—Bien. —Hans dijo de manera tajante. — Gracias por las pruebas, ¿Es todo? —preguntó Hans al ver su reloj. — ¿Estás preocupado por lo que pasó en el elevador con tú…? ¿Asistente? —Nicoletta sonrió discretamente. —Mis asuntos personales no te incumben, Costa. Si es todo, me iré. —él se levantó y tomó las pruebas de aquella noche de la subasta con Emily. —Y por cierto, creo que te debo una. Nicoletta Costa sonrió ampliamente al escuchar esas palabras de Hans. — ¿Crees? No. Me debes ese favor y tiene costo. —se lamió los labios de manera seductora y lo miró de pies a cabeza como si fuese carne, Hans dedujo lo que quería. —Puedo darte todo, menos eso. —las palabras de él fueron como un balde de agua fría encima de ella, lo que acababa de escuchar era nuevo. “¿Acaso Müller estaba enamorado?

