le he visto ningún interés por nadie.
—¿Será gay? Apoyemos a los gay, apoyemos a los gay —proclama de nuevo mi conciencia.
Apoyo tu proclamación, pero no creo que Thomas sea gay.
—Eso todavía no lo sabes, tal vez al pelinegro le guste que lo pongan como perrito.
Mi conciencia está loca, le buscare un psicólogo. Necesito que ella vaya a terapia, debe calmar esos instintos de locura.
¿En qué iba? Ah sí, regresemos a Beca.
No, Beca no, ya hable de ella. Bueno mientras ponía en duda la sexualidad de Thomas con mi conciencia, recibí una llamada de Liam diciendo que fuera a verlo, que mi hermano estaba con él y que me enviaría la dirección por mensaje.
*****
Gracias a Google Maps pude llegar 30 minutos después a un almacén con gente sudorosa y máquinas de hacer ejercicio. Supongo yo que debe ser el intento de un lugar de entrenamiento. En el palacio hay seis como este, la diferencia es que este parece el closet del cuarto de baño. Subo unas escaleras llegando a una oficina, abro la puerta y ahí está mi hermano con Liam que frunce el ceño sentados en un sofá. Me acerco hasta quedar detrás de otro sofá que había ahí.
—Llegaste justo a tiempo, Amaya —habla mi hermano con fingida calma—. El traidor este y tú no me contaron que te habías escapado de Alemania. ¿Se puede saber en que estabas pensando? —se levanta del sillón hasta quedar frente a mí.
—No es un traidor, él me ha apoyado muchísimo aquí en Londres —replico, Alaric ríe sin ganas—. No me escape de Alemania, por órdenes de la reina fui sacada del país. He perdido todos mis privilegios como princesa y si no fuera por Liam, en estos momentos estaría viviendo en África con los leones.
—¿La abuela te echo de Alemania? —asiento a su pregunta—. ¿Con quién estás viviendo ahora? ¿Liam, mi hermana está contigo? He estado preocupado por ti mientras estuve en Turquía. Debiste decirme, Amaya. Soy tu hermano mayor y mi deber es cuidarte —me abraza, dándome un beso en la frente.
—Ella no es está viviendo conmigo, Alaric —este se separa de mí, Liam se levanta y se acerca hasta quedar en una distancia prudencial. Mi hermano es loco y puño fácil—. Le mentí a la reina, ella quería que Amaya viviera con un desconocido y honestamente, no podía dejar que una princesa que no ha vivido jamás fuera del palacio se quedara con un loco —asiente mientras se cruza de brazos y lo mira mal—. No me veas así, ¿se te olvido como termino cuando vivió en el campus de la universidad? Además, ella está viviendo con Matthew.
No sé si era mejor decir que estaba viviendo sola, mi hermano de repente se puso rojo y empezó a decir impropios acerca del ogro.
Empezaré a hacer mis maletas.
—¿Te acostaste con Matthew? —horrorizada niego con mis manos rápidamente. ¿Cómo será san ogro en la cama? Yo no puedo estar pensando en eso—. Por tu mirada pervertida sé que no lo hiciste —asiente satisfecho—. No debes hacerlo, debes mantenerte virgen hasta el matrimonio —me señala y yo pongo los ojos en blanco—. Es cierto, ya no eres virgen. Te acostaste con el ruso y cancelamos todos los intentos de paz con ese país por ti.
Liam y él se ríen felices de la vida y yo decido golpearlos a ambos por sus estómagos suavemente.
—¡Eres un idiota! ¡No me acosté con nadie! —sonríe orgulloso, no puedo confesarle a mi hermano que no soy virgen—. Los tratados con Rusia nunca se cancelaron yo tuve que hacerlos porque tú estabas de luna de miel, tarado.
—Me da igual Rusia, aunque ahora se juegue el mundial ahí y quiera presumir su cultura, debemos aceptar que Alemania es mejor —suspiro cansada—. Amaya, no vivirás con Matthew, vas a ir a recoger tus cosas y te regresas conmigo de inmediato al palacio.
Liam intenta intervenir y este lo detiene alzando su mano. Empiezo a entrar en pánico lastimándome con las uñas de mis pulgares las palmas de mis manos.
¡No puedo regresar!
—¡No, tu no me puedes obligar, no puedo regresar a Alemania! —le grito, exasperada alejándome de él—. ¡Alaric, no me voy a ir contigo!
—¡Yo no te lo estoy preguntando, te estoy diciendo que te vienes conmigo y punto! —me replica desde donde está.
—¡No! ¡Se suponía que tú me ayudarías, se suponía que tú me protegerías! ¿No te importa acaso que tu hermana sea encerrada de nuevo en el calabozo? —pregunto, casi en lágrimas—. Nunca estas en Alemania siempre estás en misiones o trabajando como príncipe. ¿Nunca te has preguntado si estoy bien viviendo ahí?
—¡Siempre estoy para ti, siempre te voy a proteger! Explícame entonces, ¡¿cómo voy a dejar que mi hermana menor se quede con un hombre que es seis años mayor que ella?! Amaya, ese tipo hasta mayor que yo. ¡Puede ser un violador! —añade cabreado.
—Dile a la reina que te responda, fue ella que me envió a vivir con un extraño —sugiero sollozando—. ¿Qué importa la edad? Solo estoy viviendo con él. ¡Y no es un violador, es solo un ogro amargado! —aclaro indignada.
—¡Basta, Amaya! —me reprende pasando sus dedos por su cabello—. No me gusta verte llorar, tú eres mi hermanita, mi tesoro más preciado. Entiéndeme, por favor —me pide más cabreado.
Adiós a todos.
—¡No iré contigo, no me importa lo que digas! —recalco, limpiando una lágrima de impotencia.
—¡Pues jódete, te vienes conmigo! —me grita acercándose a mí—. Tú no te metas, cabrón —señala a Liam, que intentaba defenderme—. Te vienes conmigo porque soy tu hermano y te vienes conmigo porque me tienes que obedecer —hala de mi brazo mientras me saca de la oficina.
—Alaric, tu no... —me interrumpe.
—Soy el futuro rey de Alemania, lo que yo diga es ley —habla sin mirarme mientras seguimos caminando hasta las escaleras—. ¡Es una orden, acátala!
No voy a poder descubrir si Thomas es gay. No voy a poder ayudar a Beca con su interés amoroso. No voy a poder quedarme con el señor ogro en su casa nunca más.
Me va a tocar despedirme de todos.