Chapter 4

2174 Words
Emily miró detenidamente al jefe de personal, él tenía una cerca arqueada, luego su ceño se arrugó, estaba algo sorprendido al escuchar a una de las mejores empleadas de la empresa informando su renuncia. ― ¿Renunciar?―repitió esa palabra, Emily afirmó sin dudar, para él era algo difícil de creer, ¿A dónde iría? ¿Habrá encontrado un mejor trabajo? ― ¿Hay algún problema?―preguntó Emily a la reacción de él, de inmediato él se aclaró la garganta y negó. ―Claro que no, es solo que me ha tomado por sorpresa, has sido una de las mejores empleadas de la empresa, ―aunque él pensó que muy solitaria pero buena empleada. ― ¿Has encontrado un trabajo bueno? ¿Con prestaciones? ―Emily se quedó mirando detenidamente unos breves segundos al hombre frente a ella vestido informal. ―Sí. ―fue todo lo que salió de la boca de ella, no tenía por qué dar más información, además, no tenía tanta confianza como para ponerse a decirle a dónde iría. ―Oh, ―dijo el jefe de personal, ―deja preparo la documentación que tienes que firmar...―se puso de pie, se acercó a la puerta, al abrirla, le dijo algo a su secretaria, Emily miró la hora, entonces vio el mensaje de su amiga Sarah, torció el labio al recordar que le pidió que le llamara al terminar la entrevista, abrió el mensaje y su amiga estaba algo ansiosa por saber que había pasado. Tecleó una respuesta rápida: "Tengo el trabajo, estoy renunciando, al desocuparme te llamo. " y le dio enviar. Levantó la mirada y notó que sigilosamente el hombre había regresado a su silla. ―Solo tardará un momento en lo que me traen los papeles, ―Emily afirmó lentamente. ― ¿Tu jefe de planilla sabía que querías renunciar? ―No. ―y luego el silencio reinó en el lugar, tocaron a la puerta y entró la secretaria con la carpeta de información de Emily y la documentación. Emily sintió que estaba haciendo bien, estaba buscando prosperar y pensó al final que era lo mejor. Claro que era lo mejor. No pagaría renta. Servicios. Tendría comida. Podría ayudar a su familia y a Edward a ir a la universidad. ¿Qué más quería? Después de un par de horas, Emily estaba cerrando la puerta de su mini departamento, había hablado con la arrendataria, -que vivía a su lado- y le informó de la nueva situación. Le regresaría el depósito al dejar el lugar. Ahora, a empacar. *** ― ¿Qué?―se escuchó del otro lado de la línea el tono de sorpresa de Sarah. ―El mismo dueño te ha dado trabajo, ―el chillido de felicidad se escuchó tan fuerte que Emily tenía que separarse de la bocina de su celular. ―Creo que no te han escuchado en China...―bromeó divertida. ― ¿Asistente? ¡Dios mío! ¡Está súper, amiga! ―Emily suspiró. ― ¿Qué pasa? ―Nada. Es solo que cuando llegué a la ciudad, empecé de cero, este departamento...―Emily detuvo sus palabras. ―Bueno, es nostalgia dejar el pequeño lugar. ―se aclaró la garganta, no quería ponerse triste, al contrario, debía de alegrarse por el nuevo camino que estaba a punto de dirigirse. ―Por cierto, el chófer llegará a la misma parada de ayer, esperará diez minutos antes de venirte, eres de las últimas de la ruta. ―Gracias. ― ¿Tienes muchas cosas?―preguntó su amiga. ―No. Solamente ropa, lo demás no tiene valor. ―Bien, descansa, te veo mañana y te ayudaré a instalarte. ―Gracias, Sarah. Muchas gracias... ―De nada amiga, estaremos juntas. *** Por la mañana, Emily tenía su mano en el picaporte de la puerta principal, miró por última vez el diminuto lugar en el que vivió dos años, cerró finalmente y le entregó las llaves a su arrendataria, se despidieron y ella tiró de su maleta. Los nervios estaban aflorando conforme iba a acercándose a la parada dónde la recogería el chófer del hotel. Si todo iba bien, como lo tenía planeado en su cabeza, podría enviar dinero para la matrícula de Edward, él podría salir del pueblo y prepararse para el futuro, aunque no se arrepintió de estudiar a distancia, quería que para Edward fuese distinto. Cuando le contó la nueva noticia, se había emocionado, sus padres también, Edward seguía trabajando de guía de turista, así también ahorraría más para mantenerse y no recargarse en su familia. Después de dos horas y media de viaje, Emily visualizó el gran hotel, se le hizo tan elegante y majestuoso, los nervios en el interior de su estómago creció más y más, hoy mismo firmaría contrato y empezaría a vivir en este lugar. "¿Cómo no emocionarse?" Ella fue la última en bajar de la camioneta blindada del personal, al tomar su maleta que el chófer le entregaba, dio un respingo al escuchar su nombre, cuando se volvió, era Hans. ―Señor...Müller. ―dijo rápidamente Emily. ―Estaba esperándola. Sígame. ―Emily afirmó y tiró de su maleta siguiendo a su ahora...jefe. Al cruzar por el pasillo se encontraron con Anne Dubois, la segunda a mano después de Hans, ella se detuvo al ver que la mujer castaña venía detrás de él. ― ¿Qué pasa? ―preguntó a Hans, él se detuvo, haciendo que Emily casi tropezara con su maleta. ―Nada. ¿Tiene que pasar algo?―Anne levantó una ceja y miró detrás de él a la castaña. ―Pensé que había pasado algo. Por eso pregunto, ―se acercó un poco a Hans, ―Sé qué eres el dueño de este hotel, pero yo sigo siendo la segunda a mano, por lo tanto... ―Termina con tu palabrería, ¿Qué quieres saber?―Hans dijo de manera tajante y cortando la distancia entre ellos dos, Anne tenía que retroceder por su altura, la mirada intimidante de Hans le recordó su pasado juntos. Hans no dejó de mirarla, al ver que no habló, retrocedió, le hizo una seña sin mirar a Emily para que siguiera, Anne tuvo que tomar aire bruscamente cuando desaparecieron al dar vuelta a la derecha por ese mismo pasillo, el calor que le había provocado era un recordatorio de que Hans la odiaba. Al llegar al piso central dónde se encontraba la oficina, Hans se detuvo ante la secretaria, ella se puso de pie de inmediato. ―Señor Müller, está listo lo que me ha pedido. ―Amelie, la secretaria de ese piso, miró a Emily, era extraño ver a una joven mujer castaña en el hotel, ya que normalmente todas las mujeres que Heinrich y Anne contrataban, eran rubias y muy esbeltas. ―Gracias, que nadie me interrumpa, no quiero llamadas ni mensajes hasta que termine esta reunión con la señorita Thompson. ―Amelie afirmó rápidamente, Hans empujó la puerta de cristal y le cedió el paso a Emily, quién tiró con más fuerza de la maleta grande, casi tropezaba cuando Hans atrapó como reflejo de su codo, haciendo que ella maldijera entre dientes. Hans se irritó y la soltó de inmediato, tomó del agarre de la maleta y tiró con brusquedad dejándola a un lado de uno de los sillones. ―Entre, el tiempo corre. ―dijo molesto caminando hacia su ahora escritorio de cristal. Emily se sentó en la silla que le señaló, Hans tomó la carpeta que le había dejado Amelie, le dio un visto, Emily miró disimuladamente alrededor de ellos, el silencio fue interrumpido por esa voz ronca de Hans. ―Aquí tiene su contrato, revíselo. ―se lo extendió por encima del escritorio, Emily lo aceptó y comenzó a revisarlo por un momento, Hans se dejó caer en el respaldo de la silla de cuero. Emily alzó sus cejas al leer el sueldo que ganaría. ― ¿Qué pasa? ¿Algo no le gusta?―Emily se aclaró la garganta, alzó su mirada a él para contestar. ―No, no, no es eso. ―Emily preguntó. ― ¿Esa cifra es anual?―Hans negó lentamente, ¿Qué era muy poco o que le pagaría? ― ¿Es mensual?―Afirmó Hans. ― ¿Por qué?―preguntó Hans confundido. ―Es bastante. ―Emily susurró al bajar la mirada de nuevo a los documentos, al escucharla, Hans se quedó sin palabras. ―Pero las funciones de tu puesto, lo vale. Ahí está las funciones que desempeñarás. Así como las horas semanales que tienes que cumplir. Soy muy exigente, señorita Thompson. ―Emily levantó la mirada al hombre del otro lado de la mesa de cristal. ¿Acaso ha sonado de manera intimidante? ― ¿Tengo que estar disponible las veinticuatro horas del día?―preguntó Emily sorprendida, Hans afirmó sin dudarlo. ―Suelen ocurrir imprevistos a cualquier hora del día, señorita Thompson, es un hotel y un club. No quiere decir que la estaré llamando a las tres de la madrugada, solo pido disponibilidad total. Vivirá en este lugar, no tendrá que correr a tomar un taxi o manejar dos horas y media de la ciudad hasta acá. ―Emily bajó de nuevo la mirada a la documentación, eran mucha la paga, ¿Por qué se estaba preocupando por ello? Al contrario, debería de brincar de la felicidad que podrá no solo pagar la matricula, si no varias. Leyó detenidamente el resto de las dos hojas en total silencio, algo que le agradó a Hans. Miró como el largo mechón castaño salió de su oreja y como sus dedos se lo llevaron detrás de nuevo, -una extraña reacción en Hans- la mirada de ella siguió en la documentación, Hans salió de sus propios pensamientos al escuchar cuando Emily se aclaró la garganta y luego levantó la mirada a él. ―Dice que tengo que cumplir un mes de prueba, si lo paso, luego será un contrato por seis meses mientras usted esté al mando del lugar, si usted cree que no puedo con el puesto durante el mes de prueba,―Emily intentó no sonar preocupada por quedarse sin trabajo. ― ¿Podría aplicar para otro puesto aquí mismo? ¿En el hotel o el club? Ya sea de limpieza u otro puesto...―Hans arrugó su ceño. ― ¿O tengo que irme? o si paso los seis meses y usted ya no está al mando, ¿La otra persona podría contratarme?―imaginar a Heinrich tomando el control de nuevo, le hizo tensarse. Ya qué sus planes, habían cambiado. ―Te preocupa quedarte sin trabajo, ¿No?―Emily dejó la documentación en el escritorio frente a ella. ―He entregado mi departamento al saber que tengo que vivir aquí, me costó conseguir un lugar desde que he llegado, las rentas están por los cielos, claro que me preocupa no llenar sus expectativas, el tener que regresarme y no tener un techo dónde vivir. Hans se quedó callado, había escuchado cada palabra de su boca, la forma en que lo dijo y sus ojos fijos en él, como si no le intimidara el hombre que estaba sentado frente a ella, ¿Acaso no veía la figura masculina y cargada de frialdad? Ella no se embelesó como el resto del personal y en eso incluyó a Anne, Emily... ¿Era inmune a su presencia? Sus ojos siguieron observándolo detenidamente. ―Lo que deberías de pensar es en que tienes que cumplir al pie de la letra las funciones de tu trabajo, como cualquier otro más y sobre todo no romper las reglas. ―Hans se enderezó y se recargó contra el escritorio de cristal, acomodando sus brazos. ―Haciéndolo, no tendrás que preocuparte por ello ni por el techo en un futuro...―Emily arqueó una ceja sin poderlo evitar. ―Yo cumpliré al pie de la letra, pero... ¿Quién me garantizará tener un techo al finalizar mi mes de prueba o después de los seis meses? ―Nadie debe de garantizarlo ya que no es nuestro problema después de tu finalización de prueba o después de los seis meses. Pero, yo te garantizaré. Si no pasas el mes, puedes aplicar para otro trabajo aquí mismo, así como también puedes quedarte en este lugar hasta que tengas uno en la ciudad si decides irte, creo que con eso debe de ser estar suficiente claro. ―Hans comenzó a irritarse, nadie cuestionaba nada y mucho menos los contratos, estaba familiarizado con el lugar, sus funciones, así como cada detalle de cada empleado, su paga, las horas que trabajaban así como en qué lugar vivía cada uno en este lugar o las demás cadenas. Soltó el aire entre dientes y se levantó. Emily dudó y se arrepintió de inmediato haber hecho esa pregunta, tenía razón, después del mes, era su problema. Pero ya qué. Se levantó, tomó la pluma que le entregó y firmó. ―Aquí tiene. ¿Cuándo comenzaré?―Hans la miró detenidamente. ―Hoy mismo, señorita Thompson.
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